Medio Oriente: agitación amplía brecha en una región a dos velocidades
Un año de abundancia y escasez es como un banco global describe el destino del Medio Oriente y el Norte de África en 2013, a medida que el golfo rico en petróleo y autocrático gasta sus petrodólares mientras que democracias emergentes luchan con transiciones políticas y crisis económicas.
Es verdad, el Medio Oriente siempre se ha movido a dos velocidades, con una división económica dramática entre las importaciones y exportaciones de petróleo. Pero la brecha ahora es aún mayor en tiempos de una agitación política histórica.
Arabia Saudita, apenas tocado por el despertar árabe, recientemente dio a conocer un enorme presupuesto con gastos históricos. Y la realización de acuerdos en Qatar está tan frenética como nunca. El Norte de África, por el contrario, sigue menoscabado, más aún que en el pasado, por el bajo crecimiento y la falta de trabajos.
Como dijo HSBC en investigaciones recientes, los productores de petróleo están anticipando un buen año, pero para el resto del mundo árabe, “el riesgo político intensificado se agrega a un catálogo de desafíos que han llevado a un crecimiento débil, desequilibrios externos y fiscales más amplios y severas presiones financieras”.
Siempre se ha esperado que la agitación política sea una pesada carga sobre la economía de los estados de África del Norte. Pero las transiciones han sido más turbulentas de lo que han predicho muchos árabes. Las expectaciones populares (aunque no realistas) de un rápido retorno a la normalidad y la economía han defraudado.
En los últimos meses, las protestas se han tomado las calles nuevamente (aunque en menor número que durante la primavera árabe), demandando trabajos que el gobierno no ha sido capaz de proveer todavía.
Un nuevo orden político árabe se ha definido por una lucha ideológica entre partidos islamistas, que han sido brutalmente reprimidos por dictadores y grupos liberales asustados de la intrusión de la religión en sus sociedades. En ningún lugar se ha vivido esta lucha de una forma tan intensa, y con un impacto económico tan devastador como en Egipto.
El primer presidente electo democráticamente, Mohamed Morsi de la Hermandad Musulmana, envió mensajes alentadores de inclusión y apertura hacia el mundo exterior cuando asumió en junio. Pero su manejo de la crisis constitucional y su insistencia en impulsar un proyecto al cual se oponen los segmentos no islamistas de la sociedad, hacia un referéndum, exacerbó las divisiones en la sociedad egipcia y erosionó la confianza.
En las últimas tres semanas, Egipto ha tratado de frenar el agotamiento de sus reservas de intercambio extranjeras a medida que las presiones han escalado, elevando la presión por un acuerdo con el FMI de US$4.800 millones, que ha sido retrasado dos veces.
El desarrollo de la crisis en El Cairo ha sido observado desde cerca por el occidente, donde los gobiernos ven la estabilidad de Egipto como una prioridad, dado el peso diplomático y político de la región. Fue en parte la mediación de Egipto lo que ayudó a un cese al fuego entre Israel y los palestinos de Hamas en noviembre, trayendo fin a una semana de ataques en la Franja de Gaza.
Los problemas de Egipto palidecen en comparación con la tragedia de Siria, donde una revuelta popular se transformó en una insurgencia que atrajo a jihadistas a una nueva guerra. Con más de 60.000 personas muertas y Bashar al-Assad, el líder sirio, rehusándose a dimitir, las perspectivas para una solución política parecen remotas, pese al nuevo impulso diplomático del enviado de la ONU, Lakhdar Brahimi.
Aunque Rusia, el respaldo internacional de Assad, está comenzando a compartir las predicciones de su caída, está lejos de estar claro que una guerra civil terminará incluso tras su partida. A pesar de los avances estables de los grupos rebeldes y el creciente control sobre grandes franjas del territorio sirio, las fuerzas de Assad están mucho mejor equipadas.
La crisis en Siria, entretanto, ya está contaminando a los estados vecinos y las preocupaciones por una extensión de las tensiones hacia el Líbano e Irak están comenzando a crecer este año. En los últimos meses, los esfuerzos del occidente se enfocarán en reforzar las habilidades del grupo rival rebelde - un objetivo que no es fácil lograr sin asistencia militar directa.
COPY RIGHT FINANCIAL TIMES
© The Financial Times Ltd, 2011.
Debes saber
¿Qué ha pasado?
El Medio Oriente y el Norte de África están viviendo momentos más turbulentos de lo esperado, moviéndose a dos velocidades y con enormes divisiones económicas.
¿Por qué ha pasado?
Se ha intensificado el riesgo político, lo que agrega una nueva serie de desafíos. La agitación política se ha intensificado y las protestas se han tomado las calles nuevamente.
¿Qué consecuencias tiene?
Esto ha llevado a un crecimiento económico más débil, desequilibrios externos y fiscales más amplios y severas presiones financieras. Hay enormes conflictos en Egipto y Siria que podrían contaminar a estados vecinos.
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