Por qué a Google no le importan los impuestos




Al igual que otros titanes de la era digital, Eric Schmidt de Google se ha enfrentado a un montón de preguntas en los últimos tiempos de por qué una empresa que tiene tanto dinero parece pagar tan pocos impuesto. Los políticos británicos se han visto especialmente interesados.

El presidente ejecutivo de Google tiene una respuesta de mercado para los críticos. El gigante de búsquedas cumple con sus obligaciones legales. También respeta su deber fiduciario para con los accionistas. Por lo tanto, su comportamiento es irreprochable. Este argumento se debe más a la sofistería que a la razón.

Se necesitaría un pequeño ejército de contadores para comprobar que Google siempre se queda en el lado correcto de la ley en las múltiples jurisdicciones fiscales en las que opera. Pero no hay evidencia de que haya cruzado la línea entre la elusión fiscal agresiva y la evasión fiscal ilegal. Del mismo modo, decir que los directores de empresa tienen que salvaguardar los intereses de los accionistas es indicar lo deslumbrantemente obvio.

Schmidt estará muy consciente gracias a su vida personal y profesional, de que las sociedades prósperas dependen de mucho más que de un estricto apego a la letra de la ley. Las comunidades funcionan por los ciudadanos, instituciones y, sí, incluso las empresas observan normas, convenciones y obligaciones mutuas que no están en ninguna parte del libro de estatutos.

No hay nada nuevo en esto. Sugerir que todas y cada una de las responsabilidades y deberes deben ser codificados en la ley es invitar a un bandazo hacia el totalitarismo - la microgestión por un estado superpoderoso de todas las dimensiones de nuestras innumerables relaciones.

No existe una ley (en Gran Bretaña por lo menos) que obligue a ubicarse al final de una fila para, por ejemplo, comprar unas entradas al teatro o para esperar una mesa de restaurante en vez de infiltrarse en la parte delantera. Sospecho, sin embargo, que Schmidt estaría de acuerdo en que saltarse la fila sería bastante antisocial.

El ser legal, en este caso, no es tener la razón. ¿O él sugeriría que el gobierno debe legislar?

Después está aquel deber fiduciario. Por supuesto, las empresas no deben pagar un impuesto "voluntario".

Sin embargo, no se enfrentan a la elección binaria planteada por Schmidt. En algún lugar entre las donaciones caritativas a las autoridades fiscales y la creación de pirámides bizantinas de empresas ficticias en cada paraíso fiscal conocido por el hombre y la mujer, existe lo que los abogados llaman el uso totalmente justificable del código tributario para proteger a los accionistas.

Lo curioso es que, a veces, Google parece entender que debe mirar más allá de la letra de la ley. La empresa se jacta de sus muchas "buenas obras" en comunidades locales.

Sin embargo, cuando la compañía dice que los miles de millones en ingresos cosechados cada año por su fuerza de ventas en el Reino Unido no están sujetos al impuesto local porque su negocio técnicamente está "cerrado" en Dublín, parece francamente de sórdido. Alguien, en algún lugar en las oficinas de Google podría aplicar la prueba de pensamiento de "¿qué haría cualquier persona razonable?"

Google no está solo en su elaborada planificación de elusión de impuestos. Amazon, Apple y otros han enfrentado el escrutinio abrasador de los políticos estadounidenses. Mi sospecha es que hay fuerzas culturales - digamos, libertarias - funcionando aquí. A estos maestros del universo digital realmente no les gusta mucho el gobierno. Más bien, ven al estado como un obstáculo injustificado de su versión de progreso. ¿Por qué deberían pagar por ello?

Por su parte, Schmidt dice que está "perplejo" por el escándalo. Después de todo, el único deber exigible en Google es obedecer la ley. Donde se equivoca es en esperar que los demás estén de acuerdo en que esto lo hace un buen ciudadano corporativo.

Lo más honesto en este punto de reputación sería decir que a él realmente no le importa mucho.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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