Travis Kalanick, CEO de Uber: "Creo que no hay modelo a copiar"
Desde 2009, cuando Travis Kalanick, CEO de la aplicación para taxis Uber, y su amigo Garrett Camp tuvieron la idea de “presionar un botón para que llegue un taxi”, hasta ahora, Uber ha evolucionado rápidamente desde un servicio de limusinas privado al cual se accedía sólo con invitación para un pequeño grupo de amigos, a una de las empresas más atractivas -y más controvertidas- de Silicon Valley. En diciembre de 2013, información filtrada a través del blog tecnológico Valleywag mostró que el ingreso semanal de la empresa era de US$20 millones, provenientes de más de 400 mil “clientes” activos; la compañía no ha desmentido las cifras. El año pasado, fue valorada en más de US$3 mil millones, con una inversión de US$258 millones de Google Ventures y la firma de capital privado TPG.
Esa inyección de dinero -enorme, incluso en estos tiempos en la costa occidental de EEUU- ha ayudado a Uber a duplicar su participación a 100 países en los últimos seis meses. “Estamos en cuatro ciudades en China, cinco o seis en India”, dice Kalanick. “Estamos en todas partes”.
La mayoría de los ejecutivos de Silicon Valley dirían diplomáticamente que el mercado está creciendo muy rápido y que hay mucho espacio tanto para Uber como para su rival, Lyft. “Lanzamos nuestra aplicación en 100 ciudades, así es que ellos tenían que hacer algo, y hay muchos lugares en su lista (de 24 ciudades en las cuales Lyft lanzará la aplicación) que yo no estaría tan seguro de calificar como ciudad. Pero han tenido que hacerlo”, dice. “En Estados Unidos somos 10 veces mayores”, asegura.
Entonces ¿cuáles son los próximos pasos de Uber? Como cualquier emprendedor de Silicon Valley que se precie de tal, Kalanick se refiere a las cifras. La gente se suscribe para el servicio incluso antes de que esté disponible en su ciudad, dice, a menudo desde un teléfono que comparte su ubicación a través del GPS, de manera que Uber ve cada vez que buscamos un auto sin éxito. “Tenemos 150 mil personas que han abierto la aplicación en Miami, y no tenemos operaciones en Miami”.
Uno de los principales desafíos de Kalanick es la guerra de la industria contra Uber y las regulaciones que habitualmente evitan que estos servicios operen libremente. Miami ha mostrado ser uno de los principales problemas en la lucha regulatoria pero hace apenas una semana se abrieron nuevos frentes en Berlín y Bruselas. En esta última, un tribunal amenazó con multar a los conductores de Uber con 10 mil euros si eran descubiertos transportando pasajeros privados porque la empresa no tiene las licencias adecuadas. Sin embargo, Neelie Kroes, la comisionada digital de la UE atacó la decisión, que calificó de “escandalosa” y acusó que buscaba “proteger a un cartel de taxis”, no a los consumidores. Kalanick no lo podría haber dicho mejor.
Amazon, que alguna vez fue sólo una librería online, a menudo es citado como ejemplo de cómo Uber se desarrollará. Jeff Bezos, CEO de Amazon, es inversionista en Uber, aunque Kalanick rechaza las comparaciones. “Creo que Uber es simplemente diferente, no hay un modelo a copiar”, dice. “No hacemos nada convencional… Y luego pienso también, como un emprendedor, que soy una especie de lobo solitario”.
Su filosofía es confiar en que los empleados de Uber sean lobos solitarios también. Cuando se lanza en nuevas ciudades, los equipos locales gozan de considerable libertad para promover el servicio y reclutar conductores.
Otras tácticas han sido menos amigables: en enero, Uber se disculpó luego que su equipo de Nueva York fuera descubierto llamando y cancelando repetidamente viajes de un servicio de autos rival.
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© The Financial Times Ltd, 2011.
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