No espere que las tasas de interés se mantengan bajas
Es bastante aceptado entre los economistas que “la tasa de interés” está estrechamente relacionada con el crecimiento. Pero también es aceptado generalmente que esto se aplica a una economía cerrada, como por ejemplo, el mundo como un todo.
La tasa de crecimiento de los países del G5 ( Francia, Alemania, Japón, Reino Unido y EEUU) ha ido disminuyendo de manera constante durante años, y esta tendencia se aceleró recientemente. Parece probable que el bajo crecimiento se haya vuelto endémico y que esto se interprete ampliamente como que las tasas reales de interés se mantendrán bajas. Esta visión parece injustificada sobre una base teórica y es también una conclusión dudosa que sacar del pasado.
Hay dos razones clave para esperar que los países del G5 crezcan lentamente. La primera es demográfica. Los números de los que están en edad laboral en estos estados crecieron 0,5% en los últimos 20 años y ahora se espera que caigan ligeramente. La segunda son las señales de que la baja productividad se han empotrado. El alza del PIB estadounidense a precios constantes por hora trabajada ha caído 0,4% en los últimos cuatro años, en comparación con una mejora promedio de 1,5% anual desde 1967.
No parecen estar disponibles datos similares para todas las otras principales economías desarrolladas, pero el incremento en el PIB per cápita a precios constantes empleado por países del G5 agregados, se ha desacelerado de modo similar, desde un alza promedio de 1,4% anual entre 1992 y 2012, a 0,8% anual en los últimos tres años.
Pero, si el crecimiento será una determinante clave de las tasas de interés reales, debiéramos mirar las perspectivas para el mundo en lugar de solo las economías desarrolladas. Esto supone un panorama muy diferente. Aunque las tasas de crecimiento han sido volátiles cuando fueron medidas en los últimos 20 años, debieran mostrar una tendencia al alza.
Para la primera parte de la era postguerra, la declinación en la tasa de crecimiento de los países G5 se vio acompañada de una declinación similar en los crecimientos globales; esto, sin embargo, se revirtió en torno a 1990. La razón para la recuperación en el crecimiento global ha sido el éxito de las economías emergentes, particularmente en China.
No sabemos, por supuesto, qué tan rápido crecerá el mundo. Pero a pesar de que China probablemente se desacelere, esto no tiene que tener un impacto amortiguador en el crecimiento global, dado que el país es ahora un componente mucho más grande del PIB mundial, probablemente incluso ya mucho más grande que el de EEUU, medidos por poder de paridad de compra.
Con las tendencias actuales, parece probable que los países del G5 crezcan mucho más lento que en los últimos 20 años, pero que esto se vea compensado por el crecimiento en otros lados, de manera que no habrá desaceleración en la expansión global. Por lo tanto, no hay razones para asumir que las tasas de interés reales en el mundo serán menores en el futuro.
Para los países del G5, esto implica que su equilibrio de las tasa de interés a corto plazo será más alto que lo que ha sido. Esto es por el impacto del efecto Balassa-Samuelson. Esta teoría económica generalmente aceptada muestra que las economías de crecimiento rápido tendrán tipos de cambio que subirán naturalmente. Un corolario es que tienen que tener tasas de interés bajo el promedio, o de otra manera los que se endeuden en divisas de economías maduras y prestan en monedas de economías en desarrollo, tendrían el almuerzo gratis tan famoso que Milton Friedman aseguró que no está disponible.
Los que esperan que las tasas de interés estén determinadas por tasas de crecimiento debieran esperar que las tasas de interés reales en dólares, euros, yenes y libras estén relativamente altas por años. Pero sería imprudente pensar esto. Parece no haber evidencia de que las tasas de interés reales se relacionen al crecimiento.
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© The Financial Times Ltd, 2011.
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