Crisis de la eurozona: la medicina de la austeridad que podría matar al paciente
Pregúntele a las autoridades si se ha hecho lo suficiente para frenar la crisis de deuda de la eurozona de dos años, y muchos apuntarán al número de nuevas reglas e instituciones que, argumentan, antes habrían sido impensables.
Hay un fondo de €500 mil millones, reglas firmes con multas para los crecientes déficit de presupuesto y un nuevo “grupo de trabajo del euro” con sede en Bruselas, entre otros.
Pero después de tres meses de relativa calma a comienzos de año, gracias al €1 billón (millón de millones) inyectado por el Banco Central Europeo al sistema bancario hambriento de crédito, los mercados comenzaron a tambalearse nuevamente, preocupados de que las causas subyacentes de la crisis todavía no se hayan combatido.
De hecho, como dijo la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s en su reciente recorte de nota de la deuda española, hay una creciente sensación en el mercado de que la medicina -duros límites de deuda y déficit impuestos por las nuevas reglas que los líderes de la eurozona acordaron- podría matar en vez de curar al paciente, al sofocar el crecimiento económico.
“Creemos que la carga frontal de la austeridad fiscal en España probablemente exacerbará los numerosos riesgos al crecimiento en el mediano plazo”, escribió S&P en su declaración de recorte de nota el 26 de abril.
Privadamente, las autoridades de la eurozona reconocen que la creación de una unión monetaria eficiente y efectiva está lejos de concluirse.
Aunque el significativo poder sobre los presupuestos de los gobiernos de la eurozona se ha trasladado de los parlamentos nacionales a Bruselas, la meta de una unión fiscal y económica para acompañar a la moneda única sigue estando muy lejos de concretarse.
“La integración europea ha traído paz y prosperidad”, afirmó Mario Draghi, presidente del BCE, durante una reciente audiencia ante el Parlamento Europeo.
“Estoy convencido de que necesitamos incrementar de manera activa nuestras reflexiones acerca de la visión de largo plazo para Europa como lo hemos hecho en el pasado en otros momentos de definición en la historia de nuestra unión”, recalcó.
Pero alcanzar la unión fiscal que muchos economistas creen es esencial para la sobrevivencia del euro, exige aclarar varios obstáculos que algunos temen pueden ser infranqueables.
El primer problema, que ha dificultado las respuestas a la crisis hasta el momento, se refiere a cómo crear una unión fiscal y ha dividido al norte del sur, nuevos estados miembro de antiguos estados miembro, y a Alemania de Francia. Hasta el momento, la integración ha seguido un largo camino respaldado por Alemania y un grupo de países del norte de la eurozona cuya solvencia ha dependido de los esfuerzos de rescate del euro.
Este sistema ha estado basado en reglas, culminando en el nuevo tratado de disciplina fiscal que podría consagrar los presupuestos equilibrados y baja deuda en las constituciones nacionales.
Otros países, particularmente Italia y otros países del sur, pero también algunos países del norte como Francia y Luxemburgo, han argumentado que las nuevas reglas deben ser acompañadas por recursos fiscales si se quiere alcanzar una unión fiscal.
El primer ministro tecnócrata italiano, Mario Monti, respetado economista y ex funcionario de la UE, ha pedido por largo tiempo a la eurozona que emita bonos comunes respaldados por todos los 17 países en la unión monetaria.
Al distribuir el riesgo crediticio entre los 17 e incluir al gigante económico con calificación AAA Alemania, todo el bloque sería capaz de endeudarse a tasas bajas, argumentan los defensores de los bonos comunes, dando a los países más débiles tiempo y recursos para reformar sus economías y hacerlas más competitivas.
Los líderes alemanes han rechazado el plan, argumentando que el endeudamiento más barato también eliminaría la presión sobre las economías más débiles a hacer mejoras.
Pero Berlín también se ha resistido a otras ideas menos ambiciosas, incluyendo el impulso apoyado por París de dar al fondo de rescate de la eurozona por €500 mil millones, recursos ilimitados al vincularlo a los bolsillos sin límites del BCE.
El gobierno francés, con respaldo de otros países del G7 como Estados Unidos y Reino Unido, ha argumentado que mostrar el interés de la eurozona por proteger la moneda a través del BCE podría combatir el pánico en los mercados de bonos de la periferia, donde los operadores están preocupados de que no se les pague la deuda que poseen.
Pero Alemania se ha negado, y el impulso integracionista por el cual abogaron los líderes de la eurozona en 2011, se ha estancado en 2012.
En las últimas semanas, los electores europeos han mostrado que ellos también se están haciendo más resistentes al camino que está tomando el bloque, demostrando un nuevo interés por respaldar a los candidatos que rechazan el statu quo.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, por ejemplo, casi 30% de los votantes apoyaron a candidatos de extrema izquierda y derecha con visiones firmemente euroescépticas.
De manera similar, las últimas encuestas en Holanda, donde el gobierno cayó debido a desacuerdos acerca de las metas de déficit exigidas por Bruselas, muestran que los populistas euroescépticos y los partidos marginales podrían representar cerca de un tercio del nuevo parlamento tras la elección de septiembre.
De hecho, el ultimo gran acuerdo de los líderes de la eurozona, el tratado de disciplina fiscal, está bajo amenaza en varios frentes: desde el nuevo presidente socialista, François Hollande, quien se ha comprometido a revisarlo, a los votantes irlandeses, que probablemente lo rechazarán en un referéndum programado para fines de mayo.
“No importa el resultado, esta es una infusión necesaria y saludable de legitimidad democrática en nuestro cuerpo político”, plantea un diplomático de la UE sobre el alto perfil de los euroescépticos en las elecciones locales.
“Las buenas intenciones y políticas saludables no son suficientes. Finalmente, la integración debe ser apoyada por aquellos para quienes esta fue hecha”.
COPY RIGHT FINANCIAL TIMES
© The Financial Times Ltd, 2011.
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