La columna de Gonzalo Larraguibel y María Francisca Yáñez: “Educación continua: habilitador crítico para el futuro productivo de Chile”

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La columna de Gonzalo Larraguibel y María Francisca Yáñez: “Educación continua: habilitador crítico para el futuro productivo de Chile”

"Si Chile quiere asegurar un futuro próspero, debemos adoptar un enfoque integral y colaborativo en la formación de nuestra fuerza laboral".


Para 2028, la automatización alcanzará al 51% de las empresas chilenas, y el 45% de las habilidades centrales de los trabajadores enfrentará disrupciones, según el estudio “Futuro del Trabajo” del WEF (Foro Económico Mundial, WEF por sus siglas en inglés). Estos números subrayan una realidad ineludible: el cambio tecnológico está transformando el trabajo a un ritmo vertiginoso, y la pregunta es cómo nos adaptamos a ello. En este escenario, la educación continua es un tema país, y es clave para mantener la competitividad de nuestra fuerza laboral y asegurar un futuro productivo para Chile.

La brecha de habilidades es una preocupación creciente para las empresas, que luchan por mantenerse al día con las demandas del mercado. Una piedra de tope para la productividad y competitividad, pero también para la calidad de vida de muchas personas. Repensar nuestro enfoque de formación y desarrollo del talento en Chile, es un imperativo urgente. Ya no podemos depender únicamente de los conocimientos adquiridos en la educación formal tradicional, cuya obsolescencia es cada vez más acelerada y/o se ve mermada por el surgimiento de nuevos conocimientos y herramientas que redefinen las habilidades necesarias, requiriendo nuevas técnicas de enseñanza. El aprendizaje debe ser un proceso continuo y adaptativo a lo largo de toda la vida, alineado con las necesidades actuales y futuras de la industria.

Para materializar esta visión, de una fuerza laboral chilena constantemente actualizando sus habilidades, es fundamental desarrollar y fortalecer alianzas entre instituciones educativas, el sector público y el privado. Debemos robustecer el ecosistema de aprendizaje continuo, asegurando que sea accesible, flexible y alineado con las necesidades de cada sector productivo, lo que requerirá colaboración estrecha entre las partes. Aunque existen esfuerzos valiosos, como los Consejos Sectoriales de Inacap o la colaboración entre DUOC y CMPC, estas iniciativas deben ampliarse y reflejarse de manera estructural en el modelo educativo.

Además, es necesario cambiar la percepción de la educación continua. No debe verse como una serie de cursos aislados, sino como trayectorias formativas integrales que acompañen al colaborador en su desarrollo profesional, alternando entre formación y experiencia laboral. Las instituciones educativas deben diseñar trayectorias que incluyan cursos, credenciales y experiencia laboral, mientras que las empresas deben ver la educación continua como una inversión estratégica para la competitividad a largo plazo.

La educación continua no es una tendencia pasajera; es un habilitador crítico para desbloquear el potencial productivo de Chile. Parte de nuestro trabajo es aprender, y si Chile quiere asegurar un futuro próspero, debemos adoptar un enfoque integral y colaborativo en la formación de nuestra fuerza laboral. Es momento de abrazar esta realidad y liderar esta revolución educativa. ¿Qué acciones estructurales está abordando en su empresa? ¿Qué hace el Estado para generar los incentivos al cambio? ¿Cuál es el rol de las instituciones de educación para innovar en este ámbito?

*El autor de la columna es socio de Virtus Partners y la autora es directora de empresas

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