Sebastián Bowen: “En materia de vivienda y ciudad, hay un espacio fértil para la colaboración público-privada”
Con el lema de “Una casa no es una casa”, el actual director ejecutivo de Déficit Cero explica cómo han ido creando puentes entre municipalidades, gobierno y el sector privado en los dos años de vida de esta entidad.
Sebastián Bowen, actual director de Déficit Cero, hace un fuerte hincapié en la necesidad de las alianzas entre empresas, el mundo público y las organizaciones para resolver distintos problemas del país. De hecho, la entidad que lidera nació hace justo dos años mediante un convenio entre la Cámara Chilena de la Construcción y Techo, organización de la cual también fue su director ejecutivo por casi cinco años. “Ha sido de mucho aprendizaje, sobre todo, de construir propuestas basadas en la evidencia para generar un terreno fértil para que el problema habitacional penetre en las autoridades, en la discusión política y en la agenda pública”, plantea Bowen.
El objetivo de Déficit Cero es garantizar que todas las familias tengan acceso a una vivienda digna y adecuada y, con eso, repercutir en otras áreas de la vida como educación, salud, seguridad y el bienestar de la niñez. “Trabajamos levantando demandas habitacionales en una zona específica, mediante distintas fuentes de información como bases de datos, acceso a servicios, salud y educación; para luego visualizar las oportunidades, como los suelos disponibles, sitios eriazos o espacios que se podrían densificar, así como lo que viene en materia de transporte. A partir de eso, en conjunto con el municipio, construimos ciertas prioridades para trabajar”, explica el sociólogo.
¿Cuáles son los criterios para la elección de las zonas para trabajar?
-El primero, es el nivel de demanda por vivienda que existe, el cual se conjuga con la segunda variable, que son las oportunidades. Dónde, por ejemplo, hay posibilidades de inversión. Y el tercer criterio es la voluntad política. Nos movemos por donde vemos que hay más voluntad de las autoridades por desarrollar los planes.
¿Y cómo pesan los planes reguladores en ese contexto?
-El plan regulador es un mapeo constructivo, pero no hay detrás de él un plan en materia de inversión. Existen otros planes que se preocupan del espacio público, pero en materia habitacional todo se va evaluando proyecto por proyecto en la municipalidad, donde el gobierno (central) va viendo cómo construye los proyectos habitacionales. Pero una planificación de desarrollo de vivienda de interés público es algo más o menos nuevo. Y eso es lo que estamos implementando. No es una idea nuestra… Lo han planteado el Consejo de Desarrollo Urbano y el Minvu. Tomamos esa tradición y planteamos una tesis.
¿Cuál es la tesis?
-Que, al final, la vivienda es la puerta de entrada para desarrollar muchas otras aristas en un territorio. Nuestro lema es: “Una casa no es una casa”. Una casa es un activo que puede desarrollar crecimiento económico. Es también el acceso a un barrio que puede tener jardines infantiles. Una casa es autoestima y un espacio de seguridad para una familia. Una casa es una proyección, ya que hubo un ahorro para tener una, y luego otro, para construir más piezas. Finalmente, una casa es el futuro. Así, si trabajamos desde la casa vemos otras aristas como la educación, el crecimiento económico, empleo, salud, y por lo tanto, un desarrollo social inclusivo y sostenible.
Durante décadas ha habido varias crisis habitacionales en Chile. ¿Cuáles son las características de la actual?
-Lo central es que hay una fuerte demanda por vivienda y nuestras políticas públicas se mantuvieron en una lógica basada básicamente en el subsidio a la demanda a través de adquisición de viviendas nuevas, con dos principales herramientas: un subsidio con deuda y otro sin deuda. El problema es que la demanda ha aumentado muy por sobre la oferta de vivienda social que se puede otorgar, lo que comenzó a generar una olla de presión y hacinamiento, aumentando el fenómeno de campamentos. Esto comenzó el 2010, pero con un crecimiento explosivo desde el 2019.
¿Influye en esto la inmigración?
-La migración es un factor. El otro, es el crecimiento de la inversión en vivienda para transformarla en arriendo, lo que aumenta la demanda. Hay un cambio del perfil sociodemográfico de la familia chilena. Hoy son hogares más atomizados, familias más pequeñas y con mayor preferencia por vivir en zonas urbana y centrales. Esos elementos fueron generando un crecimiento sobre la oferta de la vivienda, pero cuando aumenta una demanda y no aumenta la oferta en diversidad o cantidad, se gatilla un aumento en los precios, lo que hemos visto en los últimos 20 años. En consecuencia, se ha producido una mayor cantidad de población excluida del acceso a esas viviendas, lo que genera varios fenómenos como el allegamiento y -con mucha fuerza- el arriendo informal.
¿Cuál es el rol de las empresas en la resolución de estos problemas y cómo ustedes trabajan con ellos?
-Uno de los desafíos que estamos viendo es que para llegar al déficit cero de problemas de viviendas, necesitamos producir de aquí al 2030 más de un millón de soluciones habitacionales, que significan entre US$80.000 a US$90.000 millones, que está muy por sobre lo que el Estado puede gastar. Es clave poder generar mecanismos de alianzas público-privadas que signifiquen inversión de privados para las soluciones habitacionales diversas para la población, en base a distinta herramientas.
¿Cómo cuáles?
-Nos llama mucho la atención todo lo que puede hacer una empresa pública como Desarrollo País, que es justamente hacer alianzas con el mundo privado para generar inversión en conjunto en función del desarrollo.
¿Una especie de sistema de concesiones, pero enfocado al arriendo?
-En otros países existe y sería una forma bastante inteligente en que el Estado lograra construir a través de privados, cuya administración puede ser sin fines de lucro, donde el Estado puede aportar para ese arriendo. Y cuando termine la concesión, al cabo de 20 o 25 años, ese inmueble vuelve al Estado. O sea, entregaste soluciones habitacionales a muchas familias, porque el arriendo, como transición, puede ser algo tremendamente positivo para llegar a una vivienda propia.
¿Cómo motivar al sector privado?
-El sector privado se motiva solito, pero llega en cuanto haya rentabilidad. Por eso, nuestro principal desafío es levantar propuestas de políticas públicas que generen ese vínculo entre el Estado y los privados. Por ejemplo, Chile acaba de realizar dos hitos importantes entre el mundo público y privado: el acuerdo entre Codelco y SQM; y el acuerdo por la fibra óptica. Ambos enfrentan desafíos estratégicos para Chile. En materia de vivienda y ciudad hay un espacio fértil para la colaboración público-privada y que podría fortalecer el desarrollo del país.
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