El orgullo argentino y la política internacional de Buenos Aires
O cómo los resentimientos llegan a dictar la política nacional.
Cristina Fernández, la presidenta de Argentina, se convirtió en una líder populista y poco popular. Los argentinos se agotaron de sus orgullosas arengas y verdades selectivas. Como un gobernador de la oposición dijo la semana pasada: “Señora, el diálogo es mejor que sus monólogos para resolver los problemas que tenemos… Aburre con sus ataques”.
Las cosas están un poco mejor afuera. La semana pasada el Fondo Monetario Internacional censuró a Argentina por sus estadísticas incorrectas. Esto es más serio de lo que parece. Las discrepancias estadísticas son tan evidentes que, a menos que se corrijan, Argentina podría enfrentar la expulsión del Fondo, y podría ver el término de sus préstamos multilaterales, así como una suspensión del G20.
Como es habitual, en lugar de admitir un error, Buenos Aires pateó de vuelta, diciendo que la censura era la evidencia de que “el FMI estaba en contra de Argentina, otra vez”. Fernández también envió 28 tweets de protesta. Esto representa un retroceso para la narrativa del gobierno, de un país al que le ha ido mal y que los financistas internacionales quieren mancillar. Créalo si usted quiere. Muchos en Buenos Aires parecen hacerlo.
Y también está el alboroto por las Islas Falkland o Las Malvinas, como son conocidas en Argentina. Héctor Timerman, Ministro de Relaciones Exteriores, rechazó reunirse con William Hague en Londres esta semana, cuando su contraparte británica sostuvo que, si su discusión llegaba a abordar las Falkland, se invitaría a representantes de las islas a formar parte de la discusión. Para ser justos, Reino Unido no insiste que isleños de Gibraltar asistan a diálogos con España. Pero nuevamente, España no ha hecho de Gibraltar el centro de su política exterior. Timerman, que quiere conversar sobre el futuro de las Falkland bajo cualquier condición, aseguró que la condición de Hague era inaceptable. Tal vez la contradicción se le escapó.
Tales interrupciones podrían estar conllevando a un curioso realineamiento internacional de Buenos Aires. Si occidente se resiste cada vez más, Fernández, en cambio, se juntará con los chicos malos. De hecho, su gobierno recién formó una “comisión de la verdad” con Irán para investigar el ataque terrorista de 1994 que dejó 85 muertos. Como resultado, Buenos Aires arregló diferencias con Teherán por un incidente de hace 19 años, pero no con Londres por una disputa de hace 180 años, o con el FMI. Por sus amigos los conocerás.
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© The Financial Times Ltd, 2011.
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