Gobierno de Cristina Fernández siente la fuerte presión política

Han sido semanas duras para Cristina Fernández. La presidenta argentina ha tenido que mirar al mundo enamorarse de un Papa bonaerense cuya seductora simplicidad le ha dado niveles de aprobación y una influencia mundial con la cual ella sólo podría soñar.

Su ciudad natal fue golpeada por fatales inundaciones, exponiendo las limitantes de un modelo económico del gobierno en el cual el gasto en infraestructura se ha desplomado, perjudicando la competitividad argentina. Y la cándida crítica del presidente uruguayo, José Mujica -que sin saber que su micrófono estaba encendido describió a Fernández como "terca" y "peor" que su fallecido marido y predecesor- probablemente tocará la fibra sensible de otros socios comerciales cansados de las restricciones a las importaciones y políticas proteccionistas de Argentina.

En una desviación del protocolo al estilo del Papa Francisco, Fernández la semana pasada visitó el barrio inundado de La Plata, la capital provincial de Buenos Aires donde creció y donde 51 personas murieron luego de lluvias torrenciales. En vez de inspirar devoción, se encontró con la hostilidad de algunos irritados residentes. Las redes sociales ya han empezado a planear una marcha nacional contra el gobierno, el 18 de abril, tras las protestas de decenas de miles de personas en noviembre y septiembre pasados. Analistas políticos plantean que las inundaciones probablemente perjudicarán los niveles de aprobación de Fernández, que se habían estado recuperando y que estaban cerca de 42% antes de la tragedia.

En contraste, los niveles de aprobación del Papa a nivel local son cerca de 65%, según una encuesta dada a conocer el mes pasado. La presidenta tuvo que enmendar las relaciones con un pontífice que ella y su marido por mucho tiempo desairaron cuando era cardenal.

"La elección del Papa Francisco ha cambiado de manera parcial el clima político", plantea Sergio Berensztein de Poliarquía, una consultora política y encuestadora. "Ha permitido a Cristina Fernández proyectar una imagen menos confrontacional".

Apenas horas después de reunirse con el Papa Francisco luego de su investidura, el gobierno llenó de afiches alrededor de Buenos Aires con fotos de las manos de la presidenta dándole a su compatriota una vasija de mate y una bombilla de metal, la manera en que los argentinos toman su amado mate. "Compartimos esperanzas", decía el afiche.

Sin embargo, Berensztein recalcó que un estilo más suave era típico en un año electoral: Fernández enfrenta elecciones de octubre donde necesitará un fuerte apoyo si se decide a buscar un cambio en la Constitución para postular por un tercer período en 2015.

De lo contrario, necesitará encontrar un heredero para un modelo político que, ella afirma, ha transformado a Argentina desde que su marido llegó al poder en 2003.

Mientras, en medio de  los dimes y diretes sobre a quién culpar por la inadecuada infraestructura de desagüe, la inundación ha volcado la atención sobre la manera de hacer política del gobierno y una economía con "tendencia descendente", plantea Daniel Kerner de la consultora Eurasia.

Si bien el "modelo" económico K habla de redistribución de la riqueza y la reindustrialización, ha venido a depender de los fuertes subsidios estatales. La inflación y el crecimiento ya no son creíbles y los controles al tipo de cambio han elevado los temores de devaluación.

"Está claro que las distorsiones económicas son generadas por "el modelo". Ahora estamos pagando las consecuencias", sostuvo Kerner.

© The Financial Times Ltd, 2011.

¿Qué ha pasado?
Las últimas semanas han sido duras para Cristina Fernández.

¿Por qué ha pasado?
Ha tenido que observar a todo el mundo encantarse con un Papa bonaerense cuya influencia mundial ha crecido de una manera que ella sólo puede soñar. Esto, en medio de una crisis de inundaciones en La Plata.

¿Qué consecuencias tiene?
Esto probablemente perjudicará aún más sus niveles de aprobación, que estaban cerca de 42% antes de la tragedia.