Crisis europea: engendra comediantes, no fascistas
Hace algunos meses, estaba discutiendo la crisis del euro con un diplomático de alto rango de EEUU. “Estamos de vuelta en los años ’30, ¿verdad?”, dijo mi compañero con una mezcla de pesimismo y gusto. “Los extremistas van al alza”.
Después de las elecciones en Italia, estas predicciones pesimistas se están redoblando. The Spectator, una revista británica, ha calificado a Beppe Grillo como el “nuevo Mussolini de Italia”. Incluso algunos comentaristas han hecho la misma comparación.
Esto no es sólo injusto con Grillo, un comediante cuyo Movimiento Cinco Estrellas acaparó el 25% de los votos. También malinterpreta cómo la política se podría desarrollar, bajo condiciones de tensión económica. La tentación es argumentar esto porque la Depresión de los ’30 llevó al auge de fascistas y comunistas, la crisis económica actual provocará una huida similar a la extrema derecha y extrema izquierda.
Hay pocas similitudes entre Europa en ese entonces y ahora. Como en los años ’30, una crisis financiera, seguida por políticas de austeridad, ha llevado a alto desempeño. Una vez más, están surgiendo nuevos movimientos políticos. Pero si escarbamos un poco más, las comparaciones parecen superficiales. Cuando la Depresión llegó a Europa, sólo 12 años habían pasado desde que el continente había sufrido el horror de la primera guerra mundial. Cerca de 40% de los hombres franceses y alemanes de entre 19 y 21 años en 1914 fueron asesinados en los siguientes cuatro años. Italia también sufrió bajas terribles. En general, más de 10 millones de soldados murieron en Europa. Millones quedaron mutilados.
Adolf Hitler y Benito Mussolini fueron veteranos de la guerra y los movimientos que lideraron fueron profundamente moldeados por ella. Mussolini llegó al poder en los ’20, antes de la Depresión siquiera golpeara Europa. En los años ’30, Europa no estaba preparada. Los estados de bienestar eran vestigiales, de manera que el desempleo a menudo generó miseria y hambre.
Por el contrario, la Europa moderna es un continente mucho más rico y menos traumatizado. Por supuesto, las cosas son difíciles en países como Portugal, donde los salarios y pensiones han sido recortados. El desempleo es elevado en toda la eurozona y mucha gente teme por el futuro. Pero estos no son los años ’30.
El país que se ve más cerca de producir una política al estilo de los años ’30 es Grecia, cuya economía ha sufrido la contracción más profunda de cualquier estado en Europa, al contraerse 25%. Esto ha llevado al auge de Amanecer Dorado, un partido de extrema derecha que coquetea con los temas fascistas, desde el ultranacionalismo al antisemitismo. Amanecer Dorado actualmente tiene 10% de aprobación y el partido de la extrema izquierda Syriza se ubicó segundo en la última elección. Pero, por ahora, un gobierno poco popular de centro sigue manteniendo el poder.
Lo que es notable acerca de Grecia, más aún, es que sigue siendo excepcional en la Europa contemporánea. Si se mira al resto del continente, la extrema derecha y la extrema izquierda todavía no han hecho progresos dramáticos –incluso en países como Portugal, Italia y España, cuyas economías están sufriendo.
En España, donde el desempleo juvenil es ahora superior al 50%, el último acontecimiento político es el auge del nacionalismo catalán. Este es un fenómeno serio que amenaza la unidad del país. Pero esto no debiera confundir con una resurgencia del franquismo o de los movimientos anarquistas de los años ’30.
Los separatistas regionales de Italia, La Liga del Norte, emergieron antes de la crisis económica pero tuvieron un mal desempeño en la última elección. La nueva fuerza en la política italiana es Grillo y su movimiento –cuyo estilo político es muy diferente del de los fascistas italianos. Mussolini era militarista y rimbombante. Grillo usa el humor y la informalidad como su marca registrada. Es verdad que ridiculiza al parlamento y a la clase política italiana. Pero nunca ha rechazado la democracia como sistema.
De hecho, se ve más probable que los europeos modernos reaccionen a los malos tiempos votando por un comediante que por un fascista. Grillo no es un ejemplo aislado. En Islandia, cuya economía se vio devastada por una crisis financiera, los votantes eligieron a Jon Gnarr, un comediante, como alcalde de Reykjavik, la capital. Las promesas políticas de Gnarr incluyen un parlamento libre de drogas en una década.
La capacidad de un comediante de combinar ira y humor funciona desde el punto de vista político, cuando las cosas se ven feas. Los comediantes también hacen propuestas poco convencionales que remueven la pompa de la política habitual. Grillo ha prometido reducir el salario de los políticos, hacer internet más rápido y crear más ciclovías.
La dificultad para los políticos que hacen sus avances a través de payasos que cuentan verdades es que empuñar el poder les presenta alternativas nada de graciosas. Esta podría ser en parte la razón de por qué Grillo hoy rechaza las propuestas de formar un gobierno de coalición.
Donde su partido Cinco Estrellas ha ganado poder a nivel local, ha gobernado de manera pragmática. En Parma, los seguidores de Grillo están a cargo de una ciudad casi en quiebra. Respondieron refinanciando la deuda y realizando recortes de gastos. De manera similar, en Reykjavik, el alcalde comediante ha tenido que recortar empleos y elevar impuestos.
Por el contrario, las propuestas de Grillo para la crisis económica de Italia han sido mucho más radicales. Ha hablando de dejar de pagar la deuda de Italia y ha flirteado con la idea de que Italia deje el euro. La mayoría de los políticos tratan estas ideas como un mal chiste. Pero, a menos que puedan encontrar una manera de avanzar más atractiva que otros cinco años de austeridad, Grillo y sus imitadores podrían ser los últimos en reír en Italia.
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© The Financial Times Ltd, 2011.
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