Óscar Hasbún: “Los gremios tienen que dar su opinión, cuando sea popular y cuando sea impopular, y son las autoridades electas las que deben legislar”
El vicepresidente de la Sofofa explica por qué el gremio secundó a la CPC en su rechazo a un alza de impuestos. “Quien crea que, por aumentar los recursos del Estado, la calidad de vida de las personas va a mejorar, que entreviste a alguien que esté en la lista de espera de los hospitales…”, ejemplifica. El ejecutivo afirma que la prioridad debe ser el crecimiento, lo único que impulsa de modo sostenible la recaudación fiscal, e invita al gobierno a relanzar una agenda con ese objetivo. “Tengo una gran opinión del ministro Marcel y tengo la convicción de que el empresariado la tiene también”, opina, pese a las críticas del ministro de Hacienda.
No dejará los directorios de la naviera Hapag Lloyd, en Alemania, ni la multinacional Nexans, en Francia, ni el de SAAM, en Chile, ni la gerencia general de CSAV. Pero dedicará parte relevante de su tiempo a la Sofofa. El primer vicepresidente de la Sofofa, Óscar Hasbún, un ejecutivo clave del grupo Luksic, integra una tríada que, desde fines de mayo, está al mando de los industriales chilenos, junto al segundo vicepresidente, Gonzalo Said, y la nueva y flamante presidenta, Rosario Navarro, la primera mujer en dirigir el gremio en sus 140 años de historia. Ingeniero comercial de 54 años, Hasbún trabaja desde hace dos décadas con el mayor conglomerado empresarial local. “El grupo nos da libertad a los ejecutivos de dar opiniones y participar en todas las instancias que creamos que es relevante hacerlo. No he tenido restricciones en esa materia, en la medida que compatibilice con la gestión que tengo que hacer”, resume.
¿Qué rol tendrá usted en la Sofofa?
-Tal como lo declaró nuestra presidenta, es formar una tríada donde el liderazgo de la Sofofa le corresponde, como es normal, a la presidenta. Y hemos definido algunos ámbitos de acción de las vicepresidencias. Gonzalo Said, como lo establecen los estatutos, se va a enfocar a la administración interna de Sofofa y, además, a liderar lo que tiene que ver con el desarrollo de la empresa sostenible, que es un tema coyuntural que propusimos en la campaña. En mi caso voy a estar enfocado además a todo lo que tiene que ver con políticas públicas, que también que es un rol central del gremio, pero en todos estos enfoques, todos estos temas se discuten entre los tres y llegamos a acuerdo y actuamos en conjunto. Tenemos una presidenta muy clara, que es Rosario Navarro.
Habla de una tríada. ¿Qué nivel de autonomía tiene la presidenta?
-Creemos en liderazgos colaborativos y participativos y que ojalá más personas se incorporen a este tipo de liderazgos. Hoy en la empresa moderna, y también en los gremios modernos, creemos que es importante la transversalidad, la horizontalidad y en eso creo que ella va a jugar un rol muy significativo, porque tiene ese approach en su forma de relacionarse. Autonomía tiene toda la que tiene un presidente, pero por su propia naturaleza, ella ha dicho y así hemos actuado, que le interesa trabajar en equipo.
Su nombre sonó como eventual presidente de la Sofofa, ¿por qué no quiso postular?
-Tengo la profunda convicción de que Rosario puede cumplir un rol muy importante, y cuando ella me propuso ser vicepresidente, me pareció que era lejos la mejor opción que teníamos como gremio.
¿Por qué ella más que usted?
-Ella es más joven, lo que es bueno. Creo que tiene dotes de vocera muy significativas, flexibilidad para incorporar otros liderazgos. Es una cara más fresca y, desde ese punto de vista, es una buena elección y eso va a quedar fuertemente demostrado.
¿Cómo evalúa la gestión de Richard von Appen? Usted dejó el comité ejecutivo a poco andar con diferencias con su gestión…
-Creo que le tocó un proceso difícil. El país estaba muy convulsionado y la agenda estuvo muy capturada por la contingencia. Valoro el involucramiento que tuvo la directiva anterior en el tema del desarrollo sostenible, también la coordinación que logró Sofofa con la CPC en todas las materias de política pública. Honestamente, mis diferencias tuvieron que ver con énfasis, no con cosas de fondo. Yo tengo una gran opinión de Richard von Appen, lo conozco mucho, es una persona que tiene a Chile en el corazón, pero mi opinión en ese minuto era que Sofofa debía meterse de manera muy activa en el debate público y ahí es donde tuvimos algunas diferencias. Creo que eso fue mejorando en el tiempo, porque la contingencia nos llevó igual allá.
¿Eso marcará un énfasis de la actual directiva?
-Sin duda. Creemos que el rol de los gremios es seguir empujando todo lo que tiene que ver con una empresa sostenible, seguir poniéndole mucho foco a la calidad de nuestra posventa, ahí hay un espacio para varias industrias que tienen que ayudar a mejorar la percepción de la empresa, pero sin duda los gremios deben participar en el debate público, en materia de políticas públicas que afectan al desarrollo económico. No podemos estar ajenos a la discusión del crecimiento económico, a la discusión tributaria, a la discusión laboral, sería absurdo: están presentes todos los cuerpos intermedios, sindicatos, ONG, y nosotros somos una parte de esta sociedad. Muy distinto es pensar que nosotros tenemos que entrar en transacciones o negociaciones con el gobierno o con el Parlamento. Yo no comparto esa visión. Los gremios tienen que dar su opinión, cuando sea popular y cuando sea impopular, y son las autoridades electas, tanto en el gobierno como en el Parlamento, las que deben legislar.
Las reuniones empresariales con el gobierno recibieron críticas de parlamentarios y columnistas. ¿La Sofofa es un poder fáctico?
-Primero hay que decir que Sofofa y todos los gremios empresariales han participado en muchísimas mesas que han sido convocadas por distintos gobiernos a dar su punto de vista. Lo hicimos en el proceso constituyente anterior y lo vamos a hacer en este. Hemos participado en el debate parlamentario y eso es parte del rol. Nuestro objetivo es legítimamente influir en la opinión pública, en creer en un país donde el emprendimiento es relevante, donde la opción de elegir es importante, donde construirse el propio futuro es importante, donde se valore el esfuerzo, el levantarse temprano, cumplir las reglas, pagar los sueldos, pagar impuestos. Creemos en esa sociedad y tenemos la obligación de promoverla y eso es lo que hacemos. No sé qué significa ser un poder fáctico. Si se entiende por ser un poder fáctico que tenemos el derecho o la intención de escribir las leyes, ciertamente que no. No es nuestro rol y no debiera ser nuestro rol, y en eso no podemos confundirnos.
¿Y hubo confusión en las últimas décadas, donde el rol de los empresarios fue muy activo en este tipo de conversaciones?
-Creo que en el pasado hubo períodos muy fértiles desde el punto de la conversación empresarial-gobierno para conseguir grandes acuerdos, pero creo que el mundo cambia y lo que exige el presente es que nuestra visión sea una visión clara respecto de lo que creemos que hay que hacer, que esa visión la transmitamos en todas las instancias formales que se nos convoque y desde ese punto de vista no nos vamos a restar de ninguna instancia de conversación. Ese es nuestro rol: transmitir aquello en lo que creemos.
¿Cómo está la relación entre los empresarios y el gobierno?
-Es una relación que ha venido mejorando, en la medida que ha habido más entendimiento de lo que hacen los empresarios. En todas las relaciones a veces hay pasos atrás y adelante, pero tenemos que seguir trabajando en que las relaciones de todos los entes de la sociedad confluyan en un mayor entendimiento, un mayor diálogo. El país requiere más diálogo.
¿Y la reforma tributaria no ha deteriorado esa relación, con la declaración de la CPC de esta semana en que rechazaron alzas tributarias y nuevos impuestos?
-Pienso que no debiera. La declaración que ha hecho CPC, con acuerdo de sus seis gremios, es una declaración perfectamente legítima. Hemos sido invitados por el gobierno a participar en una discusión, después de que la reforma tributaria fue rechazada, para discutir de una cosa más amplia. Y hemos dicho que rescatamos muchos aspectos. Pero así como el gobierno, sin ambigüedades, ha dicho que su objetivo es recaudar más con el alza de impuestos, nosotros como gremio, a través de la CPC, tenemos un punto de desacuerdo con el gobierno. Es legítimo tener un desacuerdo y no debería ser esa una razón para pensar que no podemos sentarnos a conversar respecto de nada…
En uno de sus ejes programáticos en la Sofofa decían “vamos a trabajar por la unidad del sector privado”. ¿Esta declaración es una demostración de eso?
-Yo creo que el sector privado está bastante unido, en general. Tenemos una visión común respecto de lo que hay que hacer y de la relevancia que tiene hoy volver a impulsar una agenda de crecimiento económico. Porque el crecimiento económico es lo único que permite aumentar en el largo plazo la recaudación fiscal, las remuneraciones de las personas y los empleos formales. Estamos absolutamente convencidos de ese camino. No tenemos una visión distinta en esa materia.
Mario Marcel afirmó que en los empresarios hubo un “cambio de posición y de actitud”. ¿Por qué cambiaron de posición los empresarios?
-No comparto esa visión. Entiendo lo que dice el ministro, pero no comparto esa visión. Los empresarios tienen una visión de contribuir al desarrollo de la sociedad, tenemos que avanzar en materias de mejores condiciones para los ciudadanos. Se ha llegado a un acuerdo en materia de las 40 horas, hemos dicho que creemos muy relevante avanzar en la reforma de pensiones, que también tendrá un costo para las empresas. El decir que “no” a subir los impuestos, no implica un cambio de posición respecto de lo que creemos en lo que hay que avanzar. Lo que pasa es que creemos hoy día que mucho más importante es impulsar el crecimiento, porque eso va a impulsar sosteniblemente la recaudación fiscal. Te voy a dar dos datos: si uno mira desde 2005 a la fecha, la recaudación fiscal se ha multiplicado por 2,6 veces. Es decir, el tamaño del Estado se ha multiplicado por 2,6. ¿Qué impacto ha tenido eso en el Gini? Muy bajo. Y no es porque no hayan aumentado los recursos. Hay que preguntarse qué pasa en el aparato público que, con ese salto cuántico en los recursos del Estado, los ciudadanos siguen sin percibir mejoras. Otro dato: una reforma tributaria mal hecha, como la que se hizo en el segundo gobierno de la Presidenta (Michelle) Bachelet, si uno mira los 10 años anteriores a esa reforma, el país creció 2 puntos porcentuales más que en los 10 años posteriores. Las remuneraciones reales de las personas en ese período anterior crecieron alrededor de un 26%. Posterior a eso, van a haber crecido un 7%. Tenemos la convicción de que lo que Chile necesita es el crecimiento. No hay bono de marzo que pueda sustituir un aumento de remuneraciones consistente…
¿No es injusto atribuirle el bajo crecimiento sólo a la reforma tributaria de 2014-2015?
-El crecimiento cambia radicalmente a partir de la reforma tributaria de (Alberto) Arenas. De 4,6% se fue al 2,5%: se perdieron dos puntos de crecimiento. La reforma tributaria se sumó a muchas otras cosas, pero todas internas. Se le sumó el cuestionamiento permanente de la Constitución, el cuestionamiento de nuestra legislación laboral. Ha venido desde ahí una inestabilidad regulatoria que también es muy mala para la inversión. Por eso creemos que es tan importante cerrar el capítulo de la Constitución. ¿Por qué es tan importante? Porque si uno mira las industrias que mueven el país, la minería, la industria forestal, la industria agrícola, salmones, todo lo que Chile hace y produce, son inversiones de muy largo plazo. Tú plantas un árbol y te demoras 20 años en cosecharlo. En consecuencia, si el marco regulatorio está en permanente movimiento, obviamente que se produce un desincentivo. Hay que volver a construir este pacto social. Estamos en una dirección: tenemos una propuesta de Constitución, estamos de acuerdo al menos en que hay que hacer algo en pensiones, creemos que hay un ambiente donde podemos construir algo más.
Von Appen dijo que había que aumentar la recaudación. Ricardo Mewes propuso alternativas distintas al alza de los patrimonios. ¿No hubo cierta ambigüedad en el discurso empresarial?
-Creo que concordamos todos en tener más recaudación, la pregunta es cómo. Un punto de crecimiento económico aporta US$ 800 millones en recaudación (…) Creo que aquí tiene que haber una convicción más profunda de la modernización del Estado y en el contexto económico actual, dado el cero crecimiento, la caída de 3% de la inversión, la incapacidad que estamos teniendo para generar empleos de calidad, es fundamental recuperar el crecimiento.
La discusión sobre el crecimiento viene hace 10 años. ¿Cuál es la varita mágica para reimpulsarlo?
-Estabilidad regulatoria, facilitación de factores habilitantes: seguridad; infraestructura, estamos atrasados en infraestructura hace muchos años; modernización de los permisos sectoriales. Tenemos proyectos que están parados tres, cuatro años, invirtiendo millones de dólares para conseguir permisos y el día final el comité de ministros, por una decisión política, para los proyectos. Todo eso complica muchísimo la inversión y hay muchas cosas que podemos hacer. Hoy hay otra dificultad muy grande: las tasas de interés, porque los retiros fueron una pésima política pública, tuvimos una inflación relevante y el Banco Central tuvo que subir las tasas. Tenemos que asegurarnos de volver a un equilibrio fiscal, controlar el gasto público, permitir que las tasas de interés vuelvan a un nivel que permita que se acelere la inversión. En paralelo, relanzar un plan robusto de concesiones, modernizar el Estado y el desarrollo de industrias: el hidrógeno, del litio…
¿Para los empresarios, entonces, no hay espacio para subir ningún impuesto?
-Nuestra opinión es que hoy día la prioridad es el crecimiento económico y los impuestos, los postergaría. Hay varias cosas que hacer: reordenar el presupuesto público, eliminar programas que no son eficientes. Quien crea que por aumentar los recursos del Estado la calidad de vida de las personas va a mejorar, que vaya y entreviste a alguien que esté en la lista de espera de los hospitales… Nos parece que la prioridad debe estar en el crecimiento y la generación de empleos de calidad. Eso, en el momento actual, con las ventas cayendo en el comercio, con las importaciones cayendo 30%, con el mundo en una situación compleja y Chile más compleja que en el resto del mundo, creemos que es muy relevante relanzar una agenda procrecimiento y esa es nuestra invitación al gobierno.
En el sector privado había buena valorización de la trayectoria y la gestión del ministro Marcel. ¿Se le acabó el crédito al ministro con los empresarios?
-Yo tengo una gran opinión del ministro Marcel y tengo la convicción de que el empresariado la tiene también. Quiero valorar la gestión del ministro en todo lo que tiene que ver con el equilibrio fiscal, en un escenario complejo, de muchas presiones, más de su propio sector que de la oposición probablemente, ha tenido el coraje para mantener el timón firme y converger a una situación más sana desde el punto de vista de las finanzas públicas. Ha batallado fuertemente para evitar los retiros de los fondos de pensiones. Valoro mucho la gestión que ha hecho y estamos convencidos de que va a tratar, tanto en el proyecto de pacto fiscal como el de pensiones, de imprimirle un sello más de acuerdo. Porque sí creo que las propuestas que se llevaron al Congreso, ambas fueron absolutamente maximalistas, más bien ideológicas que técnicas, y eso ha dificultado la velocidad de los acuerdos…
Esas dos reformas las impulsó el ministro Marcel…
-El juicio de su gestión lo hará el país al final del gobierno. Mi impresión es que el ministro Marcel es una persona que valora el diálogo y creo que en ambos proyectos va a haber una cosa muy distinta al final de lo que se presentó, como ocurrió con las 40 horas…
Parlamentarios de oposición reprocharon en público las reuniones de los empresarios y el gobierno. ¿Les hicieron llegar privadamente los reclamos?
-Los vimos por el diario y se entiende la crítica. No hemos estado negociando nada con el gobierno y no creemos, además, que corresponda que los gremios se transformen en contraparte negociadora del gobierno. Hemos participado en las mesas y debemos seguir haciéndolo. No debemos tener ni vergüenza ni complejos en hacerlo.
¿No hay cierta comunión de ideas entre el sector empresarial y la derecha? Usted fue presidente de la juventud de RN hace años…
-Nuestro público objetivo es la persona que se levanta temprano, que quiere trabajar, que quiere progresar, que quiere que sus hijos tengan un mejor futuro que él, que paga sus impuestos, que no evade. Ese público objetivo es el del sentido común y el sentido común existe en todos los sectores políticos. Siempre tenemos extremos, pero el sentido común no es patrimonio ni de la derecha ni de la izquierda.
Dijo que están de acuerdo con una reforma previsional… Ya van dos intentos frustrados. ¿El país perdió tiempo?
-Sin ninguna duda. El que las pensiones iban a ser más bajas es un tema que está diagnosticado hace 20 años y, honestamente, no es culpa de las AFP. Es un tema absolutamente diagnosticado hace mucho rato y ahí ha fallado nuestro sistema político. Como gremios haremos todos los esfuerzos por empujar que esto avance.
Sobre el aumento de la cotización parece haber consenso. La diferencia es el destino.
-Deja dar algunos principios importantes. Lo primero es que hay que centrarse bien en el objetivo. El objetivo es mejorar las pensiones y los cambios que uno haga deben ir enfocados a eso. Y si los cambios que uno propone no producen ese efecto, hay que cuestionárselos. Existiendo la PGU, que resuelve un problema de un número muy grande de personas, subsisten dos problemas adicionales. Uno, que aumentó, felizmente, la expectativa de vida de las personas. Segundo, que seguimos teniendo lagunas. La forma de abordar eso es, indudablemente, más cotización, no hay otra. Ahora, da la impresión, y esta es una impresión que deben resolver los técnicos, que habiendo resuelto la PGU, el 6% total es algo que vale la pena revisar. Siempre es bueno tener una mejor pensión, pero hay que entender que esto aumenta el costo de los salarios y eso afecta la creación del empleo.
Segundo, nos parece importante que ninguna reforma transforme ninguna de las esferas del tema pensiones en un monopolio, ni para el Estado, ni para ninguna administradora en particular. Es relevante tener competencia y que las personas puedan seguir eligiendo dónde y quién administra sus fondos, lo mismo en materia de recaudación y de pago. El proyecto incluye un ente estatal para recaudar todo y me pregunto: ¿qué agrega eso al valor de las pensiones? ¿Es más barato? ¿Alguien cree que una empresa estatal haciendo esto será más barata y eficiente? No vaya a ser que terminemos con colas para cobrar la pensión.
Hace un año había mucha incertidumbre entre los empresarios por la propuesta constitucional. ¿En este nuevo proceso hay más tranquilidad?
-Efectivamente, la propuesta inicial indica que la trayectoria de esta discusión debiese ser muy distinta de la anterior. Hay que cautivar a la población porque, sin muchos antecedentes, la población aparece, a priori, contraria al proceso. Es muy importante tener una Constitución que cuente mayoritariamente con una aprobación, pero, de nuevo, lo que pasa es que nos cuesta conectar con los problemas de los ciudadanos. Y los problemas de los ciudadanos tienen que ver con la seguridad, con el empleo, con el crecimiento de las remuneraciones y eso no se hace por decreto. Para eso las cosas tienen que reactivarse. Tenemos que trabajar todos los días para mejorar nuestras políticas públicas en pos del crecimiento económico…
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