El Banco de Japón toma su decisión tipo Pearl Harbor




La historia de Japón está llena de momentos en los que las élites se reunieron en torno a un cambio dramático en la estrategia. En 1868, sus dirigentes abandonaron cientos de años de feudalismo en respuesta a la amenaza del colonialismo occidental. En 1945, abandonaron la búsqueda de la "grandeza" a través de medios militares y buscaron la prosperidad económica. Ahora, después de 15 años de deflación, el liderazgo de Japón se ha invertido. En términos estratégicos, el cambio repentino es una reminiscencia del famoso ataque a Pearl Harbor.

Los lectores pueden considerar que la comparación es de mal gusto. No se perderán vidas valiosas como consecuencia de la expansión de la base monetaria, sin embargo, las advertencias de los alarmistas dicen que va a llevar a la ruina hiperinflacionaria. Sin embargo, hay paralelos interesantes. En 1941, los planificadores de guerra de Japón creyeron que el conflicto con EEUU era inevitable. En julio de ese año, Washington impuso un embargo de petróleo a Japón en respuesta a la invasión de la Indochina francesa. Tokio decidió que necesitaba tomar el control del petróleo de las Indias Orientales Holandesas, hoy Indonesia - lo cual se supone, llevaría inevitablemente a EEUU a la guerra. En otras palabras, el conflicto con Washington venía. Mejor anticiparse con la esperanza de obtener ventajas significativas a través de un ataque por sorpresa.

Algo del mismo tipo está pasando en lo que respecta a la inflación. La lógica es así: la actual posición fiscal de Japón es insostenible, no se puede endeudar por la mitad de lo que se gasta de forma indefinida, sobre todo cuando su población activa - y, por lo tanto, su base imponible probable - se va a reducir de forma indefinida; la población de Japón hoy es de 127 millones de personas y se reducirá a 108 millones en 2050.

Por lo tanto, una especie de crisis de la deuda está por venir. Sin embargo, con más del 90% de la deuda en manos internas, es poco probable que futuros gobiernos caigan en impago. Mucho más plausible, recurrirán a las imprentas. Y si el resultado es la inflación de todas maneras, seguramente es mejor ser el primero. Como con Pearl Harbor, la esperanza es que, golpeando primero, se tenga la opción de ganar otro golpe.

Algunos críticos de la reflación dicen que va a funcionar bien. El resultado, predicen, será de fugas capitales, el colapso del yen y la inflación galopante. Esto es concebible, pero está lejos de ser inevitable. Si el Banco de Japón puede generar inflación, representa una buena oportunidad de controlarlo. Otros críticos dicen que no funcionará en lo absoluto. Su argumento es que Japón ha sido agresivo imprimiendo dinero por años sin éxito. Eso tampoco es cierto.

Una de las preocupaciones expresadas por los países vecinos como China es que el "mecanismo de transmisión" de la política es a través de la devaluación. Les preocupa que las inundaciones de dinero salgan de Japón, empujando hacia abajo la moneda y mejorando la competitividad de sus exportadores, "robando" crecimiento a otras economías.

El BoJ está acelerando la compra de bonos del gobierno con el fin de obligar a las instituciones financieras a reciclar el ahorro hacia activos de mayor riesgo, con una mayor rentabilidad. Pero ¿qué pasa si esos activos no existen?

También surge la pregunta de si el mundo va a tolerar la devaluación nipona. Aquí las señales no son tan malas. El Fondo Monetario Internacional dijo esta semana que las quejas sobre la devaluación competitiva eran "exageradas". Incluso algunos funcionarios chinos han  apoyado cautelosamente la política nipona. El ataque monetario preventivo de Japón será un poco más controvertido que Pearl Harbor. Y podría funcionar.

COPY RIGHT FINANCIAL TIMES

© The Financial Times Ltd, 2011.

Datos clave

90% de la deuda de Japón está en manos internas; es poco probable que futuros gobiernos caigan en impago.

127 millones de personas es la población actual de Japón, y se espera que se reduzca a 108 millones en 2050.

1945 año en que los japoneses abandonaron la búsqueda de la "grandeza" con medios militares y buscaron la prosperidad económica. El cambio de política monetaria ahora es tan drástico como ese.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.