Empresas familiares: más visionarias y menos arriesgadas




Copec, Latam, Falabella, Quiñenco y Carozzi, pertenecen a rubros muy distintos, pero que coinciden en su origen: la familia. En Chile un amplio porcentaje de la riqueza está en manos de grupos empresariales y familias que han logrado a lo largo de los años diversificar sus líneas de negocio, más allá de lo que quizás alguna vez imaginó el fundador de la compañía.

El profesor Patricio Durán de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), presentará este miércoles un estudio comparativo en 42 países, en el que identifica las diferencias entre las empresa familiares de las no familiares, su comportamiento estratégico y cómo se relacionan con la innovación.

El 41% de las grandes empresas a nivel mundial, considerando aquellas que están abiertas en bolsa, están controladas por una o más familias. En el caso de Chile este número se eleva a 56%. Se estima que el crecimiento en los próximos años de los países en desarrollo estará dado por las acciones que implementen las familias empresarias, por lo que resulta trascendente entender cómo piensan y cómo se desenvuelven en escenarios más adversos.

Según Durán, que el control de la empresa esté en manos de un familiar, arrastra como efecto positivo una perspectiva de largo plazo, ya que las inversiones están motivadas a sustentar el negocio de las futuras generaciones, lo que se denomina capital paciente. “Dada este tipo de inversión de largo plazo, las empresas familiares durante lograron sortear mejor los vaivenes de la economía. Son capaces de no caer en el juego de incertidumbre económica de corto plazo”, explica Durán.

Otra característica es que este tipo de compañías poseen un mayor cuidado del dinero, lo que se traduce en un fuerte control de costos y en asumir menos riesgos, además de contar con una fuerte cultura interna que proviene de las convicciones y valores del fundador. Mientras que en los aspectos negativos de las empresas familiares está la escasez de talento interno para liderar la empresa, es decir, problemas de sucesión.

En esta línea y entre los aspectos que pueden impactar negativamente a la compañía, está el que las familias empresarias tienen una mayor aversión al riesgo, respecto a inversiones que impliquen altos grados de incertidumbre, como ocurre con la innovación.

En este sentido el estudio de la UAI recalca que a medida que el control de la compañía pasa a las siguientes generaciones, se va perdiendo el interés por innovar. Esto se explica porque el fundador es un emprendedor nato, que busca hacer crecer constantemente la empresa a como de lugar, mientras que sus hijos y nietos tienen la preocupación puesta en cuidar la riqueza y hacerla rentable para los próximos años. Cabe considerar que en promedio las empresas invierten más del 10% de las ventas en innovación y desarrollo. Conseguir este capital a veces pasa por la decisión de solicitar préstamos bancarios o abrir la venta de acciones al mercado. Pero estas decisiones podrían poner en riesgo el control familiar.

En este punto el informe hace la siguiente salvedad: si bien “es cierto que las empresas familiares invierten relativamente una menor cantidad de recursos financieros en apoyar procesos de innovación en comparación con las empresas no familiares, las primeras son más efectivas en traducir tales recursos en  nuevas patentes, nuevos productos, y/o procesos internos más innovadores”.

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