El desgaste de Mario Marcel tras 17 meses al mando de Hacienda
Sin el brillo ni la capacidad negociadora de su primer año, el ministro está pagando los costos de un gobierno debilitado, una economía frágil y el errático rumbo de las reformas. Según la última encuesta CEP, fue el personaje político con mayor deterioro en su imagen. Sus cercanos le atribuyen cierta “incomodidad” al economista de sensibilidad socialista, quien ha asumido un rol más político y confrontacional durante los últimos meses.
La dura derrota que significó el rechazo a la reforma tributaria en marzo pasado no sólo arruinó una calculada estrategia política, sino también cambió el semblante de Mario Marcel. Desde hace algunos meses luce incómodo y desgastado, describen quienes siguen de cerca sus pasos desde que llegó a Teatinos 120. Su reciente alusión a una historieta de Condorito y el llamado a los empresarios a dejar atrás las desconfianzas usando la narrativa detrás de la creación del “Álbum Blanco” del mítico grupo inglés The Beatles en mayo pasado en Enade se han transformado en simples anécdotas dentro de la hasta ahora fallida táctica por llegar a acuerdos con el mundo político en materia de reformas.
En medio de una economía frágil, una inflación aún incómoda, inciertos rumbos de las reformas, y los coletazos de los casos de corrupción detectados en diversas fundaciones, la reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) golpeó con dureza al influyente ministro. En la edición de junio y julio de 2023 del estudio, Marcel se empinó como el personaje político que tuvo una mayor alza en su imagen negativa o muy negativa: pasó del 28% en la encuesta de fines de 2022 a un 37% en la más reciente. En el mismo período, su evaluación positiva o muy positiva transitó desde un 38% a un 33%, siendo superado por la ministra del Interior, Carolina Tohá, como el personaje político con mejor performance del gabinete.
El anuncio de las medidas contenidas en el llamado pacto fiscal de esta semana sólo vino a profundizar las dudas sobre el piso político y la capacidad del ministro de llevar adelante un acuerdo transversal. La salida de emergencia planeada por La Moneda no sólo derribó la promesa hecha por el propio Boric en la reciente cuenta pública de insistir con el paquete tributario a través del Senado (donde necesitaba el “imposible” quórum de 2/3), sino también renunció al alza de los impuestos que afectaban a las empresas y postergó para el próximo año un incierto aumento de la carga tributaria para las personas. De paso, el ministro priorizó el envío de las medidas contra la evasión y elusión, las que potencian el crecimiento y la inversión, las que atacan la informalidad y las que modernizan el Estado.
“Estamos en presencia de una suerte de realismo sin renuncia 2.0 porque lo que hace Boric y Marcel es una constatación de lo que está mostrando la realidad política y donde se internaliza la debilidad del gobierno. No insiste con el proyecto en el Senado porque no tiene los votos. Este plan B por partes es una expresión de que Marcel está teniendo dos dificultades: carga con la mochila de un gobierno castigado y también está cansado. Ha jugado un rol tecnopolítico en los últimos 15 meses y eso ya le pasa la cuenta. Esta dificultad de meterse en la política lo incomoda”, resume el analista de la Universidad Central, Marco Moreno.
Un negociador de oposición cercano al ministro profundiza el análisis: “En lo personal lo percibo distante, dubitativo; no logra cuajar acuerdos. No es el ministro de buen manejo de antes que llegaba con los acuerdos y soluciones. No me atrevo a decir que es culpa de él, porque el gobierno ha sido errático también. Siento que lo obligan a compartir protagonismo con otros ministros y dudo que esté cómodo con ese tipo de cosas”, opina.
La comentada puesta en escena del pacto fiscal esta semana no sólo incluyó el discurso de Boric en un cité de Independencia, sino también el posterior aterrizaje de las medidas por parte de Marcel en La Moneda, esta vez flanqueado por la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, y Carolina Tohá.
La fatiga del poder
Encumbrado como el ministro más influyente del gabinete desde que Gabriel Boric llegó a La Moneda, Marcel logró ser valorado como un factor de estabilidad económica tanto en el gobierno como en la oposición. Su exitoso control de un gasto fiscal que venía desbocado desde la administración anterior producto de las ayudas estatales a propósito de la pandemia y el fuerte ajuste en la cuenta corriente, lo empinaron como un ministro sin contrapesos en la coalición gobernante.
Sin embargo, el rechazo de la reforma tributaria del 8 de marzo en la Cámara caló hondo en las expectativas de Marcel y aceleró el desgaste político del economista, de la mano de una economía estancada, una inversión que no repunta y un desempleo al alza.
“Marcel se ha desgastado, ha perdido fuerza y eso ha quedado en evidencia después del fracaso de la primera reforma. Su reacción posterior fue de encono y de enojo, con una lógica de ‘ustedes contra nosotros’, que no se le había visto previamente. Esa no era la pauta que tenía Marcel, porque no responde a su manera de ser. A lo mejor se la impusieron y eso lo tiene incómodo. Aun cuando Marcel goza de autonomía, sabemos que no se manda solo”, opina el director ejecutivo de Criteria, Cristián Valdivieso, quien reconoce que la “tecla” eminentemente política y menos técnica con que ha enfrentado la discusión en los últimos meses lo ha descolocado.
“Marcel está atrapado en ser padre de Boric y también ser un hijo al mismo tiempo de un Presidente que lo manda. Entonces, no lo puede abandonar y tampoco lo puede cuestionar ni imponerle sus términos. Marcel ha quedado atrapado en la misma trampa en que está atrapado el Presidente, en el sentido que tiene que dar señales hacia su izquierda, para que no se le vaya el 30% de apoyo, y dar señales a la derecha y al centro, para poder producir diálogos. Eso termina produciendo una suma cero”, añade el socio fundador de Criteria.
La promesa fallida del propio Presidente Boric en la cuenta pública de avanzar en el Senado con la reforma tributaria rechazada y los diálogos realizados por Marcel con distintos sectores empresariales y políticos para impulsar el pacto fiscal, evidencian un “errático” camino tomado por el gobierno en la reforma, reconoce un legislador opositor. “Más que un pacto fiscal, lo que Marcel lanzó esta semana fue una propuesta. No hubo acuerdos previos con el mundo político. No pudo sentar ni a RN ni a la UDI a los diálogos”, dice la misma fuente, quien recuerda su fracasado intento por negociar con los empresarios y marginar en el inicio al mundo político.
“No hubo un pacto, sino que una propuesta. Se vieron una serie de reuniones en que se conversaron ciertos aspectos, pero no hubo señales de que se estaba construyendo un acuerdo para conformar un pacto en materias que sabemos que hay diferencias”, afirma, a su vez, el coordinador académico del CEP, Sebastián Izquierdo.
El economista del centro de pensamiento reconoce que la falta de acuerdos transversales y el delicado momento de la economía han golpeado al jefe de las finanzas públicas, aunque destaca como una “hazaña” haber devuelto la salud a las cuentas fiscales.
“La evaluación negativa al ministro Marcel en la última encuesta CEP creció en términos relativos en las personas que se identifican con la derecha. También tuvo menor apoyo en el norte y en la gente con educación media incompleta (…) Se ha visto poca capacidad de llegar a acuerdos transversales en sus reformas”, complementa.
Camino “cuesta arriba”
Si bien Izquierdo cree que el pacto fiscal anunciado por el gobierno parte “cuesta arriba” por los escándalos de corrupción y el bajo crecimiento, estima que hay espacios para construir acuerdos, especialmente en materia de impulso al crecimiento y mayor eficiencia en el gasto fiscal.
El camino en el corto plazo para Marcel, no obstante, está lleno de complicaciones. Marco Moreno, de la Universidad Central, cree que el dilema que enfrenta el economista de Cambridge es más político que económico y anticipa que la oposición se “atrincherará” en adelante en el relato del mal uso de los recursos públicos y en los posibles vicios de inconstitucionalidad del proyecto contra la evasión y elusión.
“Si la oposición logra instalar el frame (marco) de la corrupción y de que el problema no está en que no haya recursos, sino en que se la roban, puede anotarse un punto. De todas formas, sí puede abrirse a financiar la PGU, porque se le puede volver en contra cuando sean gobierno”, explica Moreno.
Enfático, el senador de Renovación Nacional, José García Ruminot, llama al gobierno y al ministro a avanzar. “El foco hay que ponerlo en el crecimiento de la economía. Esa es la fuente permanente de mayores ingresos para financiar muchas demandas sociales que tienen pleno sentido de justicia. Para ello, el gobierno no necesita tener al país expectante durante semanas en torno a una propuesta de pacto fiscal, y que luego anuncia con una puesta de escena cinematográfica (en alusión al anuncio de Boric en un cité en Independencia). Simplemente hay que ponerse a trabajar. El ministro Marcel lo sabe, le sobra trayectoria y experiencia, no más explicaciones; simplemente manos a la obra”, exclama el parlamentario opositor, quien es clave negociador de su partido en materia tributaria.
Con todo, Cristián Valdivieso, de Criteria, cree que Marcel puede retomar su empoderamiento en el gabinete y destaca la dificultad de encontrar otro ministro de Hacienda que pueda dar más estabilidad y confianza que el economista de sensibilidad socialista. “Si bien Marcel está desgastado, no está manchado como el ministro Jackson, por ejemplo”, concluye el director de la encuestadora.
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