Islandia: recuperación y reconciliación




Un turista que quiere saber cómo la pandilla de poderosos financieros de Islandia se veían a sí mismos antes de que su imperio se viniera abajo, no necesita mirar más allá de la sala de conciertos Harpa de Reykjavik. La extravagante estructura de acero y vidrio se parece a un panal de abejas futurista, que brilla por encima de los edificios grises de la capital.

Fue encargado por Bjorgolfur Gudmundsson, uno de los "oligarcas" de Islandia que aprovechó el crédito barato a raíz de la agresiva desregulación financiera a comienzos de la década del 2000. En 2007 quería construir un centro cultural para la nueva riqueza del país, pero cuando la crisis financiera mundial golpeó el año siguiente, y los bancos de Islandia se derrumbaron, él se declaró en quiebra, dejando al estado a cargo de completar el proyecto.

El Harpa, finalmente se inauguró en mayo en medio de quejas sobre el costo para los contribuyentes. Casi un año después, al igual que la propia Islandia, tiene un éxito sorprendente y ha acogido a músicos como Bjork y Yoko Ono.

Ahora, en un mes donde el país ha llevado a juicio a Geir Haarde, el ex primer ministro, iniciando los procesos judiciales contra los alguna vez todopoderosos banqueros, y además recibir un flujo de buenas noticias económicas, el Harpa ha servido no sólo como un símbolo de la arrogancia, sino como un monumento de una nación que deja el pasado atrás.

La recuperación de Islandia por el impacto de la crisis es más importante que su pequeño tamaño y su población de 320.000 personas podría sugerir. La que fuera una de las naciones más ricas del mundo en términos de PIB per cápita, se ganó el dudoso honor de ser la primera de las víctimas más desastrosas de la crisis, un buen ejemplo de los riesgos de la desregulación financiera. Hoy Islandia no sólo es el primer país en poner a su líder político en juicio por la crisis, sino que también ofrece una prueba de las ventajas para las naciones endeudadas, de dejar que sus bancos colapsen y que estos caigan en default.

El juicio de Haarde, quien gobernó el país desde 2006 hasta 2009, es el primero de una serie de procedimientos legales para menguar la ira nacional ante el costo de la crisis, la cual llevó a una caída de 10% en el PIB y un aumento de siete veces en el desempleo. Haarde es acusado de no haber hecho todo lo posible para evitar en 2008 el colapso de los tres mayores bancos por activos, Kaupthing, Landsbanki y Glitnir. Su default por $85.000 millones llevó a la caída de la moneda, el gobierno y gran parte de la economía.

El ex primer ministro se enfrenta a dos años de cárcel si es declarado culpable este mes. Él niega los cargos.

Algunos dicen que es el juicio de los banqueros, que comenzó hace unas semanas, el que ayudará a Islandia a librarse de los demonios de su crisis financiera. La primera ministra Johanna Sigurdardottir, indicó en un discurso reciente que la amplia investigación en contra de los financistas imprudentes" ayudará a lograr "una reconciliación nacional" y "curar las heridas infligidas por el colapso".

Pero ni los cargos criminales ni los símbolos culturales importarán mucho si la economía de Islandia no sigue mejorando.

© The Financial Times Ltd. 2011

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