De cero a miles de millones: la startup a punto de protagonizar la mayor venta tecnológica en años

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La matriz de Google, Alphabet, está en conversaciones avanzadas para comprar Wiz por US$ 23.000 millones, según informó el domingo The Wall Street Journal. Foto: Dado Ruvic/ Reuters

Alphabet, matriz de Google, está en conversaciones para comprar la empresa de ciberseguridad en la nube Wiz, fundada por un grupo de exoficiales militares israelíes, por US$ 23.000 millones. Sería la mayor salida para cualquier startup tecnológica desde la oferta pública inicial de US$ 77.000 millones de Rivian en noviembre de 2021, según Crunchbase. El precio de venta sería casi el doble de lo que Wiz fue valorada por sus inversores de capital riesgo hace apenas dos meses.


Wiz fue fundada hace cuatro años por un cuarteto de antiguos oficiales del ejército israelí con un objetivo: crecer lo más rápido posible para convertirse en la empresa dominante en ciberseguridad en la nube, y luego cosechar la recompensa.

Ahora, el director ejecutivo Assaf Rappaport y sus socios están a punto de conseguirlo, ya que la matriz de Google, Alphabet, está en conversaciones avanzadas para comprar Wiz por US$ 23.000 millones, según informó el domingo The Wall Street Journal.

Sería la mayor venta para cualquier startup tecnológica desde la oferta pública inicial de US$ 77.000 millones de Rivian en noviembre de 2021, según Crunchbase. El precio de venta sería casi el doble de lo que Wiz fue valorada por sus inversores de capital riesgo hace apenas dos meses.

Las negociaciones suponen un rayo de esperanza para cientos de empresas tecnológicas privadas que buscan una salida. Mientras que gigantes como Microsoft y Nvidia han estado en racha, gran parte del sector de las startups ajenas a la inteligencia artificial (IA) está en crisis debido a la ralentización de la financiación de riesgo, la frialdad del mercado de OPV y el escrutinio regulador que ha desalentado las adquisiciones.

“Este podría ser uno de los mayores y más rápidos retornos de una empresa de seguridad privada en la historia de la tecnología”, aseguró Alex Clayton, socio general de la empresa de capital riesgo Meritech Capital, que no es accionista de Wiz.

Rappaport y sus cofundadores Ami Luttwak, Yinon Costica y Roy Reznik se beneficiarán enormemente de la operación. Cada uno de ellos posee alrededor del 9% de Wiz, según una persona cercana a la empresa, lo que significa que podrían hacerse con fortunas individuales por valor de unos US$ 2.000 millones. Los cuatro se conocieron hace más de dos décadas, cuando trabajaban en la Unidad 8200, la división de ciberinteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel. Los veteranos de la Unidad 8200 también han fundado otras empresas de ciberseguridad muy valoradas, como Palo Alto Networks, Check Point y Fireblocks.

En 2012, fundaron su primera empresa de ciberseguridad en la nube, Adallom, que vendieron a Microsoft tres años después por US$ 320 millones. Pasaron los años siguientes trabajando en la división de computación en la nube Azure del gigante tecnológico antes de fundar Wiz en 2020.

“Eres un poco ingenuo cuando creas tu primera empresa. No sabes qué esperar”, comentó Rappaport en una entrevista el año pasado con uno de los miembros del consejo de Wiz, Shardul Shah, de Index Ventures, publicada en Internet. “Cuando montas una segunda empresa, sabes que va a ser una montaña rusa”, agregó.

Rappaport y los demás cofundadores se rehusaron a hacer comentarios a través de una representante.

Al principio, el cuarteto llamó a su segunda empresa Beyond Networks y se centró en la seguridad de redes. Pero pronto cambiaron a un software que ayuda a las empresas a escanear e identificar los riesgos de seguridad de las plataformas dominantes en la nube, como Azure y Amazon Web Services, apostando a que los clientes querrían más protección que la que ofrecen los propios gigantes tecnológicos. Rebautizaron su empresa con el nombre de Wiz.

Nacido en Tel Aviv, Rappaport, de 41 años, suele llevar una sudadera con capucha con el logotipo de Wiz o una camiseta blanca, pantalones de chándal y zapatillas deportivas, el uniforme habitual de los fundadores de empresas tecnológicas.

Sus zapatos, de la lujosa marca italiana Golden Goose, suelen costar más de US$ 500. Es un paso adelante con respecto a sus días en Adallom, cuando se le fotografiaba con zapatillas Converse destartaladas.

Rappaport suele llevar a su border collie Mika, apodada la jefa canina de Wiz, a trabajar a las oficinas de la empresa en Nueva York y Tel Aviv, y anima a otros empleados a que lleven también a sus perros. Mika tiene su propia página en LinkedIn, donde ha desempeñado múltiples funciones, entre ellas la de vicepresidenta junior de caninos en Microsoft.

Wiz también tiene una juguetería de ciberseguridad que vende camisetas sin mangas y pelotas de malabares para jefes de seguridad de la información. Un antifaz muy vendido reza “Aquí no hay incidentes de seguridad”.

Wiz creció rápidamente a medida que más empresas migraban en los últimos años sus datos y aplicaciones de servidores y centros de datos locales a la nube. Sus primeros clientes fueron el banco mundial Barclays y el conglomerado alimentario Mars. Con el tiempo, añadió clientes de renombre como Morgan Stanley y Slack, y cuenta con el 40% de los clientes de Fortune 500.

Los ingresos recurrentes anuales de Wiz alcanzaron los US$ 100 millones 18 meses después de su fundación, según la empresa, y aumentaron hasta los US$ 350 millones en 2023. Por el camino, atrajo a inversores como Index Ventures, su mayor accionista externo, Sequoia Capital y Greenoaks.

En un momento dado, Doug Leone, antiguo dirigente de Sequoia y miembro del consejo de administración de Wiz, le dijo a Rappaport que su startup estaba recaudando demasiado dinero y demasiado rápido, pero el director ejecutivo lo ignoró, según recordaron ambos durante una entrevista en la conferencia Web Summit de 2021. En mayo, Wiz recaudó US$ 1.000 millones con una valoración de US$ 12.000 millones, con la intención de utilizar ese montón de efectivo para adquirir nuevas empresas y acelerar el crecimiento.

Unas semanas más tarde, Google llamó a la puerta. El gigante tecnológico llevaba mucho tiempo por detrás de Amazon.com y Microsoft en el negocio de la computación en nube. Thomas Kurian, CEO de Google Cloud, dirigió las negociaciones.

Para Wiz, un precio de venta de US$ 23.000 millones era irresistible. Google valoraría la startup en 46 veces los US$ 500 millones de ingresos recurrentes anuales que genera actualmente, indicó una persona familiarizada con el asunto. En cambio, CrowdStrike, una de las principales empresas de ciberseguridad que cotiza en bolsa, tiene una capitalización bursátil 25 veces superior a sus ingresos recurrentes anuales.

Ofrecer funciones de seguridad mejoradas como las de Wiz podría ayudar a Google a ganar más clientes para su servicio en la nube, en un mercado ferozmente competitivo en el que la demanda está en auge debido, en parte, a la necesidad de potencia de cálculo de las empresas de IA generativa.

Si la operación se completa, es probable que atraiga el escrutinio de los reguladores antimonopolio de EE.UU. y Europa, que han tomado medidas enérgicas contra los esfuerzos de adquisición por parte de los operadores tecnológicos tradicionales. Google se enfrenta actualmente a dos demandas del Departamento de Justicia por su dominio en las búsquedas y por supuestas prácticas desleales en su negocio de tecnología publicitaria.

El pasado mes de diciembre, Adobe canceló la adquisición de Figma, una empresa emergente de software colaborativo valorada en US$ 20.000 millones, al no encontrar una vía clara para la aprobación regulatoria en Europa. Ello desalentó las esperanzas de los capitalistas de riesgo de que se produjeran más grandes ventas en el sector tecnológico, un estado de ánimo que podría disiparse si el acuerdo entre Google y Wiz sigue adelante.

Después de que el Journal informara de que Google y Wiz estaban en conversaciones avanzadas para la venta, el senador Richard Blumenthal, de Connecticut, escribió el domingo en la plataforma de redes sociales X: “Parece que este acuerdo sería uno de los que aparecen en los libros de texto antimonopolio: cómo enfurecer a las autoridades y eludir la ley y la lógica en la búsqueda de poder monopolístico. Merece un escrutinio riguroso y cierto escepticismo”.

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