Raghuram Rajan: “La gran preocupación de la economía mundial es cómo reactivar el crecimiento en los mercados emergentes”
El execonomista jefe del FMI y expresidente del Banco Central de la India respalda la visión que tiene la Fed sobre el pronto inicio de bajas de tasas. Sobre el crecimiento global no ve mayores diferencias respecto a lo que se vivió en 2023 y es crítico de las medidas proteccionistas que lleva adelante EE.UU.
Aunque se hizo famoso mundialmente en la primera década de este siglo, al ser de los pocos que anticipó lo que posteriormente sería la crisis subprime en EE.UU., su trayectoria lo ha convertido en uno de los economistas de referencia de este siglo.
Raghuram Rajan fue economista jefe del FMI entre 2003 y 2007, convirtiéndose en el más joven en llegar a ese puesto (con 40 años) y la primera persona no occidental. Además, fue presidente del Banco Central de la India y lleva más de 30 años como académico en la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago. Ahí, el doctor en economía del MIT escribió, entre otros libros, el famoso “Salvando el Capitalismo de los Capitalistas”, junto a Luigi Zingales; y luego “Grietas del sistema”. En conversación con Pulso, vía teleconferencia desde su oficina en Chicago, el académico indio analiza las últimas señales de la Fed, la situación económica global, y critica el avance del proteccionismo.
Esta semana el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dio nuevas señales de que se aproxima una baja en la tasa de política monetaria en Estados Unidos. ¿Ve que ya llegó el momento de hacerlo?
-El presidente Powell explicó la lógica. Básicamente, creen que están llegando a ese momento, pero no están todavía ahí y no hay necesidad de darse prisa, porque el mercado laboral sigue aguantando. Y teniendo en cuenta la cantidad de veces que la economía ha ido y venido, sospecho que estarán contentos de usar todo el tiempo que tengan. Así que están casi ahí, todavía no, pero dan una señal de que los recortes estarán sobre la mesa en septiembre. Si todo va bien, así será. Si los datos cambian, pueden volver a retirarlos. Esto da al Banco Central la máxima flexibilidad. Por supuesto, hay quienes piensan que el mercado laboral ya se está debilitando considerablemente y que si la Fed no recorta, podría bajar mucho más.
¿Pero usted coincide en que septiembre ya es un buen momento para comenzar la baja de tasas? Hay muchos preocupados por un aterrizaje brusco si no se hace, especialmente, en época de elecciones.
-Eso es parte del problema. En primer lugar, el último trimestre fue de un crecimiento del 2,8%. Así que fue un trimestre muy fuerte. Y, dado eso, es difícil decir que se está tocando fondo. Ahora, puedes ver algunas señales de que las solicitudes de desempleo están subiendo, pero creo que todas estas son cosas que se suman al panorama general, que sigue siendo un mercado laboral razonablemente tenso. Aunque la contratación se está ralentizando, no es que los despidos hayan aumentado considerablemente, siguen siendo moderados. Es más, en ciertas áreas se han visto más despidos, como en tecnología, consultoría, pero no más en general. Así que creo que la Fed está básicamente diciendo: ‘mira, no necesitamos apresurarnos’. Creo que otra cuestión en el fondo de sus mentes, no en el frente, y no hablarán de ello, es precisamente las elecciones. Porque el resultado de las elecciones también podría afectar a la trayectoria de la inflación en el futuro. Por ejemplo, si hay una sensación de que vas a tener una nueva administración con mucho más gasto, más aranceles, más restricciones a la inmigración, eso impactará en la inflación de una manera diferente a la de una continuación de la actual administración. La Fed no puede hablar de ello explícitamente, pero no quiere moverse demasiado por el lado de los recortes de tasas hasta que probablemente vea lo que está sucediendo tras las elecciones.
¿Cree que la inflación, como el gran problema que tuvimos tras la pandemia, ya está en retirada en Estados Unidos y en el resto de las economías avanzadas o aún hay riesgos?
-Bueno, creo que ahora estamos viendo el otro lado. Inicialmente, es justo decir que gran parte de la inflación estaba relacionada con la oferta, porque hubo mucho movimiento hacia la demanda de bienes, y el suministro de bienes se vio obstaculizado durante la pandemia e incluso después. Lo que hemos visto desde entonces es desinflación de los bienes. Pero la inflación de los servicios ha sido más persistente durante algún tiempo y también está relacionada con la rigidez de los mercados laborales en los países industrializados. Si nos fijamos en el Reino Unido, por ejemplo, la inflación de los bienes ha bajado, pero la de los servicios se mantiene fuerte, y se puede ver una imagen similar en la zona euro, porque no puedes tener un crecimiento salarial del 5% con muy poco crecimiento de la productividad y esperar que no haya inflación. Así que esto es lo que uno podría llamar efectos de segunda ronda.
¿Hay una lección para los países respecto a la cantidad de dinero que pusieron en la economía durante la pandemia? Muchos decían en ese momento que no había que ser tan ortodoxos y que era un momento especial y que los efectos serían diferentes. Pero al final del día aparentemente no fueron tan diferentes.
-Al final del día probablemente hemos hecho demasiado en Estados Unidos porque, por supuesto, la deuda ha aumentado considerablemente como consecuencia de ello y eso no se reduce automáticamente, lleva muchos, muchos años. Así que el margen para hacer frente a futuros problemas es menor y, por desgracia, nuestros científicos nos dicen que los riesgos de una pandemia no han desaparecido. Ya no va a ocurrir una vez cada cien años. De hecho, ya se está hablando de la gripe aviar y de si se va a convertir en una pandemia en sí misma. Así que creo que el tipo de gasto que hemos visto se ha producido con la mentalidad de que se trata de un acontecimiento que ocurre una vez cada cien año. Pero ¿y si se trata de una vez cada 10 años? Entonces, ¿está justificado ese tipo de gasto? Esa es una de las razones por las que creo que el gasto puede haber sido un poco excesivo en Estados Unidos. Pero la segunda es que no se puede argumentar que la inflación que todavía tenemos no es, en cierto sentido, la cola de ese gasto masivo, que es cierto que inicialmente fue más un efecto de la oferta, pero no se puede descartar el hecho de que lo que continuó la inflación fue la fuerte demanda. Si sólo hubiera sido un efecto de la oferta, y la demanda se hubiera movido, habríamos tenido una contracción en la economía. Pero la economía no se contrajo mucho y, de hecho, se ha expandido considerablemente desde entonces. Y eso hay que atribuirlo a la fuerte demanda. Si la Reserva Federal intenta reducir la inflación incluso cuando la política fiscal está impulsando una mayor demanda, es en realidad un despilfarro de la capacidad fiscal. Y así, en retrospectiva, probablemente no deberíamos haber tenido tanto apoyo fiscal como tuvimos. Y también está la cuestión de quién recibió el apoyo fiscal. ¿Era necesario dar dinero a todas las aerolíneas? ¿Era necesario dar dinero a los abogados ricos? En el calor del momento la gente no prestó demasiada atención a ese tipo de cosas y quienquiera que tuviera un grupo de lobby fuerte en Washington conseguía dinero para su causa favorita.
¿Cómo ve la economía mundial para el crecimiento económico para este año y el próximo año? El FMI anticipa una pequeña desaceleración en 2024.
-Bueno, parece que Estados Unidos sigue avanzando, aunque la intención de la Reserva Federal es ralentizar un poco el ritmo. Puede que siga creciendo por encima de su potencial para este año. Las cifras que se ven están entre el 2,3% y el 2,5%, por encima del potencial a largo plazo de Estados Unidos. El problema está realmente en el otro lado del mundo, en China, donde los esfuerzos por reactivar el crecimiento de la economía han sido vacilantes, no muy fuertes. El sector inmobiliario sigue siendo un gran problema. Y aunque el tercer pleno (del Partido Comunista Chino, en julio) puede haber arrojado algunas ideas sobre qué hacer, no han sido hasta ahora revolucionarias en cuanto a las medidas que están tomando las autoridades. Así, con un crecimiento chino relativamente lento, pero con EE.UU. aún avanzando, no veo un gran cambio con respecto al año pasado. La gran preocupación de la economía mundial es cómo reactivar el crecimiento en los mercados emergentes y los países en desarrollo, donde el crecimiento se ha estabilizado en un nivel relativamente bajo. Tras la pandemia, muchos de estos países vivieron experiencias terribles y, por lo general, la clase media y la clase media baja se han visto un poco más perjudicadas. A los ricos les ha ido bastante bien, y lo importante en muchos de estos países es restaurar la fuerza de la clase media baja y la clase media para que la demanda pueda animarse y el crecimiento pueda fortalecerse.
La gran duda para nuestros países es cómo le irá a nuestros socios, especialmente a China. ¿Cómo ve el crecimiento en ese país?
-El problema chino es que la demanda interna es muy débil, pero sus exportaciones van muy bien, lo que significa que están comprando commodities del resto del mundo. El hecho de que sus exportaciones vayan bien es quizá sorprendente, dados los aranceles que les están imponiendo, por ejemplo, los Estados Unidos. Pero parte de lo que está pasando es que también están exportando componentes a México, a Vietnam, donde están siendo terminados en bienes y luego enviados. La preocupación tiene que ver con las elecciones estadounidenses. Si sale elegido un gobierno proteccionista muy fuerte, es posible que se apliquen más aranceles y que también se apliquen las normas de origen de los componentes, y eso pondrá un cepo mucho más fuerte al comercio chino, es posible que no puedan vender tanto fuera. En mi opinión, eso sería preocupante para muchos mercados emergentes que venden a través de China. Por supuesto, con el tiempo, surgirán nuevas fuentes de exportación al mundo desarrollado, tal vez Vietnam, tal vez México, pero tomará tiempo para que esas cadenas de suministro se reconstruyan y eso puede ser un período de crecimiento lento.
¿Cuán diferente sería la situación para los países en desarrollo si gana Harris o Trump las elecciones en EE.UU.? Porque usted habla de las políticas proteccionistas que podrían ponerse en marcha, pero ya hemos visto algunas de estas políticas puestas en marcha desde la Ley de Reducción de la Inflación, y ahora, la administración Biden, hace poco puso aranceles al acero chino.
-No es tanto una cuestión de intención como una cuestión de grado. Creo que los republicanos y los demócratas de Washington comparten la preocupación por China, pero sin duda los ruidos que hacen las personas que rodean al expresidente Trump tienden a ser mucho más punzantes en cuanto a las medidas que tomarán contra China. La administración Biden, si Kamala Harris sigue el mismo camino, ciertamente tiene el mismo tipo de visión más amplia, pero las medidas que ha tomado han sido más limitadas. No ha deshecho las medidas arancelarias y ha puesto algunas medidas propias, pero han sido calibradas y no ilimitadas. Dicho esto, creo que ambos tipos de administración parecen estar mucho más preocupados por China de lo que solían estarlo las administraciones anteriores.
En Chile y otros países en desarrollo veíamos a Estados Unidos como un líder e impulsor del libre mercado y del libre comercio mundial, y ahora estamos presenciando este otro tipo de políticas proteccionistas...
-No es nuevo. Es muy fácil ser un campeón cuando te va muy bien, cuando eres mejor que los demás. Tan pronto como la competencia empieza a morderte y empieza a perjudicarte, entonces la pregunta es, ¿sigues manteniendo tu ideología de libre mercado? EE.UU. hizo algo similar antes. En los años 80 hubo muchas medidas proteccionistas contra los coches japoneses, porque competían más que los estadounidenses. Pero con el tiempo lo que pasó fue que los coches de EE.UU. mejoraron. Esa es la virtud de la competencia. Y entonces fue un campo de juego más parejo. Así que uno esperaría que estas medidas no se vuelvan demasiado proteccionistas y limiten demasiado la competencia. Estados Unidos se ha beneficiado históricamente de la competencia y ha mejorado como resultado.
También hay una tendencia en algunos políticos en los Estados Unidos y otros lugares por la reindustrialización. ¿Es una buena idea o es importante centrarse en las ventajas competitivas, que es lo que hemos hecho en Chile?
-En todos los países hay un grupo de políticos que tienen lo que yo llamo fetichismo manufacturero. Piensan que la fabricación es la única cosa verdaderamente “machista” que se puede hacer. Y si usted no tiene la fabricación, entonces usted va a ser un débil respecto otros países. Así que tienes que construir un montón de cosas dentro de tu país. Puedo entender que si el mundo entero entra en guerra y todo el mundo está luchando contra todo el mundo, podría tener sentido tener un fuerte sector manufacturero propio. Es decir, está claro que Ucrania se beneficiaría de una mayor fabricación de municiones, etc. Pero, como principio general para el mundo, parece una filosofía muy aislacionista, del tipo de “fin del mundo”. Y, por supuesto, como usted señala, no todos los países pueden ser especialmente buenos en la fabricación y hay algunos que son mejores en otras cosas.
Hay además que decidir qué producir...
-El problema de la política industrial es que tiende a centrarse en lo que está de moda. Así, todos los países quieren fabricar chips. Pero, por supuesto, la industria de los chips es fenomenalmente cíclica, se pasa de la superabundancia a la escasez y de nuevo a la superabundancia. Y estos fabricantes de chips a menudo necesitan enormes subvenciones, al igual que la industria naval o cualquier otra industria cíclica. Así que si alguien se mete ahora en la fabricación de chips porque quiere ser uno de los grandes del mundo, no tiene mucho sentido porque todo el mundo está subvencionando enormemente su industria de chips. Y a menos que pienses que va a haber una guerra total en el mundo en la que no podrás acceder a los chips, ¿por qué no esperar y comprarlos baratos cuando haya otro exceso de oferta en el mundo?
Creo que la política industrial está dirigida por personas que tienen una visión del mundo que puede no ser la óptima para un país. En América Latina y, desde luego, en India, todos tenemos experiencia de proyectos gigantes que son totalmente inviables, pero que el jefe de gobierno pensó que eran algo bueno. Estamos viendo algunos de estos ejemplos en México, pero los hemos visto en otros lugares de nuestros países, y lo que está ocurriendo con la combinación de proteccionismo y también, con el resurgimiento de la política industrial en Occidente, es que antes podíamos decir: “Oh, esos tipos no lo hacen y son ricos, así que deben estar haciendo algo bien, así que tal vez no deberíamos hacerlo”, y eso fue bueno para nosotros. Pero ahora ellos lo hacen de nuevo (la política industrial) y es más difícil argumentar que no lo hagamos porque es un despilfarro de dinero. Y si se hace, finalmente tanto ellos como nosotros malgastaremos dinero.
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