Leonidas Montes, director del CEP: "No considero que sea un fracaso que no se haga la reforma tributaria"
A su juicio, puede afectar las expectativas el que no se logre sacar adelante el proyecto, "pero no creo que sea el fin del mundo", declara. Le parece más crucial y viable la reforma de pensiones. Alaba a la ministra Cubillos en Educación y no descarta que pueda entrar "por los palos" en la carrera presidencial de la centroderecha.
Un año lleva en la dirección del Centro de Estudios Públicos (CEP) el economista y filósofo Leonidas Montes. Un año en el que ha avanzado en la impronta que quiere darle a su mandato en la institución y en el que no ha perdido el optimismo -"moderado" acota él- con el que mira el desempeño de la segunda administración de Piñera y la marcha del país. Lo que no comparte, eso sí, es la "excesiva importancia" que, a su juicio, se les ha dado a las reformas del gobierno como un factor para medir su éxito. "Es una de las variables, pero no es todo", afirma. Acto seguido, acusa una "suerte de obsesión de que va a ser un fracaso si no se aprueba la idea de legislar la reforma tributaria", noción que rechaza.
A su juicio, y pese a las dificultades que está encontrando La Moneda para avanzar con sus proyectos en el Congreso, hoy no está amenazada la continuidad de la centroderecha en un próximo período presidencial.
-¿Cómo está viendo la marcha del gobierno, mantiene el optimismo tras el primer año?
-El primer año del gobierno fue muy exitoso. En términos económicos, se recuperó el crecimiento, la inversión se reactivó y la gestión política del gobierno fue un éxito. El Presidente Piñera y el gobierno están con una buena aprobación si uno la compara a nivel externo. Actualmente, lo que se ha complicado es la relación política con el Congreso.
-¿Le asigna al gobierno un rol preponderante en el crecimiento de 4% de 2018?
-No es que el gobierno tenga la varita mágica y diga vamos a crecer. Pero evidentemente, cuando se eligió a Piñera, todos daban por descontado que uno de los grandes cambios sería volver a crecer y se logró, aunque son muchas variables las que intervienen en el crecimiento de un país.
-Pero para este año ya las estimaciones son menores y febrero tuvo un magro resultado.
-Efectivamente, el propio Banco Central moderó sus expectativas de crecimiento a entre 3% y 4%. Ya tenemos que olvidarnos de que vamos a volver a crecer a altas tasas, porque estamos limitados a un crecimiento potencial más bajo. Este año va a ser más difícil y el mundo no está ayudando. Pero de todos modos estamos creciendo más que el mundo y que los países latinoamericanos. Desde esa perspectiva soy optimista y creo que estamos en buen camino. Crecer a más de un 3% es bueno.
-¿En qué otras áreas destaca la labor del gobierno?
-En el tema migratorio se regularizaron situaciones y se han hecho políticas positivas. Lo que se hizo en Venezuela, ese compromiso intransable del Presidente con la libertad, la democracia y los DD.HH., me parece muy sano y destacable que haya asumido un liderazgo internacional en este tema.
-Pero hubo muchas críticas por su viaje a Cúcuta, ¿usted lo considera positivo?
-Fue positivo y los que siguen pensando que Venezuela es la panacea viven en otro planeta. No creo que su viaje haya sido un error, al contrario, muestra una tremenda convicción.
El año pasado el Presidente estuvo muy bien, porque mantuvo cierta distancia republicana. Él tiene el problema de que sabe demasiado y es demasiado capaz, por lo que debe cultivar la virtud de la enkrateia o self-command (autodominio). De que a veces no es bueno meterse en temas pequeños y que a veces, tal vez, es mejor morderse la lengua. Y parte del éxito de 2018 se debe a esa posición de un Presidente de la República y a no mostrarse como alguien que sabe y maneja todo.
-En esa lógica, ¿no bastaba que a Cúcuta fuera el canciller y no él?
-No. El Presidente genuinamente es un convencido de la importancia de la libertad, de la democracia y de los DD.HH., y lo que hizo con Venezuela fue demostrar esa convicción. Mostró una línea que va a quedar en el tiempo.
-¿Y dónde están al debe?
-En cuanto a déficits, todo el tema de los acuerdos es algo que no ha dado el resultado que quisiéramos. Hay una suerte de crispación de la oposición, pero la pregunta es si eso obedece a la responsabilidad del gobierno o a la pérdida de rumbo de la oposición.
-¿Y usted qué cree?
-Pienso que se les ha dado excesiva importancia a las reformas. Como que las reformas son todo y el éxito del gobierno solo se midiera por su aprobación. No sé si la tributaria se va a legislar o no, pero hago la siguiente pregunta: ¿Son las reformas las que realmente marcan el éxito del legado de un gobierno? Yo creo que es una de las variables, pero no es todo. Acá se ha producido una suerte de obsesión de que va a ser un fracaso si no se aprueba la idea de legislar la reforma tributaria. Pongo eso en duda. Los legados de los gobiernos a veces se miden también por otras cosas.
-¿Como por ejemplo?
-Como por ejemplo un buen relato o cambio de ánimo. Si se logra imponer en el tema de educación la importancia de principios como el mérito, eso ya es un gran logro. Y la moderación también lo es.
-Pero para que eso se plasme debe ser aprobado en el Congreso, no basta el relato...
-¿Por qué no? Digamos que no hay ley, que sigue el debate, pero esto cambia las percepciones de la ciudadanía respecto de principios que dicen relación con el futuro de la sociedad. Eso también puede ser un importante legado. No digo que sea el más importante, pero se ha producido un énfasis excesivo en la importancia de las reformas como el factor que nos permite medir el éxito del gobierno. Yo no considero que sea un fracaso que no se haga la reforma tributaria. Estamos entrampados en un nudo gordiano, difícil de solucionar, porque la oposición está empecinada en que la reforma de Bachelet fue buena, y el gobierno está tratando de reformar una reforma que fue mala. Antes fue el FUT el corazón de la reforma, ahora es la reintegración.
-¿Eso quiere decir que no le ve un efecto económico relevante a que se apruebe esta reforma tributaria?
-Hay un tema de expectativas, pero no creo que sea el fin del mundo que se apruebe la idea de no legislar o que no haya reforma tributaria. Este año se harán todas las declaraciones con la nueva reforma tributaria.
-¿Entonces no fue tan negativa la reforma anterior?
-Fue negativa para el crecimiento y la inversión, y siempre lo dije, pero ahora estoy viendo el fenómeno político. ¿Es importante que haya una reforma tributaria? Sí. ¿Es importante promover la inversión y el ahorro? También. Un sistema tributario integrado es lo que se hace en casi todo el mundo y es cierto que a lo mejor hay que bajar el impuesto a las empresas, pero en medio de lo que está sucediendo ahora, en este pantano tan estrecho de discusión, no veo que sea grave que no haya una reforma tributaria. Habrá otras tareas que emprender. Y el eventual fracaso tampoco sería responsabilidad del ministro de Hacienda. Es importante que el gobierno no caiga en recriminaciones. Hay que seguir adelante. Algunos señalan que el objetivo de este gobierno es que el sector esté ocho años. ¿El que haya reforma tributaria va a contribuir a que eso sea así?
-¿Usted no cree eso?
-No veo que haya una causalidad necesaria. Lo que sí me parece importante es que haya una reforma de pensiones. Ahí hay más consenso y ese es un gran legado que podría dejar este gobierno.
-¿A diferencia de la tributaria, la de pensiones sí la considera esencial?
-Sí, porque la demanda ciudadana ahí es muy grande. A diferencia del tema tributario, las pensiones les importan a todos. Entonces, es muy difícil para un parlamentario oponerse a mejorar el sistema de pensiones. Por eso, ahí se podría discutir una reforma que permitiera volver a los consensos y al diálogo que ahora parece tan crispado.
Dicho todo lo anterior, y aunque no me gusta la historia ficción, para el país es mucho mejor un gobierno de Piñera sin reformas, que un gobierno de Guillier con muchas reformas.
-Si el gobierno debe poner fichas en otros temas, ¿cuáles son prioritarios?
-La reforma de pensiones me parece fundamental y ahí hay que poner las fichas. En los temas de seguridad y delincuencia también se debe avanzar. Veo, además, muy fuerte lo educacional, donde la ministra Cubillos ha sido políticamente muy hábil en poner el tema del mérito, que ha calado muy hondo en la población.
-En el tema de la delincuencia, siendo usted un liberal, ¿está de acuerdo con el control preventivo a menores de 14 años?
-Como liberal me niego a cualquier intervención del Estado. Rompe el principio de la privacidad, sobre todo con menores de edad. A lo mejor estaría dispuesto a la posibilidad de que fuera a los 16 años, porque hay responsabilidad penal a esa edad, pero no me parece que el Estado, a través de la policía, tenga la potestad de inmiscuirse en la vida de niños de 14 o 15 años. Estoy completamente en desacuerdo.
-¿Cómo ve el escenario para las eventuales cartas presidenciales de la centroderecha?
-Joaquín Lavín se ve como el candidato más competitivo hoy y yo no descartaría lo que está haciendo Marcela Cubillos. Puede ser que se aparezca por los palos.
-¿Le parece una figura con posibilidades?
-Interesante, sin duda.
-¿Más interesante que otro ministro como Alfredo Moreno?
-Eso lo van a decir las encuestas, pero Marcela Cubillos ya tiene un gran mérito en haber sobrevivido en el ministerio. Ella ha tomado banderas que son de preocupación ciudadana: Admisión Justa, Aula Segura. El ministro Moreno tuvo la mala suerte que partió muy bien encaminado, hasta que sucedió la tragedia de Catrillanca.
-¿Todavía ve bien aspectado al gobierno para cumplir con su objetivo de entregarle la banda presidencial a alguien de su sector?
-Mientras la oposición esté en la situación actual, no hay dudas. Tiene el poder en el Congreso, pero no tiene candidatos potentes y está en una tremenda orfandad de ideas buscando su rumbo. Por lo tanto, hoy no veo amenazada la continuidad de este gobierno.
Su balance del CEP y los posibles cambios en la encuesta
-¿Cómo ha sido este primer año a cargo del CEP?
-Fue muy bueno en cuanto a la estrategia que teníamos. La visita del filósofo Peter Sloterdijk fue inolvidable.
Uno de los diagnósticos es que necesitamos acercarnos a los jóvenes, porque nuestra audiencia ha ido envejeciendo. Por eso, partimos una campaña en redes sociales que ha sido bien exitosa, con videos cortos y transmisión por streaming de los seminarios más importantes. También avanzamos en nuestro proyecto sobre modernización del Estado.
-¿Cuáles son los hitos que esperan tener en 2019?
-Para 2019, un desafío son las dos encuestas que haremos este año, en vez de solo una que realizamos en 2018. Habrá una en este primer semestre, que tendrá el módulo básico y como tema especial abordaremos la desigualdad social, que comparará 2019 con 2009 y 1999, y que forma parte de una iniciativa internacional. Luego, otra básica, en el segundo semestre, acompañada de una sobre delincuencia. Llevamos un año trabajando en estudios comparados de cómo se hacen afuera las encuestas de este tipo. En cuanto a publicaciones, vamos a lanzar entre junio y julio un libro sobre inmigración. Los editores son Rodrigo Vergara e Isabel Aninat y son 10 capítulos debatidos y escritos por investigadores del CEP. Se ven temas de salud, educación, empleo, ciudad, análisis sociológico, marco regulatorio, etc.
-¿Dan por subsanados los problemas de la última encuesta de 2017?
-Por supuesto. El informe que encargamos al respecto tenía tres puntos. Uno tenía que ver con que la encuesta CEP, que es muy representativa, con 1.450 entrevistas cara a cara a lo largo del país, su trabajo de campo toma mucho tiempo, unos 45 días. En ese plazo, hasta que la encuesta estuvo lista, se generó mucha volatilidad en las preferencias de las personas. Además, hubo algunas sugerencias de mejoras metodológicas que ya están subsanadas.
-Y cuando la encuesta se vuelva a realizar en época electoral, el 2021, ¿cómo harán para que el trabajo de campo no tome tantos días?
-Ricardo González ha estado analizando algunos modelos mixtos para tratar de acortar el periodo del trabajo. Mixtos en que combinan personas cara a cara con online y telefónicas. Cuando llegue el minuto de las elecciones vamos a ver qué camino tomamos. Será una decisión del Consejo.
-Pero el principal activo de la encuesta del CEP es que es presencial. ¿Incluir las modalidades online y telefónica no puede afectar su prestigio?
-Para nada, las encuestas online y telefónicas, como no hay entrevistador, pueden ayudar a que los encuestados revelen sus preferencias electorales.
-Ha habido críticas de cómo se conforma el grupo de figuras políticas que miden en su encuesta.
-Tenemos normas al respecto. Se deben considerar ciertos cargos, como presidentes de partidos, presidentes de las Cámaras. Luego, tenemos la regla de poner a algunos ministros y otros van de acuerdo al grado de conocimiento que tienen, según las encuestas públicas existentes. Sabemos que igual nos van a criticar, pero la lista es un consenso al que se llega dentro de un comité de opinión que obedece a ciertas normas, pero tiene ciertos sanos grados de libertad. Tratamos de hacerlo con un sentido republicano, sin sesgos y reflejando la realidad nacional respecto de las percepciones políticas.
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