El magnate chino que enfureció a Beijing, declarado culpable de fraude en Nueva York

El magnate chino que enfureció a Beijing, declarado culpable de fraude en Nueva York

Los miembros del jurado coinciden en que Guo Wengui estafó a sus seguidores en más de US$ 1.000 millones para mantener un fastuoso estilo de vida. La condena culmina la extraña saga de Guo, un magnate con muchos alias, como Miles Guo y Brother Seven, que se forjó una imagen de chino millonario convertido en el enemigo número 1 de Beijing.


Un jurado de Nueva York condenó el martes al controvertido crítico de China, Guo Wengui, por estafar a sus seguidores en más de US$ 1.000 millones de dólares para mantener su fastuoso estilo de vida.

Guo fue declarado culpable de nueve de los 12 cargos federales que se le imputaban, entre ellos el de asociación ilícita y algunos de los relacionados con el fraude. Varios de los cargos pueden conllevar penas de 20 años de prisión, y Guo se enfrenta a la confiscación de sus bienes. La jueza Analisa Torres ha fijado la sentencia para el 19 de noviembre. Guo se encuentra bajo custodia federal sin derecho a fianza desde marzo de 2023.

La condena por delito culmina la extraña saga de Guo, un magnate con muchos alias, como Miles Guo y Brother Seven, que se forjó una imagen de chino millonario convertido en el enemigo número 1 de Beijing. En última instancia, podría hundir su solicitud de asilo para permanecer en EE.UU., lejos de las autoridades de Beijing, que no han ocultado su deseo de castigarle.

Guo se mantuvo imperturbable mientras se leía el veredicto del jurado, en consonancia con el comportamiento seguro que mostró durante la mayor parte del juicio. Vestido con un impecable traje italiano, saludaba a menudo a sus seguidores en la tribuna apretando las palmas de las manos o golpeándose el pecho. Se espera que recurra contra el veredicto.

Durante 29 días de testimonios, los fiscales afirmaron que las acciones de Guo se desarrollaron bajo la presión del Partido Comunista chino, pero rechazaron cualquier sugerencia que excusara su criminalidad.

El jurado deliberó durante cuatro días, aunque los contratiempos alargaron el proceso después de que el juez expulsara a un miembro del jurado por utilizar Internet para investigar a un presunto cómplice en el caso.

Según el gobierno, Guo aprovechó su popularidad en la diáspora china para presentar sus planes como una forma de ganar dinero y, al mismo tiempo, socavar al Partido Comunista. Su emisora GTV recaudó US$ 411 millones, una operación llamada G-Club US$ 240 millones y una empresa de criptomonedas US$ 517 millones, de acuerdo al gobierno.

En Internet, Guo promocionaba las inversiones como empresas legítimas respaldadas por oro o por sus propias garantías personales. De hecho, según los fiscales, sus socios ayudaron a Guo a mover cientos de millones de dólares en dinero de inversores a través de múltiples bancos y empresas fantasma para su beneficio personal mientras se enfrentaba a problemas financieros.

“Guo afirmaba ser un activista político y engatusaba a la gente. A algunos les lavó el cerebro, les convenció de que podía ayudarles, de que era digno de confianza. Atrajo a la gente como un imán, personas que estaban de acuerdo con su mensaje”, comentó al jurado el fiscal adjunto Ryan Finkel. “Los estafó. Los defraudó”, dijo Finkel.

Para generar impulso para su movimiento, que Guo llamó Nuevo Estado Federal de China, también canalizó millones de dólares hacia prominentes críticos estadounidenses de Beijing, entre ellos el exasesor de Donald Trump, Steve Bannon, y el gestor de fondos de cobertura Kyle Bass, señalaron los fiscales. El gobierno sostuvo que ambos hombres ayudaron a Guo a hacer que las inversiones parecieran creíbles, aunque ninguno fue acusado.

Los jurados vieron un video de Bannon anunciando planes para que Guo inyectara US$ 100 millones en una organización que no se materializaron, y se presentaron pruebas que mostraban que el fondo de cobertura de Bass perdió unos US$ 30 millones del dinero de los inversores en una apuesta de divisas malograda.

Bannon, que cumple condena en prisión por un caso no relacionado, no ha hecho comentarios sobre las acusaciones contra Guo. Se esperaba que Bass testificara a favor del gobierno en el caso, pero no fue llamado. En un correo electrónico, Bass aseguró que no tenía indicios de ningún comportamiento fraudulento por parte de Guo ni conocimiento alguno de cómo se utilizaba su propio nombre hasta que fue informado por el gobierno, momento en el que tomó medidas para distanciarse de Guo.

Es probable que Guo se enfrente a una larga pena de prisión y la condena complicará su propia situación legal en EE.UU., incluso si el gobierno no llega a extraditarlo a China, indicó Christopher Pelham, exfiscal federal que es jefe de litigios y disputas del equipo de investigaciones globales del bufete de abogados Norton Rose Fulbright. Pero Pelham afirmó que la condena de Guo por cargos de fraude, incluso cuando afirmaba ser un disidente en situación de riesgo, podría hacer que EE.UU. se mostrara “mucho más escéptico” respecto a otras personas procedentes de China que soliciten asilo.

El jurado vio fotos y videos de deslumbrantes propiedades en Nueva York, Connecticut y Nueva Jersey, un Lamborghini, un Bugatti y un Ferrari, además de un yate y percheros con trajes italianos, todos lujos que, según el gobierno, se pagaron con dinero de sus seguidores. Los fiscales proyectaron videos musicales en los que aparecía Guo a bordo de un yate y junto a un jet privado, y presentaron organigramas y extractos bancarios que, según ellos, mostraban cómo los millones de los inversores pagaron una mansión, lámparas de araña, colchones y un Ferrari para el hijo de Guo.

Guo impugnó los cargos pero no testificó.

Su equipo de defensa aseguró que Guo y su numerosa familia habían acumulado una riqueza extraordinaria y no necesitaban robar. Presentaron pruebas de que muchos de los bienes que, de acuerdo al gobierno, se pagaron con fondos mal habidos no estaban a nombre de Guo y afirmaron que las casas, coches y barcos estaban destinados a los seguidores de Guo. Y, según ellos, cualquier subterfugio financiero reflejaba los esfuerzos por burlar a Beijing, que trató de obligar a los bancos a cerrar el grifo a Guo.

“A Guo no le importaba el dinero. Le importaba el movimiento”, declaró el abogado defensor Sidhardha Kamaraju.

La defensa comentó que los seguidores de Guo no invertían dinero en las empresas para obtener beneficios, sino para promover el objetivo común de socavar el Partido Comunista chino. “No es una empresa de chantaje, sino política”, enfatizó Kamaraju.

Al principio del juicio, otra abogada de la defensa, Sabrina Shroff, aseguró al jurado que la franqueza de Guo había provocado el encarcelamiento de familiares en China y amenazas a su propia seguridad, lo que llevó al acusado a sollozar durante varios minutos en la solapa de su traje.

Pekín ha etiquetado a Guo como un fugitivo criminal que busca llamar la atención, enviando a sus agentes a darle caza. El último testigo de la defensa fue el exabogado del Departamento de Justicia, George Higginbotham, que declaró haber intentado negociar la salida de Guo de EE.UU. en un acuerdo de unos US$ 100 millones respaldado por las autoridades chinas y un fugitivo malasio, Jho Low, buscado en EE.UU. por cargos relacionados con el robo de US$ 1.000 millones de dólares de un fondo de desarrollo malasio.

Los fiscales argumentaron que las acciones de China no eran excusa para infringir la ley. “El argumento del Partido Comunista es un chivo expiatorio”, dijo Finkel.

Sostienen que Guo empezó a maquinar después de que las autoridades chinas le confiscaran en 2018 una fortuna que había amasado desarrollando propiedades en China, y redobló la apuesta cuando una de sus empresas fue puesta en jaque por los reguladores de valores estadounidenses. Se declaró en bancarrota personal en 2022, declarando activos de no más de US$ 100.000 y pasivos de entre US$ 100 y US$ 500 millones. “Ya no tenía capacidad para proyectar que era multimillonario”, manifestó Finkel.

Entre los más de 30 testigos citados por el gobierno había inmigrantes de China que dijeron haber invertido grandes sumas en las empresas de Guo porque compartían sus críticas a Beijing y estaban convencidos de que invertía junto a ellos.

Wei Chen, una gestora de riesgos bancaria nacida en China que vive en Virginia, contó que estaba ansiosa por participar en una colocación privada de acciones de la empresa de medios de Guo, después de oírlo describirla como una inversión sin riesgo en un negocio que podría rivalizar con YouTube. “Confié en él”, comentó.

Testificó que aún se le deben US$ 1,1 millones por invertir en empresas promovidas por Guo, que financió en parte con la hipoteca de una segunda vivienda.

“Es un tramposo y un estafador desvergonzado y despiadado”, apuntó desde el estrado.

Otros testigos de la acusación fueron un hombre contratado por la organización de Guo que declaró haber mentido a los bancos “para asegurarse de que las cuentas se abrieran y se mantuvieran abiertas” en medio de un aluvión de transferencias bancarias entre entidades.

El jurado también oyó hablar de las excentricidades de Guo, como su preocupación por comprar una propiedad encantada y contratar a un guardia de seguridad nacido bajo un símbolo del zodiaco chino “de mala suerte”, el cerdo.

Decenas de partidarios de Guo se agolpaban cada día en la sala del tribunal, algunos alegando que había sido procesado en virtud de un acuerdo corrupto entre Beijing y Washington. En más de una ocasión, la jueza Torres ordenó a los abogados de Guo que no insinuaran tal cosa al jurado: “Y no van a insinuar en ningún momento que el gobierno está siendo manipulado por el gobierno chino o el Partido Comunista chino (PCCh), ¿correcto?”, dijo.

El equipo de la defensa comentó que esa no era su postura, aunque Kamaraju, no obstante, aseguró al jurado: “Para Guo, es ciertamente razonable que temiera que el PCCh hubiera intentado una vez más utilizar los canales del gobierno de EE.UU. contra él”.

Entre los presentes en la sala durante parte del juicio se encontraban la estrella de fútbol china retirada, Hao Haidong, con su esposa, la excampeona mundial de bádminton, Ye Zhaoying, a veces vestidos con ropa de la línea de moda de Guo. La pareja causó sensación en China en 2020 por afirmar que los videos de Guo les habían inspirado a denunciar públicamente al Partido Comunista.

También asistieron personas que dijeron ser víctimas de Guo, entre ellas Yu Renzhe, que afirmó haber sufrido pérdidas de unos US$ 250.000. En parte para recuperar el dinero que invirtió mientras estaba en China, Yu voló a Ecuador y se dirigió a la frontera sur de EE.UU. y ahora vive en un refugio de Nueva York. En el exterior del tribunal, tras conocerse el veredicto, un partidario de Guo propinó un puñetazo a Yu, que sangraba.

Un testigo de la defensa, Paul Doran, asesor de riesgos corporativos con experiencia en China, describió a Guo como el “enemigo público número 1 en China” y señaló que una buena práctica de seguridad para una persona así sería tener varias cuentas bancarias y teléfonos móviles, como hacía Guo.

Un abogado del gobierno preguntó entonces a Doran: “Dormir en un colchón de US$ 35.000 no tiene nada que ver con protegerse de los objetivos del PCCh, ¿verdad?”.

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