Las acciones se están derrumbando, una gran razón para mantener la calma
La repentina liquidación de las acciones japonesas y el aumento del VIX sugieren que los cazadores de tendencias están exagerando la caída actual.
Los números rojos pueden parecer hoy la confirmación de las advertencias sobre una burbuja de inteligencia artificial y una economía enferma. Pero no empiece todavía a inclinar su cartera hacia el pesimismo total.
El índice S&P 500 abrió la sesión del lunes con una caída del 4%, y el Nasdaq, del 6%. Los inversionistas han estado vendiendo los valores con mejores resultados del año, preocupados por los decepcionantes resultados del segundo trimestre de grandes empresas tecnológicas como Alphabet (la matriz de Google), Tesla e Intel, que son una señal de que el frenesí de la inteligencia artificial es una moda pasajera. Además, los valores de consumo de bienes y servicios no esenciales se han convertido en el sector de peor comportamiento del S&P 500, ya que los mediocres informes del mercado laboral han aumentado el temor a que la Reserva Federal cometiera un error al esperar hasta septiembre para recortar las tasas de interés.
En el extranjero, el EuroStoxx 600 está más de un 5% por debajo del nivel de hace una semana, mientras que el franco suizo, un activo refugio habitual, ha subido aproximadamente un 5%. Sin embargo, los movimientos más sorprendentes se produjeron en Asia, donde el Nikkei 225 se desplomó un 12,4% el lunes, en la peor sesión bursátil desde el 20 de octubre de 1987, el día que siguió al infame “Lunes Negro” de Wall Street.
Sin embargo, es precisamente la vertiginosa velocidad a la que cayeron las acciones japonesas lo que debería dar a la mayoría de los inversionistas una razón para mantener la calma.
Por regla general, las caídas repentinas del mercado son menos peligrosas que las que se producen progresivamente con el paso del tiempo. Esto se debe a que los inversionistas que valoran racionalmente los malos datos económicos suelen hacerlo lentamente, a medida que se van conociendo. Los desplomes repentinos, por el contrario, suelen ser señal de que alguna mala noticia ha hecho que las apuestas especulativas se desvíen, desencadenando una cascada de operaciones, muchas de ellas automatizadas.
Japón es especialmente propenso a este tipo de retrocesos porque las tasas de interés son tan bajas que muchos inversionistas las utilizan para financiar inversiones de mayor rentabilidad en otras divisas. Cuando los mercados se inquietan, estas “operaciones de carry trade” tienden a deshacerse, haciendo subir el yen y afectando a las acciones japonesas, muchas de las cuales son firmas exportadoras diversificadas que obtienen mejores resultados cuando el crecimiento mundial se acelera. Para amplificar esta tendencia, las acciones japonesas se han vuelto este año extremadamente populares entre los inversionistas mundiales.
El momento de la caída también apunta al Banco de Japón, que la semana pasada decidió endurecer su política monetaria por primera vez en 17 años con el objetivo explícito de impulsar el yen. Esto puede haber desencadenado corrientes bajistas en el mercado de EE.UU.
Una de las características más sorprendentes del S&P 500, durante la mayor parte de este año, ha sido su volatilidad extremadamente baja. Hasta julio, el índice de volatilidad Cboe, o Vix, se situaba en niveles de 2019, y siguió bajando incluso cuando los inversionistas modificaron en gran medida sus previsiones de política monetaria.
Aunque el Vix suele ser apodado el “medidor del miedo” de Wall Street, las opciones de compra en los que se basa suelen influir en la misma volatilidad. Cuando los inversionistas apuestan contra las oscilaciones del mercado, como han estado haciendo recientemente en Estados Unidos, comprando montones de productos estructurados, los bancos que venden esas opciones se ven obligados a ponerse del otro lado. Estas coberturas suprimen la volatilidad del mercado de valores.
La otra cara de la moneda es que cada vez que el pánico irrumpe en este bucle de retroalimentación, la volatilidad se dispara. En la apertura bursátil del lunes, el Vix rondaba por encima de 50, lo que supone el salto semanal más alto desde el inicio de la pandemia.
Esto sugiere que la caída es desproporcionada: Los inversionistas que compraron el S&P 500 cuando el Vix estaba en 50 o más nunca han perdido dinero en 12 meses.
La temporada resultados de empresas del segundo trimestre ha traído en su mayoría buenas noticias, ya que el 78% de las firmas del S&P 500, que han presentado sus informes hasta ahora, han superado las estimaciones de beneficios de los analistas, frente al 74% de media de los últimos 10 años. Tanto las empresas relacionadas con la inteligencia artificial (IA) como el resto están registrando unos ingresos netos superiores a los previstos hace un mes. En general, la economía estadounidense sigue pareciendo robusta: La tasa de desempleo ha subido porque la población activa ha aumentado.
Además, el análisis de los rendimientos del S&P 500 desde 1994 muestra que vender basándose en las caídas del día anterior es una mala estrategia. Si se opta por el efectivo después de grandes caídas mensuales, los resultados son mejores, pero aún menos buenos que si nos quedamos quietos.
Esto no quiere decir que la preocupación por una desaceleración económica o por las valoraciones de la alta tecnología no esté justificada. Los inversionistas tienen motivos para diversificarse al margen de la tendencia de la IA o cambiar los valores más expuestos al ciclo por otros más “defensivos”. De hecho, el historial demuestra que la venta de valores después de meses particularmente exuberantes ha tendido a ser un movimiento ganador. Pero la retrospectiva es una pésima guía para invertir los ahorros.
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