Sí, Zoom tiene una oficina. No, no es un lugar de trabajo
En un futuro de trabajo híbrido, el gigante de las videollamadas ve la oficina más como un lugar de trabajo externo. Lo que Zoom cree es que las oficinas se han convertido en un lugar para ser social. Ya no sirven tanto para hacer un buen trabajo como para hacer posible un buen trabajo, y sus funciones principales son facilitar la colaboración y fomentar el compañerismo.
SAN JOSÉ, California - Todo el mundo con cierto tipo de trabajo tiene ya mucha experiencia hablando con alguien en una pantalla. Pero la reunión que mantuve hace poco con una ejecutiva de Zoom tenía algo de asombroso.
Ella estaba en Zoom desde su casa de Texas. Yo estaba dentro de la sede de Silicon Valley de la misma empresa de videollamadas.
Había acudido a las oficinas de Zoom para entender cómo estaban gestionando las disrupciones del trabajo híbrido que afligen a las empresas de todo el mundo. Nunca ha habido tanta incertidumbre sobre quién debe trabajar, dónde y cuándo. La brusca transición al trabajo a distancia fue más suave que la adaptación a la realidad actual, en la que algunos se quedan en casa y otros vuelven a la oficina.
“Es la pregunta del millón que todo el mundo sigue intentando responder”, me dijo Kelly Steckelberg, directora financiera de Zoom, en el Zoom más extraño de mi vida. “No sé si hemos encontrado exactamente el equilibrio adecuado todavía”, sostuvo.
Pero para Zoom es más que una cuestión de un millón de dólares. En realidad, vale muchos miles de millones. El producto de Zoom, que antes era un nicho, se convirtió en un nombre reconocido a principios de la pandemia, cuando su tecnología de videoconferencia simuló la experiencia de estar juntos, y hay pocas empresas con mayores incentivos financieros para acertar con el futuro del trabajo.
Hasta ahora ha descubierto que mucha gente quiere trabajar desde la oficina, incluso la gente de Zoom. Sólo que no quieren trabajar desde las oficinas todos los días de la forma en que lo han hecho siempre.
“¿Cuál es el propósito de una oficina?”, comentó Matthew Saxon, director de personal de Zoom. “Será diferente para las distintas empresas, pero una de las cosas que creo que ha demostrado este enorme experimento del que todos hemos formado parte es que no es necesariamente para tener el trabajo listo”.
Eso habría sonado absurdo no hace mucho tiempo. Y todavía lo es para mucha gente.
Pero lo que Zoom cree es que las oficinas se han convertido en un lugar para ser social. Ya no sirven tanto para hacer un buen trabajo como para hacer posible un buen trabajo, y sus funciones principales son facilitar la colaboración y fomentar el compañerismo.
La oficina es ahora como un lugar fuera de la oficina.
“La gente quiere utilizar la oficina para reunirse”, dijo Alana Collins, responsable de inmobiliarias y lugares de trabajo de Zoom.
Tengo que admitir que visitar las oficinas de Zoom para conocer a la gente en persona me pareció un poco como comer en el casino de Pepsi y pedir una Coca-Cola. La sede mundial de la empresa se encuentra en un boulevard del centro de la ciudad rodeado de palmeras, en una zona del país con la tasa de ocupación de oficinas más baja. Era un día supuestamente ajetreado en Zoom, pero vi más gente en una cafetería de enfrente.
Resulta que Zoom y sus 8.000 empleados se enfrentan al problema fundamental del trabajo híbrido que la tecnología de la empresa intenta resolver: cómo ser productivo y creativo sin estar en el mismo lugar.
Resulta curioso que muchas empresas tecnológicas estuvieran basadas casi exclusivamente en oficinas antes de la pandemia, dada la facilidad con la que han dejado atrás ese mundo. Zoom dio permiso a sus empleados para trabajar desde casa para siempre a principios de este año, y sólo el 1% tiene presencia regular en la oficina, con un 75% viviendo a distancia y el resto identificándose como trabajadores híbridos.
“Funcionaba antes de la pandemia porque estábamos todos en la oficina, y funcionaba una vez que lo teníamos claro en casa, porque estábamos todos en casa”, declaró Steckelberg. “Y ahora estamos en el medio”, agregó.
En esa especie de limbo es donde nos encontramos la mayoría de nosotros estos días.
Hay muchas oficinas que funcionan más o menos como de costumbre desde hace dos años, y la mayoría de la gente no puede permitirse el lujo de hacer llamadas desde su habitación.
Para los que sí tienen la opción de trabajar desde casa, el acuerdo más común es algún tipo de configuración híbrida, según la Encuesta sobre Acuerdos y Actitudes Laborales, dirigida por economistas que han estudiado a miles de empleados desde el inicio de la pandemia. Sus datos sugieren que los trabajadores del conocimiento prefieren la oficina algunos días a la semana, no todos los días, pero tampoco nunca.
No quieren trabajar en la casa o en la oficina. Quieren trabajar en la casa y en la oficina.
Por eso, las empresas no tecnológicas que arrastran a sus empleados de vuelta a la oficina podrían tener una oportunidad este otoño, sobre todo porque la gente está harta de cualquier cosa que le recuerde las restricciones de la pandemia: hoy en día, hay improperios que son más aceptables entre las personas más educadas, que en Zoom.
Los primeros días de la pandemia fueron horribles para el mundo, pero fenomenales para Zoom, y hubo un momento el año pasado en el que alcanzó una capitalización bursátil máxima de US$ 159.000 millones, lo que la hizo valer brevemente más que Exxon Mobil. Pero al igual que otros ganadores de la pandemia, Zoom es uno de los mayores perdedores bursátiles del año pasado. Su capitalización bursátil ha descendido a US$ 24.000 millones, por debajo de donde estaba cuando la oficina de la empresa cerró a principios de 2020.
La oficina estaba tan abarrotada entonces, que los empleados que buscaban un lugar para trabajar se encontraban, a menudo, desbordados en los pasillos. Ahora sus escritorios están vacíos, el estacionamiento en el que antes se disputaban los puestos está desierto y la mayoría de sus nuevos colegas nunca han puesto un pie aquí.
Pero ni siquiera Zoom predice el cierre de la oficina.
“Me sigue gustando la idea de tener oficinas ocupadas”, aseguró Saxon. “Creo que tenemos que optimizarlas para que sean tan buenas o mejor que las que teníamos antes”.
Si alguna empresa estuviera dispuesta a construir una oficina así, sería una con la última tecnología de Zoom. Que, por cierto, es Zoom.
Un ejemplo sencillo pero potente del software de Zoom es la función Smart Gallery de la empresa. Supongamos que hay una reunión en una sala de conferencias con algunas personas reunidas en persona y otras que asisten por Zoom. Smart Gallery muestra las caras de todos los asistentes en sus propios recuadros individuales, además de la imagen general de la sala de conferencias, lo que pretende poner a los trabajadores remotos en igualdad de condiciones con sus colegas de la oficina.
Las oficinas de Zoom también tienen zonas comunes con “vallas acústicas” que bloquean el ruido ambiental, monitores que muestran tablas de asientos para que puedas elegir un escritorio cerca de tu equipo y señales fuera de las cabinas telefónicas que se vuelven rojas cuando están ocupadas para que puedas ver cuáles están libres sin tener que mirar incómodamente a través de las ventanas.
El objetivo del trabajo híbrido es acomodar a los empleados sin importar dónde se encuentren en un día determinado. Pero las empresas no pueden declararse repentinamente flexibles, del mismo modo que las personas no pueden levantarse un día y tocarse los dedos de los pies.
Zoom utilizó oficinas en Ámsterdam, Denver y Sydney para estudiar las pautas del trabajo híbrido, y esos espacios de laboratorio ya han inspirado un gran cambio: Zoom derribó los cubículos aquí en la sede de San José para que se pareciera menos a un lugar de trabajo tradicional y más a un espacio para eventos.
Después de salir de mis reuniones de Zoom, sentí curiosidad por conocer otra perspectiva, así que llamé a alguien cercano, el economista de la Universidad de Stanford Nick Bloom, cuyas investigaciones se centraron en estas cuestiones laborales, décadas antes de que se convirtieran en el campo de batalla de la América corporativa.
El trabajo en la oficina es mejor para las actividades de grupo, como las reuniones, la formación y la tutoría, señaló Bloom, mientras que el trabajo a distancia es mejor para las tareas individuales, como la escritura, la codificación y el pensamiento profundo. Ahora, el trabajo híbrido puede ofrecer lo mejor de ambos mundos. Estas conclusiones me resultan familiares: son similares a las de Zoom.
Pero en la mayoría de las empresas tecnológicas, el péndulo del trabajo híbrido sigue estando más cerca del lado remoto, así que le pregunté al director de personal de Zoom si había algo que pudiera hacer que volviera a la oficina.
La teoría más provocativa que planteó Saxon fue la posibilidad de que el trabajo a distancia resulte perjudicial a largo plazo. ¿Los que trabajan desde casa estarán más solos y serán más insanos? ¿Y si las investigaciones demuestran que los hombres y mujeres que acuden a la oficina ascienden más rápido y ganan sueldos más altos que los que acuden a las reuniones con el Zoom? ¿Cómo pueden los empleados jóvenes aprender de sus colegas y las empresas mantener su cultura sin compartir un espacio físico?
Todavía no tiene las respuestas. Cuando se trata de trabajo híbrido, nadie las tiene.
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