Al BCE se le acaban las municiones para impulsar la débil economía de la zona euro
El Banco Central Europeo encara una nueva desaceleración con poco margen de reacción, dada la política ultra expansiva que ya tiene en curso.
"No nos faltan instrumentos para cumplir nuestro mandato", aseguraba ayer el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ante el evidente deterioro de las perspectivas para la zona euro y el mundo. Con esas palabras, la autoridad monetaria trata de apaciguar las dudas sobre las herramientas con las que cuenta la institución que dirige, la cual ya tiene desplegada una política ultra expansiva, que por lo demás, ha fallado en varios de sus cometidos.
Draghi sostuvo que en la institución que lidera, "de ser necesario", debe "reflexionar sobre las posibles medidas que pueden preservar las implicaciones favorables de las tasas negativas para la economía, al tiempo que mitigan los efectos secundarios", en declaraciones que no convencieron del todo al mercado. A diferencia de otra de sus intervenciones, como cuando en 2012 dijo que haría "lo que sea" para salvar al euro, la de ayer no causó mucho entusiasmo en las bolsas del Viejo Continente, donde se registró una caída de 0,12% en París y un cierre plano en Frankfurt y en el Euro Stoxx 50.
Dudas
Aunque Draghi manifieste su intención de actuar en su último año al frente del BCE, lo cierto es que en el ambiente hay frustración debido a que la política actual no ha conseguido impulsar ni la inflación, hoy en 1% (la subyacente) versus la meta de 2% fijada por el Central; ni el crecimiento, que nuevamente transita por en una ruta desaceleración.
Desde el aumento del PIB de 2,4% en 2017, la expansión más fuerte de la última década, en 2018 se pasó a un avance de 1,8%, mientras que para este año el FMI -los más optimistas- anticipan un alza de 1,6%, frente al 0,9% que esperan los más pesimistas (Deutsche Bank, BNP Paribas y Commerzbank).
"Los bancos están acumulando efectivo por diferentes razones y el efecto agregado es que bajar las tasas de interés no tiene un efecto positivo en la inflación y el crecimiento", explica a PULSO Bob Hancke, economista de la London School of Economics. "La falta de locomotora en la economía de la zona euro es un fuego que quema lentamente y que muchos han optado por ignorar, pero ahora enfrentamos las consecuencias", subraya el académico.
Pero las dudas sobre lo que puede hacer el BCE, si se cumplen los peores pronósticos para la región, también tienen que ver con el debate interno. "Daría la misma respuesta a todas las sugerencias sobre capital y dinero de helicóptero o la compra de bonos bancarios, que no creo que suceda en el futuro próximo", señaló Yves Mersch, miembro del Consejo Ejecutivo del BCE, horas después de que Draghi asegurara que había opciones sobre la mesa.
Complicaciones. Para Peter Vanden Houte, economista jefe de la zona euro en ING, "el BCE se está quedando sin herramientas". Si bien, el mismo plantea que se podría "reiniciar la compra de bonos", mientras que Floiran Hensen, economista para Europa en Berenberg Bank, propone "seguir el ejemplo del Banco Nacional de Suiza y aplicar su tasa de depósito negativa del 0,4% solo a los depósitos que superen un umbral", la estructura de la entidad complica las toma de decisiones.
Vanden Houte llama a recordar que, a diferencia de la Reserva Federal en Estados Unidos, "el BCE es el banco central de 19 países soberanos y que algunos de sus miembros más fuertes, como Países Bajos y Alemania, están en contra de las medidas de política monetaria no convencionales, lo que dificulta el compromiso dentro del Consejo de Gobierno".
Las diferencias de lo que ocurre a cada lado del Atlántico no se agotan ahí. "La Fed tiene más espacio para bajar su tasa de política, habiendo logrado empujarla hasta el rango de 2,25%-2,5%", recuerda Hensen, marco en el que afirma que "la economía de la zona euro entraría en una desaceleración en una condición más débil que la economía de EEUU".
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