Joaquín Fermandois, historiador: "La derecha se ha quedado callada 40 años y perdió la batalla de las ideas sobre el 73"
El académico formó parte de la comisión que redactó la propuesta para un Museo de la Democracia. Aquí, relata su experiencia en el equipo y cuenta cómo se convenció a Piñera de que la iniciativa no solo se centrara en la transición.
Cerca de 500 páginas tiene escritas el historiador Joaquín Fermandois. El próximo año, el intelectual y académico lanzará un libro que recopilará la historia de la democracia en Chile, su evolución y comparación con otros países de Latinoamérica.
Fue su conocimiento sobre este tema lo que lo llevó a formar parte de la comisión que el año pasado convocó el entonces candidato presidencial, Sebastián Piñera, para la creación de un Museo de la Democracia, iniciativa que será anunciada por el gobierno el próximo 5 de octubre, al conmemorarse 30 años del plebiscito de 1988.
¿Cuántas veces se juntaron cómo comisión para diseñar el Museo de la Democracia?
Cuatro o cinco veces. Nos convocaba Lucía Santa Cruz y nos reuníamos en el Instituto Libertad y Desarrollo. Cuando nos reunimos por primera vez, con Juan Luis Ossa, David Gallagher y Mauricio Rojas, usamos las columnas que cada uno habíamos escrito como una base.
¿Cuál fue la idea original que inspiró el proyecto?
Mauricio Rojas representaba la visión que hizo el Presidente cuando era candidato, que fuera un Museo de la Transición, pero lo que planteamos la mayoría fue que el museo tiene que demostrar en qué medida Chile se ha acercado o no a ideales de democracia. Quiénes han sido los grandes actores de la democracia, explicar las crisis de Chile y cómo se llegó a la etapa actual, que yo la llamo 'la nueva democracia', desde 1990 hasta ahora.
¿Por qué el museo no debe abarcar solo la transición?
Porque eso es cortar las cosas y contar una historia bella y eso no es historia. Porque las cosas se expresan a través de un tiempo y no vamos a entender lo que pasó ahora sin lo que pasó antes. Un museo del presente es una apología barata, es muy difícil que no lo sea.
¿Cuáles fueron los puntos más críticos en la elaboración de la propuesta?
Bueno, esto. Si iba a ser algo de la transición o de toda la historia de Chile. La mayoría insistíamos en que tendría que ser de la historia de Chile, porque las crisis se explican con la historia de Chile y yo añado la historia del mundo. Que sea un museo de educación cívica y que oriente a valores de la democracia, que convoque no solamente derechos, sino que deberes. Segundo, hubo discusión si era conveniente algo público o algo financiado privadamente, y financiado privadamente implica una utopía, porque no basta solo con construir algo y llenarlo, hay que contratar gente y mantenerlo mensualmente, eso es carísimo. Tiene que ser algo público. La tercera discusión, era cómo darle credibilidad, que no sea un museo de un sector, que sea un museo que identifique a la mayoría de los chilenos.
¿Cómo se logra eso?
Con un consejo directivo donde estén representados historiadores de varios sectores. Los historiadores en Chile estamos divididos. Hay diversas visiones. No estamos de acuerdo en la historia y construimos la conciencia histórica dentro de este desacuerdo, porque la historia de Chile es polémica.
En una columna que usted publicó en agosto del 2017 escribió que un Museo de la Democracia "tiene un sabor a embellecimiento almibarado" y comentó que "no tendrá credibilidad ni abrirá a la meditación por el valor de la democracia".
Eso lo mantengo. Es que si se hace algo de la historia reciente va a ser una simple apología. No puede ser un museo de la transición, del 90 hasta ahora o del 88. No puede ser así. Esa etapa puede tener un lugar privilegiado, pero no puede ser el objeto central. El objeto central tiene que ser cómo se ha manejado toda la historia de la democracia en Chile.
¿En la discusión que sostuvieron se evaluaron experiencias internacionales?
Los museos de Alemania son un buen referente.
Se ha comentado que el Museo de la Democracia es una suerte de empate respecto del Museo de la Memoria. ¿Cuál es su opinión respecto de estos comentarios?
No estoy de acuerdo con la palabra empate. Una cosa no anula a la otra, hay visiones distintas y las dos visiones o tres o cuatro o cinco, tienen que estar presentes, no en el Museo de la Memoria, estoy de acuerdo, porque eso es un testimonio, pero en un museo tienen que estar presentes más visiones o estar abierto a que la historia se ha percibido de varias maneras, porque eso es parte también del pensamiento de la vida política y de cómo encaramos la sociedad moderna.
¿Qué le parece que el anuncio del Museo de la Democracia sea para la conmemoración del plebiscito del 5 de octubre de 1988?
El Presidente estaba arrinconado cuando pasó lo del ministro Rojas. Ese fue un zarpazo que le dio la oposición, inmerecido, tanto a la persona como al gobierno. El gobierno quedó arrinconado y perdió esta batalla, entonces el Presidente recurrió al Museo de la Democracia, y plantearlo ahora no es mala ocasión, porque justamente el plebiscito permitió la convergencia en Chile.
¿El Presidente recurrió a este proyecto como una manera de enfrentar la situación generada por Rojas?
Perdió la batalla con el ministro Rojas, que es una batalla política. El país ha confiado en el Presidente como gestor, pero esta fue una batalla política perdida y él respondió con esto como una estrategia de gobierno, porque los que estábamos en este grupo no habíamos tenido más noticias desde enero y ya estamos en agosto. Al Presidente le ha tocado la mala suerte de cumplir los números redondos, los 40 años, los 45 años (del Golpe). La derecha en Chile, el sector que acompaña al Presidente, se ha quedado callada 40 años y perdió la batalla de las ideas del 73. No sabe qué responder. No tiene un lenguaje, en parte porque no ha tenido un interés para respaldar y apoyarlo en una visión.
¿Por qué cree que a la derecha le ha costado encontrar un relato?
A ver, la derecha ganó en toda esta crisis. En el fondo podemos interpretar que el Chile actual representa más al de Jorge Alessandri que al de Radomiro Tomic y Salvador Allende. Hay muchas razones para decir que en lo económico, social, incluso en el sistema institucional, ganó, pero en términos históricos, en términos de la batalla de las ideas, la derecha va atrás.
¿En qué sentido va atrás?
La batalla de las ideas. En todo este tema histórico de la Unidad Popular hacia adelante la derecha ha estado muy débil. Está pagando el haberse quedado callada en la década del 70.
¿Y usted cree que el Presidente Piñera ha pagado los costos de eso?
A ver, el Presidente Piñera ha sido dos veces Presidente, no sé qué costos ha pagado, él ha sido un hombre exitoso en el Chile nuevo. Lo que pasa es que él es candidato de un sector que tiene esta pata coja, él lo sabía que tiene esta pata coja. De todos modos, creo que no se ha defendido como debería defenderse y tiene que reconocer muchas cosas, como la verdad del 80% expresado del texto, no del contexto del Museo de la Memoria. Pero no debería utilizar el lenguaje del adversario, tiene que utilizar su propio lenguaje. El Presidente al hablar de los cómplices pasivos habló con el lenguaje del adversario, en el fondo eso es una derrota política, tiene que hablar con otro lenguaje.
¿Un lenguaje que sea propio del sector?
Que sea propio de su sector, y eso ha faltado. La mayoría de la derecha cree que eso es innecesario y que es meterse en la pata de los caballos. Hay que rescatar qué había de bueno y de valioso en todas las acciones políticas y apartarse de otras.
Bueno, en la UDI, el diputado Jaime Bellolio habla de dictadura...
Todo régimen militar es una dictadura y en el mundo moderno todo régimen que no sea democrático es una dictadura. Desde 1800, por decir algo, todo lo que no sea democracia es dictadura y no hay vuelta.
¿Cuál es su opinión respecto de la discusión que se sostiene en Chile respecto de si hubo o no democracia desde 1973 hasta 1990?
Hubo un régimen militar que es una dictadura autoritaria, pero con evolución. Es diferente a los 70, a los 80, y en los 80, sobre todo a partir de dos fases, del plebiscito de 1980 que abrió por lo menos una discusión pública, y después del 83, cuando se permite que los partidos actúen, más o menos en la legalidad, entonces empieza a haber algo gradual, pero democracia hay solo a partir del 11 de marzo de 1990, cuando entra en vigencia la Constitución del 80 con las grandes reformas del 89.
Todo este tema ha surgido debido a los dichos del exministro Rojas, que señaló en su libro Diálogo de Conversos que el Museo de la Memoria es un montaje, ¿Y usted concuerda esos dichos?
No, el Museo de la Memoria es un testimonio de algo verdadero. Entiendo que es un museo que representa a las víctimas, a sus parientes, a sus amigos, me refiero al mundo político que rodea a las víctimas, y tienen todo el derecho, y creo que es importante que se sepan las cosas, pero el museo -en términos semánticos- expresa mucho más y ahí muchos no estamos de acuerdo. Pero no es un montaje, es el núcleo es un testimonio, de algo real.
¿Fueron un error las palabras de Mauricio Rojas?
No estoy de acuerdo con sus palabras, pero creo que fue un problema del uso de sus palabras, no sé si él quiso decir lo que sale ahí.
¿Y usted está de acuerdo con que haya debido abandonar el gabinete?
No.
¿Por qué?
Porque la historia de Chile es algo discutido y alguien podrá no estar de acuerdo, pero él tiene la estatura como para ser ministro de la Cultura.
¿Y no cree que si no contaba con el apoyo del mundo de la cultura era complejo que siguiera como ministro?
Es que él dijo algo que después puede corregirse... se corrigió.
Pero fue ofensivo para el mundo cultural...
Bueno, (si) acaso no hemos dicho algo que parezca ofensivo a alguien, creo que no hemos dicho nada en la vida, siempre algo puede ser tomado como ofensivo y, además, quién determina lo que es lo ofensivo, es algo complejo, porque si alguien dice 'esto se puede decir y esto no se puede decir' es una forma de ir censurando, poco a poco, lo que tienes que decir. Lo que pasa es que no lo querían perdonar. No le dieron un respiro y creo que en parte eso es por su historia personal. R
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