Francia no debe soñar con la guillotina




Francia al borde de la revolución? ¿Está el presidente François Hollande  en peligro de ser arrastrado a la guillotina?, estas suenan como preguntas tontas. De hecho, lo son. Sin embargo,  hablar de una nueva revolución es sorprendentemente común en Francia estos días. La edición de esta semana de Le Point, el seminario líder en noticias, pregunta en su portada; "¿Estamos en 1789?", e ilustra el tema con una foto de Hollande, disfrazado de Luis XVI, el desventurado monarca ejecutado por los revolucionarios. Incluso los académicos están haciendo la misma comparación.

La pregunta que me dejó perplejo en cambio, fue por qué el ánimo del público y de los intelectuales es tan oscuro. Es cierto que las cosas no están bien. La economía está entrando en recesión. El desempleo es alto. La deuda va en aumento. Jérôme Cahuzac, ministro de presupuesto, tuvo que renunciar porque se reveló que tenía una cuenta secreta en Suiza. Hollande, en el cargo hace un año, tiene un índice de aprobación de tan sólo 26%.

Sin embargo, a juzgar por el estado de la mayoría de los vecinos, la situación en Francia no es tan mala. El déficit presupuestario de este año sería de 3,7% del PIB, mientras que en Gran Bretaña, es de 7,4%. La deuda de Francia es más del 90% del PIB, aunque la de Italia es de más del 125%. Su tasa de desempleo es de un doloroso 10,6%, pero en España es ahora más de 26%. A diferencia de España e Italia, los franceses son capaces todavía de endeudarse a tasas bajísimas en los mercados. La economía francesa sigue siendo la quinta más grande del mundo.

La reacción contra Hollande, sin embargo, puede ser por las expectativas frustradas. El hizo una campaña como un hombre que rechazaría la "austeridad". Sin embargo, el gobierno se ha comprometido  a nuevos recortes de gastos, y el esfuerzo por crear una tasa impositiva máxima del 75% ha degenerado en una farsa, después de los reveses en los tribunales y personas de alto perfil como la estrella de cine Gérard Depardieu saliendo del país. El asunto de Cahuzac envió un desastroso mensaje sobre la hipocresía en el poder. Las encuestas muestran que el alto desempleo es la principal fuente de insatisfacción con el presidente.

Hollande hizo una campaña como un hombre "normal", en contraste con el "bling" de la presidencia de Nicolas Sarkozy. Pero hay una línea muy fina entre ser normal y ser poco presidencial.

Sin embargo, gran parte de la ira hacia el presidente francés parece exagerada. Es cierto que aún no se ha establecido el orden de las finanzas. Pero ningún gobierno francés ha presentado un presupuesto equilibrado desde 1974. La economía está en problemas, pero es difícil alcanzar un auge cuando los grandes mercados como Italia y España están en una profunda depresión. Hollande es claramente inteligente y serio.

El verdadero problema puede ser que los dos pilares en los que se ha construido la "excepción francesa" desde 1945, están tambaleando. En casa, Francia se enorgullecía de su "modelo social", de un Estado poderoso y generoso. En el exterior, el poder global del país debía ser reconstruido a través de una Unión Europea construida en torno a un "motor franco-alemán".

La UE está ahora en una profunda crisis. Y la pretensión de que se está ejecutando en forma conjunta por Francia y Alemania, ha sido despojada por la brecha que existe en el desempeño económico de ambos países.

La certeza de más recortes en el gasto público subraya que el modelo social tan apreciado de Francia ha tocado techo. Eso podría no ser malo. Incluso Hollande ha reconocido que un Estado que consume el 56% del PIB es demasiado grande. Pero hay poco interés público por una reforma en Francia. En realidad los "mercados" y el "liberalismo" se han vuelto aún menos populares tras la crisis financiera.

En cambio, tanto la extrema-derecha como la extrema-izquierda - que en conjunto obtuvieron un 30% de los votos en las últimas elecciones presidenciales - están haciendo avances en las urnas. El fantasma del extremismo político está avivando la agitación política.

Podría ser también que, sin una visión convincente de un futuro europeo, los comentaristas se vean tentados a mirar hacia atrás, a un pasado glorioso y turbulento. Sin embargo, la verdad es que no estamos en 1789, sino en 2013, y Francia tendrá que seguir adelante con la poco atractiva tarea de una reforma económica.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

Debes saber

¿Qué ha pasado?
Hablar de una nueva revolución es sorprendentemente común en Francia estos días. Y Hollande tiene apenas una aprobación de 26%.

¿Por qué ha ocurrido?
Las encuestas muestran que el alto desempleo es la principal fuente de insatisfacción con el presidente.

¿Qué hay detrás de este rechazo?
La reacción contra Hollande puede ser por las expectativas frustradas. Pero la ira en su contra puede parecer exagerada comparando las cifras de ese país con sus vecinos.

Datos clave

1974. Desde ese año ningún gobierno francés ha logrado presentar un presupuesto equilibrado.

10,6% es la tasa de desempleo de Francia. En contraste, el desempleo en España alcanza actualmente más de 26%.

90% es la deuda de Francia como porcentaje del PIB, aunque la de Italia es superior al 125% del PIB.

3,7% del PIB. Ese sería el déficit presupuestario de este año en Francia, mientras que en Gran Bretaña es de 7,4%.

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