La receta de JP Morgan para Chile: “Mantener responsabilidad fiscal, concretar acuerdos políticos para aprobar reformas y no ceder a tentaciones populistas”
Diego Pereira, economista jefe para el Cono Sur de uno de los mayores bancos de inversión del mundo, asegura que la reforma tributaria requerirá más modificaciones y se aprobará a mediados de 2023. Estima que el reciente acuerdo para una nueva Constitución es una señal constructiva, de moderación y racionalidad.
En medio de un fin de año agitado y viajes entre Nueva York y varias ciudades europeas, el economista jefe para el Cono Sur de JP Morgan, Diego Pereira, entrega sus proyecciones para la economía chilena en 2023 y anticipa los principales riesgos en el mediano y largo plazo.
“Mantener el pulso firme en cuanto a la responsabilidad fiscal, concretar acuerdos políticos para aprobar reformas, y no ceder a las tentaciones populistas, dejaría al país en una situación idónea para aprovechar mejores condiciones externas una vez que aminore la incertidumbre global. En resumen, sentar las bases para un mayor crecimiento potencial y social”, afirma el economista uruguayo y PhD de la Universitat Pompeu Fabra.
¿Cómo visualiza el comportamiento de la economía chilena para 2023? ¿Qué tan profunda será la recesión?
-El 2023 se presenta con una importante incertidumbre en lo global, con condiciones financieras restrictivas que impactarán sobre la actividad, de forma de moderar las presiones inflacionarias que dominaron el escenario global este año. Se espera que el crecimiento global se desacelere a solo un 1,8% en 2023, lo que se compara con un 2,9% en 2022.
Los riesgos de este escenario de ‘aterrizaje suave’ de la economía global no son menores. Vemos una probabilidad no menor de que la desaceleración global se convierta en una recesión, típico de un comportamiento no lineal ante contracciones monetarias tan agresivas y extendidas como las presentes. Tampoco podemos descartar un escenario opuesto, donde el crecimiento global no se desacelere tanto y la inflación se muestre más persistente, lo que podría llevar a una mayor restricción monetaria de la que el mercado descuenta.
En lo local, las condiciones monetarias restrictivas serán compensadas, en parte, por una política fiscal expansiva, pero deberá continuar la caída en la actividad, una corrección necesaria después del cóctel de expansión fiscal y retiros de pensiones en 2021. Al respecto, pese a que el crecimiento del PIB 2022 será positivo para el promedio del año, si se compara el nivel de actividad de octubre -excluyendo minería- con el de diciembre 2021, éste se ha contraído casi en un 1%. En nuestro escenario base, el PIB sufriría una caída moderada en 2023, de -1,2%.
¿La inflación seguirá siendo un problema para los chilenos el otro año? Y relacionado con eso, ¿a qué velocidad se bajarán las tasas de interés?
-Es probable que la inflación se modere, pero mostrando todavía niveles muy altos para los que nos tenía acostumbrados. Dadas las proyecciones para los precios del petróleo y de los alimentos, y la persistencia de ciertos precios no transables, se espera que la inflación llegue al 5% para diciembre de 2023, promediando un 8% en el año. Pese a estos niveles, sí creemos que el Banco Central va a tener espacio para reducir la tasa de interés, acompañando la caída en la inflación. Vemos un primer recorte en abril, con la tasa llegando al 5,5% para fines del año próximo.
Hacienda y las presiones 2023
¿Cuál es su evaluación sobre el desempeño de Mario Marcel como ministro de Hacienda?
-Los mercados enfrentaron una situación atípicamente incierta a principios de este año: una nueva administración con una agenda agresiva en cuanto a reformas, la Convención redactando una nueva Constitución y la inflación llegando a niveles no vistos en décadas, acompañando un escenario global difícil para los países emergentes. Con ese trasfondo, el ministro Marcel se ha mostrado muy activo en establecer comunicación con inversores internacionales, (siendo) ancla de moderación y compromiso fiscal, aplacando lo que podría haber sido un escenario aún más complejo en cuanto a flujos de capital e inversión.
¿Cree que el gobierno podrá soportar las presiones populistas por nuevos retiros desde los fondos de pensiones y más gasto fiscal?
-Las presiones por mayor gasto público en condiciones inflacionarias son un riesgo que se presenta no solo en Chile, sino que en la mayoría de los países emergentes. La presión por nuevos retiros o autopréstamos sí es un riesgo autóctono. En nuestro escenario base, estimamos un déficit fiscal mayor al presupuestado, del 3,2% del PIB. Pero no contamos con nuevos retiros o autopréstamos. De darse estos últimos, tendríamos que revisar al alza las proyecciones inflacionarias.
¿Qué señal entrega para la economía y los mercados el reciente acuerdo político de un segundo proceso para una nueva Constitución?
-Es una señal constructiva, de moderación y racionalidad ante las demandas por enmendar el contrato social. La presencia de ciudadanos, expertos y especialistas legales se sugiere como un espacio idóneo para evitar consideraciones maximalistas que la historia muestra como negativas para con la inversión, el crecimiento y el bienestar socioeconómico en el largo plazo. Es un escenario bastante menos incierto que hace un año, pero que por supuesto requiere seguimiento de parte de los inversores internacionales.
Reformas y riesgos
¿Cree posible sacar adelante las reformas tributaria y de pensiones en este gobierno?
-En nuestro escenario base vemos probable que varias de las propuestas presentadas en el proyecto de reforma tributaria se aprueben hacia mitad del 2023, aunque seguramente requieran más modificaciones. Algo similar en cuanto a moderar los objetivos de la reforma de pensiones, parece ser necesario para tener la aprobación de la misma. La reforma de pensiones se ha probado esquiva en los últimos años, con propuestas que naufragaron en las dos administraciones anteriores. Dicho eso, parece existir cierto consenso en lo referente a la importancia de aumentar la tasa de reemplazo, aumentando la contribución. También en cuanto al sistema de capitalización como pilar idóneo para acrecentar los ahorros de largo plazo y brindar profundidad al mercado de capitales local. Finalmente, la existencia y ampliación de la PGU es otro factor diferenciador con respecto a los intentos reformistas anteriores. Es de esperar que los consensos no se vean opacados por los puntos de disenso, y se pueda avanzar en este tema clave para el bienestar de largo plazo.
El gobierno viene sufriendo una caída de su popularidad en los últimos meses, es minoría en el Congreso y el crecimiento económico de su periodo puede que no llegue siquiera al 2%. ¿Cómo cree que finalizará la administración de Gabriel Boric?
-Los desafíos abundan y durante la campaña esta administración situó la vara de expectativas muy alta, con una agenda reformista extensa, ambiciosa e inicialmente quizás inmediatista. Por lo tanto, no debería llamar tanto la atención la caída en la popularidad, una vez que las expectativas chocan contra la realidad de lo urgente: el incremento en la inseguridad, la alta inflación, las dificultades en el mercado laboral, entre otras. Mantener el pulso firme en cuanto a la responsabilidad fiscal, concretar acuerdos políticos para aprobar reformas, y no ceder a las tentaciones populistas, dejaría al país en una situación idónea para aprovechar mejores condiciones externas una vez que aminore la incertidumbre global. En resumen, sentar las bases para un mayor crecimiento potencial y social.
¿Cuál es el principal riesgo de la economía chilena en los próximos años?
-El riesgo sigue siendo caer en la trampa de la clase media. Escenarios globales más adversos, como estanflación, podrían incentivar las propuestas redistributivas mediante políticas fiscales expansivas basadas en endeudamiento, lo cual sabemos redunda en menor crecimiento de mediano plazo, y probablemente en mayor fragmentación política. Para evitar caer en la trampa de la clase media, además de compromiso fiscal, aparecen como condiciones necesarias sentar las bases para diversificar la economía, acelerar el crecimiento del capital humano y articular la protección del medioambiente. Estos pilares claves requieren articular tanto políticas macro como microeconómicas.
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