Cómo sobrevivir y no morir en el intento
Resulta contraproducente que mientras nos enteramos del cierre de Maersk en San Antonio o la planta de Iansa en Linares, escuchamos sobre el surgimiento de Cornershop o la inversión de Arauco por más de US$2.300 millones. Los cambios a nivel de balance de oferta y demanda en el comercio internacional o la conciencia sobre la importancia de la dieta que fueron importantes al momento de tomar decisiones difíciles como lo fue en el caso de Maersk o Iansa, nos hablan de la importancia de mantener las inversiones dirigidas en función de un pilar de la sustentabilidad que le permita dar viabilidad en el tiempo. El problema radica en que las inversiones son de largo plazo y el contexto de corto plazo es cambiante y flexible en donde la obsolescencia de importantes inversiones puede gatillarse en cualquier momento si es que los cambios no son gestionados proactivamente.
En virtud del cambio vertiginoso de esta cuarta revolución industrial, necesitamos trabajar para que a nivel privado y público seamos protagonistas y no espectadores de este nuevo escenario. En este contexto, hay un elemento que más allá de ser un mero complemento, comienza a formar parte esencial de la estrategia de cada empresa que es lo que se denomina la gestión de tendencias, lo cual es el puente directo entre ciencia y empresa en materia de innovación.
Mientras gran parte del tiempo de profesionales e investigadores se va en profundizar lo conocido, la gestión proactiva de tendencias, que puede ser la movilidad en el caso de telecomunicaciones o alimentación saludable para el caso de los agricultores, está señalando un camino que va marcando la sustentabilidad de industrias que necesariamente tienen que tener un propósito para sobrevivir.
A modo de ejemplo, una gran tendencia que se viene dando es la entrada de una clase media emergente que quiere y demanda productos y servicios similares a los del mundo desarrollado, pero ese efecto no es sostenible si no cambiamos nuestros actuales hábitos de consumo y reciclaje. El dilema se daría cuando un Chino o Indio promedio entre a la economía y aspire a mejorar su calidad de vida consumiendo el mismo nivel de energía o el mismo nivel de residuos promedio de un norteamericano.
Si ese es el caso, en este momento nuestro planeta no es capaz de sostenerse medioambientalmente (de hecho, gran parte del crecimiento de la contaminación mundial de los continentes y océanos ha sido por este importante y creciente grupo) en donde ya no es más posible replicar el modelo actual de desarrollo de unos pocos a costa de que la gran mayoría no participe de los beneficios.
Aquellas iniciativas que sean capaces de ejecutar soluciones para que manteniendo mi nivel de vida pueda mejorar ostensiblemente el efecto en el medio ambiente y salud, van a estar anclados en un pilar realmente sostenible en el tiempo que permita cumplir con el propósito de mejorar sosteniblemente su calidad de vida de todos aquellos que van a aspirar a vivir mejor.
Ahora bien, ¿cuánto tiempo le dedicamos a estar alertas con los cambios o tendencias que están sucediendo?, ¿hemos analizado cuántas empresas han surgido o caído en el último tiempo y por qué?, a nivel de política pública, ¿cómo estoy preparado para esta dinámica?, a nivel privado ¿contamos con una propuesta que sea realmente sostenible en el tiempo?
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.