¿Son los problemas de Intel demasiado grandes para solucionarlos?
La salida de Pat Gelsinger como CEO podría abrir algunas opciones, pero los problemas de Intel en la tecnología de fabricación y los cambios del mercado siguen siendo significativos.
La búsqueda de Pat Gelsinger para salvar Intel ha llegado a un abrupto final. Quienquiera que dirija a partir de ahora el famoso fabricante de chips tendrá que realizar una hazaña heroica.
Intel anunció el lunes que Gelsinger se retiraba como director ejecutivo y abandonaba el consejo de administración. Gelsinger calificó el día de “agridulce” y el presidente del consejo de administración, Frank Yeary, señaló en el comunicado de prensa el objetivo de “restaurar la confianza de los inversores”. Las acciones de Intel perdieron un 61% de su valor entre el primer día de trabajo de Gelsinger, a principios de 2021, y el cierre del viernes, lo que las convierte en las de peor rendimiento del índice de semiconductores PHLX en ese periodo, según datos de S&P Global Market Intelligence. El S&P 500 ha ganado un 53% en el mismo periodo.
La salida de un director ejecutivo tras una racha tan poco alentadora suscita naturalmente cierta esperanza; las acciones de Intel subieron más de un 5% el lunes por la mañana antes de terminar el día con una ligera pérdida. Pero la medida plantea aún más dudas sobre la trayectoria de la empresa, tanto a corto como a largo plazo. El actual director financiero, David Zinsner, y Michelle Johnston Holthaus, que ha estado dirigiendo el negocio de chips para PC de Intel, actuarán como codirectores ejecutivos mientras el consejo busca un sucesor permanente. Intel se acerca al final de su ambiciosa carrera por equiparar sus procesos de fabricación con los del gigante Taiwan Semiconductor Manufacturing.
La culminación de esa carrera es un proceso de producción denominado Intel 18A. En su última conferencia sobre beneficios, el 31 de octubre, Intel declaró que se espera que los primeros chips fabricados con este proceso empiecen a comercializarse a mediados del año que viene. Mucho depende de su éxito, ya que 18A es la fase final del plan de Gelsinger para que Intel recorra cinco de los llamados nodos en cuatro años (Intel solía dedicar al menos dos años a un solo nodo).
Por tanto, un cambio de CEO tan tarde en ese ciclo, naturalmente, levanta algunas dudas. “Como abanderado del lema de la empresa ‘cinco nodos en cuatro años’, la repentina marcha de Gelsinger nos deja inseguros sobre el camino estratégico que Intel tiene por delante”, escribió Joshua Buchalter de TD Cowen en una nota a clientes el lunes. En su propio informe, Stacy Rasgon, de Bernstein, afirmaba: “Habríamos esperado que Pat llegara al menos hasta que el 18A saliera por la puerta (momento en el que veríamos cómo se apila), y como no lo ha hecho, uno tiene que preguntarse si su marcha presagia alguna implicación negativa para la salud de la hoja de ruta del proceso”.
Los otros grandes problemas de Intel consisten tanto en vender los chips que fabrica, como en encontrar empresas dispuestas a utilizar sus fábricas para producir los suyos. Por el momento, ninguna de las dos cosas va bien. El negocio de fundición de Intel, que se encarga de la fabricación para clientes externos, ha perdido más de US$ 11.000 millones en los nueve primeros meses de 2024, casi el doble de lo que perdió en el mismo periodo del año pasado. Y aunque las acciones de la empresa subieron después de que su informe del tercer trimestre mostrara que los ingresos de los centros de datos superaron las expectativas de Wall Street tras cuatro trimestres consecutivos de pérdidas, la unidad sigue generando la mitad de los ingresos anuales que obtuvo en 2020, justo antes de que Gelsinger asumiera el cargo.
Esto se debe a la pérdida de cuota de Intel frente a Advanced Micro Devices en los chips de CPU para servidores y al auge de la demanda de los chips de GPU de Nvidia utilizados en la informática de inteligencia artificial. El intento de Intel de crear una GPU para centros de datos ha sido un fracaso; la compañía admitió en su última llamada que su recién lanzado chip GPU Gaudi no alcanzará su objetivo de US$ 500 millones de ingresos este año. Se prevé que la actual familia de GPU para centros de datos de Nvidia, conocida como Hopper, alcance unos ingresos de casi US$ 83.000 millones en el ejercicio fiscal que finaliza en enero, según las estimaciones de consenso de Visible Alpha.
Algunos creen que la salida de Gelsinger plantea la posibilidad de algún tipo de acuerdo, tal vez uno que separe el negocio de diseño de productos y chips de Intel de su rama de fundición, que pierde dinero. Pero eso sería extremadamente difícil, ya que los US$ 7.860 millones que Intel está recibiendo del gobierno de EE.UU. a través de la Chips Act, exigen que la empresa conserve al menos el 50% de la propiedad de sus fábricas. Y es poco probable que un comprador extranjero pase el examen de los reguladores, dada la posición de Intel como el mayor fabricante de chips de Estados Unidos.
Intel, en resumen, no tiene opciones fáciles, e incluso pocas muy difíciles. La fabricación de chips es un proceso complicado que requiere años de investigación y desarrollo en cada proceso y producto. Gran parte de la difícil situación actual de la empresa se debe a errores estratégicos cometidos mucho antes de que Gelsinger regresara a la empresa. “Creemos que la posibilidad de una nueva estrategia suscita cierto optimismo, pero Intel se encuentra en una posición difícil y el camino a seguir será complicado sea cual sea el liderazgo”, escribió el lunes Chris Caso, de Wolfe Research, en una nota a clientes.
Incluso con casi dos tercios de su valor de mercado perdidos bajo el mandato del último director ejecutivo, el nuevo jefe de Intel tendrá que hacer frente a una tarea sorprendentemente difícil.
-Traducido del inglés por Pulso.
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