Gema Sacristán, del BID Invest: “La pandemia hizo que el enfoque sostenible de las empresas cambiara un poco de lo verde a lo social”
La máxima ejecutiva de esta área del BID que invierte en proyectos sostenibles en el sector privado explica cómo ha aumentado el interés del sector corporativo en los temas de ESG. Sin embargo, según Sacristán, aún hay una deuda en la emisión de bonos verdes y sociales.
Si el desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe es una de las máximas del Banco Interamericano del Desarrollo (BID), su joven área, BID Invest, se considera un “banco ESG”, según su directora general, Gema Sacristán, quien estuvo unos días de visita en Chile para analizar la cartera de proyectos que tienen en nuestro país, además de reunirse con algunos CFO y CEO de grandes empresas locales. “En todas las operaciones que hacemos miramos el riesgo social, medioambiental y de gobernanza corporativa (ESG). O sea, minimizamos los riesgos y buscamos maximizar el impacto de la rentabilidad social o medioambiental. Por eso, nos consideramos un ‘banco de impacto’”, comenta.
Nacido en 2016, BID Invest trabaja exclusivamente con el sector privado, a diferencia del BID, que lo hace con el público. “Pero ambos compartimos la misma misión”, aclara Sacristán. Además, tienen un laboratorio de innovación denominado BID Lab. En sus seis años de existencia han financiado 30 proyectos en Chile por un monto de US$1.253 millones, además de movilizar otros US$1.328 millones. Solo en 2021 financiaron 9 proyectos por US$417 millones, además de movilizar US$540 millones. Han trabajado con Empresas Ariztía para mejorar su operación y mejorar el bienestar animal; con el grupo Explora para la recuperación post Covid y desarrollar una reserva natural en Torres del Paine; con Engie en el proceso de sostenibilidad de la generación eléctrica; y con Tanner para el crecimiento del factoring en las Mipymes, entre otras empresas. Además de una labor fuerte en la incorporación de los denominados “bonos temáticos” (verdes, sociales y de sostenibilidad) en el sector privado.
Sacristán está en el BID desde el 2008 ,donde, entre varios cargos, fue jefa de la División de Mercados Financieros. Antes de eso ocupó varios puestos de liderazgo en bancos comerciales y de inversión de Madrid, Londres y Nueva York. “Chile es el segundo país de Latinoamérica donde más volumen de negocio hemos hecho después de Brasil”, comenta.
¿En qué áreas?
Principalmente en infraestructura y, dentro de esa área, en el sector de energía, además del sector financiero. Pero ahora estamos enfocados en cada vez hacer más cosas en el sector corporativo. Estamos viendo algunos proyectos muy interesantes de agronegocios, especialmente con respecto a la economía circular.
¿Cuáles son los criterios para definir en dónde enfocan sus inversiones en Chile?
Trabajamos con 26 países de la región y llegamos a los proyectos básicamente de dos formas. Una es yendo a ver a clientes de forma proactiva y buscando proyectos. En el área de negocios somos 200 personas, de las cuales 110 están en eso en diversos países. Utilizamos mucha inteligencia de mercado para encontrar iniciativas que tengan esa rentabilidad social y medioambiental. Por ejemplo, ahora estamos buscando empresas que se comprometan a descarbonizarse, que busquen la economía circular, la innovación social, o proyectos de género, diversidad e inclusión. O sea, son dos grandes agendas: la verde y la social.
¿Y hay interés del sector privado en esas áreas?
Vemos cada vez más interés de las empresas en lo social. Por un lado, están buscando qué hacer para generar impactos positivos en la comunidades en la que operan, lo que permite probar modelos. Pero también vemos que quieren mostrar que con su core business tienen una huella social. Especialmente, en relación con generación de empleo, innovación y con otra serie de elementos para trabajar con las comunidades.
¿Cuál es la otra forma de decidir por ciertos proyectos?
Mediante la digitalización. Podríamos decir que BID Invest está enfocado en ayudar a sus clientes en las dos grandes transformaciones del mundo. La sostenibilidad (mediante ESG) y la digitalización. En esa línea, apoyamos a través de una propuesta de valor que es un poco distinta a la de una banca comercial: con un producto financiero, asesoría técnica y movilización de recursos. Es muy importante traer inversión extranjera a los países, e incluso, estamos ayudando mucho también a las multilatinas.
¿Cómo está el nivel de conocimiento sobre aplicar modelos ESG en las empresas chilenas que apoyan?
Justamente, no es solamente financiamiento lo que necesitan, sino el know how. Y ahí los apoyamos mucho en temas de ESG. Desde hacer una estrategia de sostenibilidad, hasta realizar su primer análisis de materialidad, pasando por ayudarles con inversiones sostenibles y sus memorias (reportes), especialmente considerando que Chile tiene la NGC 461 (Norma de Carácter General de la CMF) sobre sostenibilidad. También los apoyamos mucho con respecto a temas de género e inclusión. Aunque a muchos clientes no hay que convencerles, ya que nos llaman preguntando “¿cómo lo hago?”.
¿De qué forma la preocupación mundial por el cambio climático ha influido en esa visión sostenible de las empresas?
Hasta el año pasado nos habíamos comprometido a que al menos el 30% de todo lo que hiciéramos fuera mitigación y adaptación al cambio climático. Pero en la COP26 aumentamos la ambición, comprometiendo que para el 2025, a nivel grupo, al menos el 40% de los proyectos se relacionarían al cambio climático. Chile, un país que ha prometido descarbonizarse para el 2050. ¡Imaginemos todo lo que hay que hacer! Y se están tomando muy buenas medidas. Desde la emisión de bonos verdes a nivel soberano (que son líderes en el mundo) hasta el tema del plan del hidrógeno verde.
¿Y cómo ha influido también la pandemia?
Dentro del contexto del ESG, la pandemia hizo que el enfoque sostenible de las empresas cambiara un poco de lo verde a lo social. De hecho, hubo un gran boom de bonos sociales. La gente empezó a darse cuenta cada vez más del impacto social y del valor de ciertas agendas, especialmente la de salud. Si bien los bonos verdes siguen siendo los principales, los bonos sociales y sostenibles han ido ganando relevancia. En América Latina y el Caribe se observa que en 2020 los bonos sociales y sostenibles representaron cerca del 50% de las emisiones temáticas, mientras que en 2021 llegaron al 80%. Al primer trimestre del 2022 ya alcanzan el 90% de los bonos temáticos.
¿Qué industrias cree que están más al debe en este tema? ¿Y cuáles están liderando esta agenda sostenible?
Es difícil hablar de industrias, yo creo que es mejor hablar de países y de subagendas. Por ejemplo, en cuanto a inversión sostenible, vemos un gran avance de Colombia que, además, tiene una legislación que es de las más avanzadas y fuertes. Pero el primer país que empezó con inversión sostenible en América Latina fue Brasil y luego vino México.
¿Y Chile?
Viene detrás de Colombia en algunas cosas y en otras no. Chile tiene cosas positivas, pero está al debe en la emisión de bonos temáticos (verdes o sociales) locales. Ahí hay mucho por hacer. Chile fue el primer país de América Latina que emitió un bono verde, el problema es que fuera del país. Eso sí, Chile es líder en regulaciones que impulsan el avance en el sector privado, gracias a la NCG 461. Vamos a ver el semestre que viene cómo han sido los avances de reporte de dicha norma.
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