El punto de inflexión para 2018
Por Luis Felipe Madariaga. Es primordial impulsar iniciativas que permitan formular, evaluar y financiar proyectos y programas que lleven a nuestra economía al crecimiento, desalineándose de los precios (demanda) de los commodities.
Comenzamos un nuevo año en el que abundan las proyecciones económicas, tanto de organismos públicos (Banco Central, Ministerio de Hacienda) como de entidades internacionales (Banco Mundial, OCDE, Fondo Monetario); además de los privados (corredoras de bolsa, consultoras y un extenso etcétera). Este ejercicio resulta ser interesante, pues ayuda a generar debate entre los optimistas, moderados y pesimistas; discusión que sirve para que los diferentes agentes económicos evalúen los escenarios futuros de la economía.
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En este sentido, hoy se abre la oportunidad de ir más allá de la proyección de cifras económicas, por lo que la invitación es dar espacio a la creación de nuevas fórmulas que permitan elaborar propuestas para que este año se transforme en un punto de inflexión en nuestro crecimiento. Sin embargo, para ello es necesario pensar en ideas y proyectos que trasciendan el espacio temporal del período presidencial, instancia donde debe primar la visión de Estado, en la que la TIR (Tasa Interna de Retorno) sea evaluada con un horizonte de largo plazo, permitiendo que la suma de esos retornos lleve nuevamente a Chile a crecer a niveles del 5% anual.
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El camino no es fácil, ya que es necesario cambiar el paradigma de la visión de cuatro años, además de evitar la acción de la famosa "retroexcavadora". De esta manera, es primordial impulsar iniciativas que permitan formular, evaluar y financiar proyectos y programas que lleven a nuestra economía al crecimiento, desalineándose de los precios (demanda) de los commodities.
Por ejemplo, sería posible volver a pensar en Chile como un país prestador de servicios. Esto gracias su estabilidad económica y política, por lo que volver a mirarlo como un centro financiero internacional no parece algo tan lejano. Por otra parte, se podría profundizar en los incentivos en investigación y desarrollo tecnológico, mejorando los procesos productivos y exportando productos elaborados dentro del país.
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Asimismo, las expectativas favorables harán que el Banco Central lleve la TPM a niveles de 2,75% para fines del presente año, producto de que la inflación convergerá hacia el 3% en doce meses. Cifras que son completamente mejorables, siempre y cuando se genere mayor innovación, se incentive la competencia de mercado y se dé paso a más infraestructura.
En definitiva, se trata de pensar en cómo generar ese punto de inflexión que nos permita superar las proyecciones de crecimiento para 2018 (3,2% a 3,5%), y que este no se sustente sólo en las perspectivas del precio del cobre para el año (US$2,98 a US$3,20 la libra).
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*El autor es académico, Facultad de Economía y Negocios, Universidad Finis Terrae.
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