Maduro intenta ganarse la amistad de los inversionistas de EE.UU. en su cambio de imagen electoral
Algunos ejecutivos petroleros estadounidenses y acreedores de Wall Street abrazan discretamente al presidente; los opositores dicen que la democracia es necesaria para restaurar el Estado de Derecho.
Deseoso de reactivar la industria petrolera, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, recorrió unas instalaciones de bombeo de crudo en una jornada reciente en la que se dirigió a una cámara de la televisión estatal para hacer un sincero discurso de venta a los inversionistas estadounidenses.
“Su inversión es bienvenida en Venezuela, para que podamos trabajar juntos hacia una relación diferente entre Estados Unidos y Venezuela”, aseguró Maduro, visitando una planta de Chevron que reabrió el año pasado. “Garantizamos estabilidad, seguridad jurídica, paz, relaciones win-win”.
En privado, algunos ejecutivos petroleros estadounidenses y acreedores de Wall Street están de acuerdo.
Durante sus 11 años en el cargo, Maduro ha supervisado un colapso económico que lastró un sector energético otrora potente y provocó la huida de una cuarta parte de la población. Pero antes de las elecciones presidenciales del domingo, se está vendiendo como el candidato pro-empresarial, incluso cuando diplomáticos y analistas dicen que sólo puede ganar amañando el voto como lo hizo hace seis años.
Algunos empresarios estadounidenses que han mantenido conversaciones indirectas con Maduro durante el último año -y han presionado al gobierno de Biden para que levante las sanciones económicas- dicen estar a favor de “el diablo que conoces” porque ven al régimen como una opción más estable para la inversión. Y suponen pragmáticamente que permanecerá en el poder, ya sea robándole votos a Edmundo González, un diplomático venezolano retirado poco conocido que, según las encuestas, ganaría fácilmente las elecciones, o anulándolas.
Maduro, aunque muy impopular en las encuestas, controla todos los resortes del poder, desde los tribunales hasta el ejército. Un poderoso aliado de Maduro en su movimiento advierte que un gobierno rival caería, haciéndose eco del sentimiento entre los inversionistas que temen una transición desordenada dirigida por exiliados que regresan.
“Esto sería un desastre”, advirtió un ejecutivo estadounidense que se ha relacionado con Maduro. “Acabaría siendo el peor escenario para la seguridad energética de la región. Mi recomendación... trabajar con este tipo durante seis años más”.
A primera vista, la actuación de Maduro en el pasado ofrece poca confianza en materia económica.
En su primera década en el poder, la economía se contrajo cerca de un 80% y la producción de crudo cayó en picada. El gobierno entró en suspensión de pagos. Las sanciones económicas de Estados Unidos convirtieron al país en un paria para los bancos. Más de 1.000 empresas fueron nacionalizadas bajo el mandato del predecesor de Maduro, Hugo Chávez. La mayoría se hundieron.
Sin embargo, Maduro afirmó que sólo él es capaz de revivir Venezuela, y prometió un “gran diálogo nacional” con todos los actores políticos y económicos. También ha advertido de que habrá un baño de sangre, según sus propias palabras, si pierde la votación.
“Soy un hombre de palabra, un tipo confiable”, afirmó en la visita a la planta de Chevron, promocionando 10 nuevos acuerdos que su gobierno firmó con inversionistas, sin nombrarlos.
Maduro también, quizás sorprendentemente, ofreció lo que pareció ser un gesto de reconciliación hacia el presidente Biden, hablando de su respeto por la decisión de Biden de retirarse de la campaña presidencial estadounidense. Y ofreció palabras de simpatía para Donald Trump después del intento de asesinato de este mes, una señal de que podría tratar de restablecer las relaciones si Trump gana las elecciones de noviembre.
“Hemos sido adversarios, pero le deseo buena salud y larga vida al presidente Trump”, dijo Maduro.
Entre bambalinas, Maduro ha ofrecido lucrativas oportunidades a las empresas estadounidenses, con la esperanza de conseguir su ayuda para persuadir a Washington de que reconozca a su gobierno como legítimo y ponga fin a las sanciones, muchas de las cuales ya fueron levantadas, según personas relacionadas con las reuniones en Caracas entre asesores de Maduro y ejecutivos estadounidenses.
Para un gobierno que proclama en voz alta sus ideales socialistas y cuyos líderes condenan lo que han llamado “capitalismo salvaje”, Venezuela está ofreciendo estos días abiertamente todo lo que puede para atraer inversiones.
Para los ejecutivos petroleros, esto incluye generosos beneficios y el control operativo de las empresas conjuntas, en la línea del codiciado modelo contractual de Chevron. Las condiciones, que recuerdan a la llegada de Venezuela como gran productor de petróleo hace un siglo, incluyen la posibilidad de conseguir contratos sin licitación y sin la supervisión medioambiental habitual en otros países. Para los tenedores de bonos, el gobierno ha planteado la posibilidad de pignorar los futuros ingresos del petróleo y negociar directamente una reestructuración de unos US$ 60.000 millones de deuda sin intermediarios tradicionales como el Fondo Monetario Internacional.
“Es sorprendente lo lejos que están dispuestos a llegar para hacerla atractiva”, afirmó Francisco Monaldi, experto en energía latinoamericana de la Universidad Rice.
Ejecutivos de empresas petroleras estadounidenses y europeas, operadores de materias primas y grandes fondos de deuda, entre ellos Ashmore, de Londres, y Greylock Capital, con sede en Connecticut, viajaron a Venezuela para reunirse con empresarios y autoridades gubernamentales y calibrar el clima económico después de que Estados Unidos suavizara las sanciones el año pasado. Las conversaciones con los asesores de Maduro abarcaron todo tipo de temas, desde los desafíos a la inversión hasta las elecciones estadounidenses.
Un inversionista, en su primera visita a Caracas, recordó carreteras bien asfaltadas, tiendas de comestibles abastecidas y cenas al aire libre con filetes y arepas en un lujoso club de campo. “Es una ciudad preciosa”, sostuvo. “No me sentí inseguro en absoluto”.
Algunas empresas han logrado nuevos acuerdos, como LNG Energy Group, una compañía vinculada al multimillonario tejano y cazatesoros Rod Lewis, que firmó en abril un acuerdo para hacerse con cinco yacimientos petrolíferos en el este de Venezuela, aunque en la mayoría de los casos el Gobierno sigue luchando por atraer la inversión que el país necesita.
En ocasiones, Maduro incluso ha intercedido personalmente para facilitar los negocios.
En una reunión, un ejecutivo compartió su preocupación por tener que negociar a través del principal enlace de inversiones de Maduro, Alex Saab, que se enfrentaba a cargos de blanqueo de dinero en un tribunal federal de Miami hasta diciembre, cuando Estados Unidos lo liberó en un canje de prisioneros con Venezuela.
Maduro dijo al ejecutivo que en el futuro obviara a Saab y marcara directamente al palacio presidencial.
“Lo resolvió en el acto”, comentó uno de los asistentes.
Otros empresarios, sin embargo, no ven estabilidad en un gobierno autoritario que muchos países occidentales aún no reconocen como legítimo. Los inversionistas en infraestructuras, por ejemplo, son partidarios de un traspaso de poder que restablezca el Estado de Derecho y garantice unos ingresos estables a largo plazo, según un importante empresario local.
Un fraude electoral flagrante en la votación también dificultaría que Estados Unidos y sus aliados europeos retiraran las medidas punitivas sobre el régimen, afirmó José Ignacio Hernández, exasesor de la oposición.
“La idea de que la comunidad internacional se daría la vuelta y simplemente lo ayudaría como dictador, es un mito”, dijo Hernández. “La naturaleza de Maduro es depredadora por definición”.
Según Orlando Ochoa, economista especializado en petróleo, las empresas venezolanas siguen afrontando numerosas dificultades, como los cortes de electricidad, la debilidad de la normativa bancaria y la falta de datos económicos confiables.
Para los inversionistas, las perspectivas en Venezuela dependen en última instancia del reconocimiento internacional de las elecciones, crucial para que Venezuela restablezca sus lazos diplomáticos y comerciales.
El gobierno de Biden ha intentado presionar a Maduro para que realice una votación libre y justa a cambio de un alivio de las sanciones, haciendo concesiones que permitieron a Chevron y otras empresas regresar a Venezuela. Un alto funcionario estadounidense sostuvo que la normalización de las relaciones podría impulsar la economía de Venezuela, frenar la migración y permitir a las empresas occidentales recuperar un punto de apoyo en un país donde Irán, Rusia y China han hecho incursiones.
Pero grupos de derechos humanos y funcionarios estadounidenses afirman que Maduro respondió prohibiendo la entrada a sus principales rivales electorales y encarcelando repetidamente a disidentes, incluso en los últimos días. En respuesta, el gobierno de Biden retiró en abril una amplia licencia para que las petroleras estadounidenses operaran en Venezuela, pero ha estado concediendo discretamente licencias individuales para permitir que las empresas petroleras permanezcan en el país.
La forma en que Maduro podría mantenerse en el poder y recuperar legitimidad protagonizó los debates de una conferencia en Londres organizada el mes pasado por Dentons, la firma de asesoría soberana contratada por Venezuela desde 2017. El evento reunió a diversos actores, desde un magnate venezolano del ron y diplomáticos extranjeros hasta corredores de bonos e inversionistas petroleros. Un encuestador de Caracas comentó a los asistentes que Maduro podría conseguir una victoria lo suficientemente creíble como para ganarse a la comunidad internacional.
Ahora bien, otros dijeron que la única manera de recuperar la estabilidad económica y la credibilidad internacional era que Maduro y sus enemigos trabajaran juntos.
“Démosle una oportunidad a la reforma”, dijo en un discurso Ram Manikkalingam, mediador en conflictos de Sri Lanka, basándose en la brutal guerra civil de su propio país.
Sin embargo, en la conferencia estuvieron ausentes representantes del gobierno estadounidense y de la oposición.
González, el diplomático retirado que está desafiando a Maduro en las elecciones del domingo, dijo que la propuesta de inversión del régimen es demasiado poco, demasiado tarde después de que el partido socialista gobernante pasó gran parte de las últimas dos décadas desairando a las empresas extranjeras.
“No mucha gente va a tomar eso en serio”, comentó González en una entrevista. “La realidad es que éste es un país que ha perdido inversión extranjera, ha maltratado a los inversionistas y donde no hay fe en las normas”.
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