Venezuela: el nuevo intento de recuperación de una economía en permanente crisis
En medio de las elecciones presidenciales de este domingo, que mide a Nicolás Maduro con el representante de la oposición, Edmundo González, la economía venezolana espera crecer un 4% este año y alejarse de los escenarios de hiperinflación de antaño. Sin embargo, los expertos creen que el largo ciclo de recesivo de la última década y los desequilibrios económicos son una pesada carga para una economía que también necesita acuerdos políticos para salir a flote.
Los 25 años de chavismo serán puestos a prueba este domingo cuando Nicolás Maduro se enfrente al candidato Edmundo González Urrutia. En medio de una inédita ventaja para el líder opositor en las encuestas, la economía del país sudamericano intenta recuperarse de años de recesión económica, hiperinflación y una fuerte baja en la calidad de vida de su población.
El 2 de febrero de 1999, el fallecido comandante Hugo Chávez juró por primera vez como Presidente de Venezuela y marcó una etapa clave para la vida de los ciudadanos del país sudamericano, la cual ha sido continuada hasta ahora por Nicolás Maduro. La propuesta del carismático líder bolivariano fue terminar con la pobreza, pero su deseo se fue entrampando en medio de frecuentes crisis políticas y económicas, y la fuga al exterior de cerca de 7 millones de venezolanos.
Luego de haber sido uno de los países más ricos de América Latina en los años 70 y 80 de la mano de un aumento explosivo del precio internacional del petróleo, su principal fuente de ingresos, Venezuela comenzó a incubar severos desequilibrios económicos y una trayectoria peligrosa de su gasto público y deuda externa. Por contrapartida, para la mayoría del resto de los países de la región, altamente dependientes de la importación de crudo, los años 80 fueron atacados por la llamada “crisis de la deuda”, en lo que se llamó la década perdida para América Latina.
Según estadísticas del Fondo Monetario Internacional, entre el año 2013 y el año 2020 la economía venezolana se contrajo un 75% en términos reales. En lo que fue una de sus etapas recesivas más emblemáticas, en 2020 la nación sudamericana tuvo una caída de 30% en su Producto Interno Bruto (PIB).
Pavel Gómez, economista de origen venezolano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Finis Terrae, explica que existen al menos variados elementos que han explicado este complejo escenario.
Una de ellas, menciona, es la inmensa destrucción de capital. “Entre 2007 y 2011, el gobierno venezolano expropió una gran cantidad de activos (maquinarias, equipos, edificaciones, tierras productivas), que fueron puestos bajo control de empresas del Estado. Una mezcla de incentivos perversos, ausencia de know-how operativo y gerencial y gran apetito de buscadores de rentas, provocó la destrucción de estos activos. Estas expropiaciones, amenazas e intervenciones regulatorias en las empresas que sobrevivieron provocaron una caída muy grande la inversión privada; nadie quiere invertir en un entorno tan hostil”, dice el experto.
Además de las sanciones internacionales que respondieron al giro “dictatorial” de Maduro y que crearon una “economía sumergida”, Gómez añade al menú de razones del descalabro económico la desaparición del crédito interno y las fuentes de financiamiento externo.
A su vez, la hiperinflación también ha sido un flagelo que ha atacado a la economía del país sudamericano. Mientras en 2023 la inflación llegó al 234%, el año pasado el incremento de precios alcanzó un 189%. En 2018 la inflación llegó a un inédito 130.000%.
El duro panorama económico ha restado apoyo progresivamente al régimen bolivariano. “El gobierno llega con problemas estructurales tan importantes que afecta la movilización electoral; es un descenso lento pero sostenible. Maduro, que consiguió 7 millones de votos en 2013, bajó a 5,8 millones en 2018 y a 4 millones (con el total de los candidatos del oficialismo en las legislativas) en 2021. Hay un descenso en la capacidad de mover electores y de coaccionarlos, en la medida que ha perdido poder económico”, dijo a CNN el analista político Eugenio Martínez, director del portal Votoscopio. El mismo analista asegura que cuando Maduro llegó al poder en 2013, el 60% de la población se identificaba como chavista, y hoy solo lo hace el 20%.
Pese a su tamaño y población de cerca de 30 millones de habitantes, la producción económica total venezolana actualmente bordea los US$ 100 mil millones, lo que es menos de un tercio del PIB de Chile. Según el FMI, el peak del tamaño de la economía Venezuela fue en 2012, con un PIB de US$ 372 mil millones.
Según Pavel Gómez, el salario mínimo en julio 2024 en Venezuela es de unos US$ 4 al mes y los empleados del sector público y jubilados reciben bonos compensatorios que llevan su ingreso mensual a cerca de US$ 40 al mes.
¿Recuperación?
Sin embargo, durante los últimos años, y tras despojarse de los efectos de la pandemia, la economía venezolana ha mostrado cifras azules. Según proyecciones del FMI, en 2024 la nación sudamericana tendrá una expansión del 4%, por sobre las expectativas del 2% pronosticadas para América Latina. Una de las razones del repunte se atribuye a la mejoría en la clave producción petrolera.
“Los indicadores económicos de Venezuela siguen siendo muy malos. El FMI pronostica que este año la economía crecerá un 4%, y que la inflación estará por encima del 100%. Comparado con lo que hemos vivido -contracción del PIB en un 75%, hiperinflación, pérdida masiva de la población- por supuesto que los indicadores son mejores. Sin embargo, estamos lejos de recuperar la senda del crecimiento del país. A esto hay que agregarle el hecho de que la deuda venezolana, como porcentaje del PIB, es de las más altas del mundo. Venezuela está completamente excluida de los mercados internacionales, y la inversión extranjera directa es casi insignificante. Por lo tanto, los retos económicos que tiene el país por delante son inmensos”, explica Juan Nagel, académico venezolano de la Universidad de los Andes.
En la misma línea, Carlos Smith, docente del CIES-UDD, recuerda que el gobierno venezolano ha realizado un “apretón fiscal importante”, lo que ha impactado en el poder de compra de la población. “Eso ha llevado a que se registre algún crecimiento en algunos sectores en particular, con una mayor producción de petróleo, aunque lejos de lo que se hacía antes. Es fácil también crecer cuando se está muy abajo. Aunque pueda parecer muy bueno, Venezuela necesita crecer mucho más y a un ritmo mucho más acelerado para volver a lo que pasaba antes del chavismo. Son noticias relativamente alentadoras, pero la incertidumbre política lleva a plantearse si eso va a ser permanente o no”, afirma el economista de la UDD. Smith alerta, asimismo, sobre los potenciales fraudes que podría haber durante las elecciones de este domingo y las implicancias económicas que podría significar para la nación sudamericana.
Nagel es tajante y cree que no hay manera de que Venezuela retome la senda del crecimiento con Nicolás Maduro en el poder. “La falta de políticas económicas claras, la nula credibilidad del gobierno en la protección de la inversión, la pésima relación con la industria petrolera, y la alta probabilidad de conflicto social en los próximos meses, hacen que el panorama sea sombrío. Si gana González Urrutia, los retos seguirán siendo enormes, dado que una eventual transición a la oposición vendría con muchos nudos atados”, sentencia.
El economista venezolano estima que hoy existen tres grandes desafíos para la nación sudamericana. “El primero es recuperar la capacidad productiva del país, ya sea vía la industria petrolera, y que los 7 millones de venezolanos que hemos emigrado emprendamos el regreso a casa. También pasa por recuperar servicios básicos, como la electricidad y el agua, que son industrias que están en un estado de abandono casi total. La segunda es el refinanciamiento de la enorme deuda externa (...) Venezuela necesita recuperar su credibilidad, y buscar la manera de negociar con los tenedores de bonos. Por último, el control de la inflación, mediante el estudio de una reconversión monetaria que le dé credibilidad a la política económica”, concluye Nagel.
Pavel Gómez tiene la convicción de que la recuperación de la inversión en los niveles necesarios después del gran colapso, y el regreso a los mecanismos de financiamiento internacional masivo, dependen de una profunda reforma política y económica, que genere estabilidad y señales creíbles, “lo cual es imposible bajo un escenario de continuidad de Maduro”.
“Aun en un escenario de triunfo opositor, la recuperación sostenida de la economía venezolana requiere un gran acuerdo político, que deberá incluir a sectores del oficialismo, para generar confianzas y un programa de estabilización creíble”, concluye el académico de la Universidad Finis Terrae.
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