La realidad (no la política) dicta la acumulación de efectivo




A medida que avanza el año 2013, el debate fiscal de Washington está pareciéndose cada vez más al día de la Marmota.

En teoría, el gobierno de EEUU logró salirse del borde del abismo fiscal hace unas semanas, con un acuerdo de último minuto sobre impuestos. En la práctica, sin embargo, los políticos están presionando por el siguiente acuerdo fiscal y sobre una escalofriante debacle sobre el debate del techo de la deuda.

No es de extrañar, entonces, que los líderes de negocios de EEUU estén profundamente desencantados con Washington - raramente el proceso político estadounidense pareció tan indefinido e incierto.

Pero mientras el drama se desarrolla, esta incertidumbre ¿está teniendo realmente un impacto en cómo las empresas estadounidenses están usando su dinero? Es una pregunta cada vez más importante. Y la semana pasada se dio a conocer una investigación canadiense que presenta una nueva arista en el debate.

En los últimos años, los comentaristas y políticos usualmente se han lamentado del hecho de que las compañías estadounidenses están sentadas en montones de efectivo. Algunos estudios calculan que este sería de US$2 billones (millones de millones); pero otros dicen que es aún más alto. De cualquier modo, lo que está claro es que el efectivo ha estado aumentando. Encuestas recientes de la Asociación de Profesionales de las Finanzas (AFP, su sigla en inglés), por ejemplo, sugieren que un 40% de las compañías estadounidenses tenían más dinero en sus balances el año pasado que en los años anteriores.

La lógica podría sugerir que este no es un acontecimiento ideal. Después de todo, si las compañías tienen mucho efectivo, en vez de invertirlo en maquinaria o en contratar trabajadores, eso no creará crecimiento. Y eso, en cambio, apunta a una mentalidad negativa - el dinero que no se usa implica que las empresas también tienen incertidumbre sobre el futuro. Las pilas de dinero equivalen a un voto de no confianza en la capacidad del gobierno de entregar un crecimiento estable, según la percepción popular.

“Los departamentos de finanzas de las empresas de Estados Unidos, como el resto del mundo, están en un modo de espera”, dice la AFP. “Ellos no están desplegando las reservas de dinero. En efecto, están creando reservas de dinero”.

Pero ¿hay otra forma de mirar la montaña de dinero?. Finn Poshmann, vice presidente de investigación en CD Howe Institute, un think-tank derechista en Toronto, recientemente ha analizado datos históricos en los balances corporativos canadienses, y llega a conclusiones notables. Mirado desde una larga perspectiva, este acaparamiento de dinero no es un fenómeno nuevo, argumenta. Al contrario, las tenencias de dinero comenzaron a crecer hace un par de décadas y luego rebotaron en 2003, tras el colapso de la burbuja de internet. También saltaron de nuevo tras la crisis de 2007-08 pero, dado que esto se construye simplemente sobre aumentos anteriores, implica que no se puede culpar sólo a la crisis financiera o a la incertidumbre política por esta tendencia.

En cambio, Poschmann piensa “las condiciones cambiantes de comercio, mejoras en la tecnología y logística, y la respuesta a los incentivos de mercados” son las principales razones por las que están subiendo las tenencias de efectivo.

Más específicamente, la separación de los procesos de manufactura justo a tiempo y las sofisticadas cadenas de suministro significa que las compañías ya no necesitan muchos inventarios y las cuentas por cobrar en sus libros. Pero si tienen efectivo a la mano; y la reciente recesión y los dramas financieros han mostrado la sabiduría de mantener ahorros por “precaución”.

El resultado neto es que el efectivo ha reemplazado en parte a los inventarios en los balances. Dos décadas atrás, por ejemplo, las tenencias de efectivo y los inventarios de las fábricas de Canadá eran equivalentes al 3% y el 16%, respectivamente, de todos los activos corporativos; ahora son 6% y 11%.

“La preocupación por el creciente efectivo de las empresas parece equivocada”, argumenta Poschmann. “Mientras las empresas han aumentado la proporción de los activos que poseen  en efectivo… simultáneamente han reducido su participación en los activos corrientes que poseen en formas de ganancias sin ingresos”.

Este argumento no necesariamente deja a los políticos estadounidenses completamente libres de culpa: incluso si el tema de acaparar efectivo es más complejo de lo que parece, la debilidad de la inversión empresarial casi con certeza se ve afectada por la incertidumbre política y económica. Más aún, el análisis de Poshmann sólo cubre Canadá, y si bien probablemente se aplica a EEUU también, hay una investigación limitada.

Pero si todo lo demás queda igual, este debate sobre el balance de efectivo es un recordatorio de asumir mucho daño directamente entre la política y la economía “real”; los cambios estructurales a menudo importan a las empresas más que los dramas de Washington. Y esta, quizás, es una razón para alegrarse, particularmente mientras enfrentamos el día de la Marmota fiscal.

COPY RIGHT FINANCIAL TIMES

© The Financial Times Ltd, 2011.

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