Geithner: "Las crisis son devastadoras. Pero se puede limitar el daño"




Tim Geithner -ex secretario del Tesoro estadounidense- se ha especializado en crisis financieras. En los ’90, trabajó en las crisis asiática y mexicana. Como presidente de la Reserva Federal de Nueva York (2003 a enero de 2009) y luego como secretario del Tesoro del presidente Barack Obama (hasta enero de 2013), estaba en el centro de los esfuerzos por hacer frente a la crisis financiera que golpeó a EEUU en 2007 y que alcanzó su peak un año después.

El mes pasado Geithner asumió un nuevo rol como presidente de Warburg Pincus, una firma de capital privado de Wall Street. ¿Fue un ajuste difícil? “Estaba preparado para esto, había pensado mucho y pasé un año escribiendo un libro y pensando acerca de lo que he hecho y hablando sobre ello. Pero también hice diez viajes con mi señora, y fue maravilloso”.

Su libro, “Stress Test” ha llegado justo en el momento de la tormenta que ha creado el libro “Capital en el siglo XXI” de Thomas Piketty. “Escribí el libro porque quería explicar lo que he hecho y por qué los pánicos son diferentes, por qué exigen un tipo diferente de respuesta contraintuitiva y quería hacerlo para el largo plazo”.

Entonces ¿cuál es el mensaje? “Bien, las crisis financieras son devastadoras. Pero no está fuera de la capacidad humana limitar el daño. Se necesita elementos que absorban los shocks, como más capital. Pero también hay que equiparse con una serie de herramientas poderosas y usarlas de manera agresiva frente al pánico. Creo que lo más difícil de entender es que las corridas durante el pánico requieren diferente respuesta -una respuesta mucho más contraintuitiva- que una crisis financiera normal”.

Para lograr mejores resultados, argumenta, hay que luchar “contra las reacciones instintivas que la gente tiene en crisis normales, que es ser indiferente a la quiebra de firmas individuales, o acoger la austeridad rápidamente. Y creo que el gran error de concepción que persiste es que actuamos con una preocupación excesiva por los bancos en vez de por el reconocimiento de que si dejamos al país vulnerable a la quiebra del sistema, dejamos a la persona promedio expuesta a un daño mucho mayor incluso que el que vimos en esta crisis”.

“Diría que hicimos tres tipos de cosas que fueron bastante diferentes que las recetas habituales. Una que es usar la política monetaria, fiscal y la estrategia financiera en conjunto. Lo segundo es que hicimos amplio uso de garantías. Dado que gran parte del sistema estaba fuera de los bancos, tuvimos que diseñar herramientas mucho más complicadas. Lo tercero, las pruebas de tensión, fueron un dispositivo nuevo para tratar de recapitalizar el sistema financiero y reestructurarlo lo más rápido que se pudiera y en una manera en que, dentro de lo posible, redujera el riesgo para el contribuyente. Entonces, queríamos diseñar algo que maximizara la opción de que los mercados privados recapitalizaran el sistema”. De hecho, dice, el incentivo de recaudar capital de manera privada mostró ser “mucho más efectivo de lo que pensábamos”.

¿Cómo pudieron salir tan mal las cosas? “Tuvimos un período de 50 a 70 años de tranquilidad en las finanzas en EEUU. Esto engendró este grado de excesiva confianza. Y esas condiciones permitieron que pasaran dos cosas peligrosas. Uno fue el largo período de crecimiento en la deuda como porcentaje del PIB. Lo segundo fue que en Estados Unidos la mayor parte del riesgo terminó fuera del centro del sistema bancario”.

¿Será posible entonces, que el éxito en evitar otra Gran Depresión lleve a la gente a repetir las locuras muy pronto? “Sí, pero creo que el mayor riesgo es que este exceso de inseguridad y falta de confianza lleve a niveles de crecimiento por debajo de lo óptimo por un largo período de tiempo. También tengo una visión más optimista de lo que puede ocurrir porque, aunque somos vulnerables a manías, eso sólo pasa cuando las políticas han sido exitosas por mucho tiempo. Pero el hecho de que no se pueda eliminar el riesgo de crisis y pánicos sistémicos no significa que no se tenga una gran capacidad para limitar sus efectos”.

Según Geithner, la reacción a la crisis fue tardía “en gran parte debido a los límites en las herramientas que teníamos, porque no teníamos la autoridad -hasta que el pánico aterrorizó a la gente- para hacer lo que teníamos que hacer. Además estaba esa incertidumbre al comienzo: no se sabe si el shock es sistémico. La respuesta óptima debiera ser gradual porque se aprende de ello y no se quiere ser demasiado generoso de manera prematura”.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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