Presidente de Clínica Las Condes viajó a EEUU a explorar una alianza con la Clínica Mayo
Alejandro Gil, presidente de CLC, estuvo en Estados Unidos junto al gerente general y un abogado externo de la firma, negociando un trato que está en un estado preliminar, dicen personas que conocen las gestiones. Según algunos, la idea sería replicar un acuerdo como el que CLC tuvo antes con el hospital norteamericano Johns Hopkins. Pero no estaría descartado nada: incluso una inversión en la propiedad.
En 2007, la Clínica Las Condes la enarbolaba como una de sus alianzas estratégicas relevantes. Ese año, la entidad de salud firmó una asociación con el hospital estadounidense Johns Hopkins, una alianza de prestigio para, según la firma chilena, “desarrollar programas de excelencia para el cuerpo médico, enfermeras y personal técnico”.
Diez años después, cuando la empresa decidió ajustar sus costos y entró en una etapa de racionalización de gastos, decidió suspender la alianza que incluía el pago de un canon anual a John Hopkins. Según ejecutivos que participaron en CLC en esos años, la alianza permitió al centro de salud chileno conseguir la acreditación de la Joint Commission International.
CLC intenta ahora reeditar una alianza, pero con otro actor de peso global: la Clínica Mayo. Personas al tanto de las tratativas comentaron a Pulso que hasta Estados Unidos viajaron el presidente de sociedad anónima, Alejandro Gil; el gerente general de CLC, Jerónimo García; y el abogado externo que asesora a Gil en la empresa, Sebastián Odó, cuya presencia en esas negociaciones llamó la atención en algunos círculos de CLC. La comitiva volvió esta semana a Chile.
A diferencia de la John Hopkins, que es una universidad, la Clínica Mayo tiene fines de lucro y entre sus objetivos, dice un ex ejecutivo del sector de las clínicas, están ampliar en Latinoamérica sus redes de negocio, consiguiendo con estas alianzas derivaciones de pacientes, prestaciones de servicios a distancia, como teleconsultas o biopsias, por ejemplo.
Y aunque Clínica Mayo ha tenido otras alianzas -desde 1997 tiene una alianza en medicina interna con la Clínica Alemana-, el viaje de los ejecutivos chilenos a Estados Unidos apuntaría a una alianza de mayor profundidad, la que podría incluir incluso su ingreso a la propiedad de CLC, algo que personeros de la clínica no estuvieron disponibles para confirmar o desmentir. Además de sus sedes en Arizona, Florida y Minnesota, la Clínica Mayo tiene centros de atención propios en Abu Dhabi y Londres, Inglaterra, y oficinas de representación en diversos países de Latinoamérica.
Hace unos meses, Alejandro Gil adelantaba algo de estas conversaciones a El Mercurio. “Estamos recibiendo la colaboración de Clínica Mayo para procedimientos oncológicos y de cardiología, es el inicio de una relación formal entre CLC y Clínica Mayo”, afirmaba.
La Clínica Las Condes es controlada desde noviembre de 2019 por Cecilia Karlezi, con el 50,05% de las acciones. Karlezi es pareja de Alejandro Gil, quien preside la empresa desde hace más de un año y ha protagonizado una serie de la polémicas que han llevado, incluso, a que algunos directores hayan pedido su renuncia. CLC convocó ayer a una junta de accionistas, a petición de Karlezi, para revocar el directorio de nueve integrantes y realizar nuevas elecciones.
CLC opera cinco edificios que suman 228 mil metros cuadrados y cuenta con 336 camas, las que subirán a 500 una vez que concluya una ampliación en curso. Además, posee 28 pabellones quirúrgicos, 126 salas de procedimientos, 250 consultas médicas y boxes de atención y 88.130 m2 de estacionamientos subterráneos. También cuenta con cuatro centros médicos en Chicureo, La Parva, Valle Nevado y Peñalolén. A junio contaba con una dotación total de 3.188 trabajadores.
La Clínica Mayo ha sido un referente para CLC. Cuando en la primera mitad de 2020 CLC inició la renegociación de los precios cobrados a los médicos por el uso de sus instalaciones, encomendó un análisis a Vinson Consultores. Los especialistas escribieron ahí que la Clínica Mayo, una de las mejores clínicas de ese país, funciona con un esquema de pago fijo a sus médicos desde hace más de 40 años. Ese modelo -que analizó CLC en su reorganización tras el cambio de control- permitía, según los consultores, “eliminar incentivos financieros a realizar más de lo necesario o menos de lo deseado al paciente”, aseguraba salarios competitivos y excluía incentivos adicionales y el pago de bonos.
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