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Columna de Sismología: El fantasma de 1730, y qué puede pasar frente a Valparaíso

Las placas de Nazca y de Sudamérica están bastante bloqueadas en el centro de Chile, en particular frente a Valparaíso. Esto tiene la posibilidad de generar un megaterremoto. ¿Qué sabemos, y qué podemos hacer? Lo analizamos acá.


Chile es un país centralizado y centralista. Eso lo tenemos claro todos. Y, por eso, lamentablemente no da lo mismo donde ocurra un gran terremoto. Ni la cobertura noticiosa va a ser la misma, ni tampoco el nivel de debate público respecto a lo que ocurrió. Pero además hay algo muy cierto: económica y socialmente no da lo mismo tampoco. La mayoría de la industria de Chile, así como de sus servicios y habitantes, vive en el centro del país. El mismo lugar que no sufrió tanto con el terremoto del Maule, que generó una ruptura desde cerca del límite entre la quinta y sexta regiones, hasta parte de la novena región. Se sintió fuerte en Santiago, y hubo daños, pero la capital no estuvo en la zona de ruptura, que es la más afectada por un terremoto. Y, de hecho, Santiago no ha sufrido últimamente un megaterremoto estando frente a la ruptura el mismo. No al menos desde 1906.

Y acá hay un fantasma que está extendiendo su manto sobre la zona: el megaterremoto de 1730.

El 8 de Julio de 1730, la zona central de Chile sintió el terremoto mas grande que ha sentido desde que hay registro histórico de nuestros movimientos de tierra. Esa vez, un megaterremoto de magnitud alrededor de 9 rompió la corteza entre el sur de La Serena y Concepción, según lo que un grupo de investigadores chilenos han podido encontrar. Ellos analizaron los lugares a los que llegó el agua tras el tsunami de ese megaterremoto en algunas ciudades de Chile, ¡y también en Japón! Ocurre que nuestros terremotos suelen enviarles tsunamis a los japoneses, y ellos los sufren por allá. Somos, en cierta forma, villanos en esto. Aunque los japoneses también nos mandan sus tsunamis de vuelta, así que quizás y estamos a mano. Pero volviendo, los nipones llevan un registro muy acabado de hasta donde llegaron las olas, por lo que podemos estudiar ese registro, y reconstruir qué clase de terremoto generó el maremoto que ellos vieron. Eso hicieron Matías Carvajal y sus colegas del Núcleo Milenio Cyclo, encontrando que el terremoto tenía una magnitud incluso en el orden M = 9.1-9.2. Estamos hablando de un terremoto tipo Tohoku, en Japón, el año 2011. ¡Enorme!

Una vez que ocurre algo tan potente, donde la placa Sudamericana se mueve varios metros por encima de la Placa de Nazca casi de un golpe, comienza lo que los sismólogos llaman un "período post-sísmico". Allí las placas tratan de entender qué pasó, y se reacomodan. Mientras esto va pasando, ocurren las réplicas. Y una vez que esto termina las placas definen que quieren volver a moverse una respecto a la otra. Pero, como hay roce, no pueden. Así que se bloquean, y comienzan a acumular tensión. La pregunta importante es cuando ella se libera, y si lo hará de un solo golpe de nuevo o no. En general hemos visto que, mientras se va acumulando tensión en toda la zona, en algunas esta se va liberando de a poco, con sismos bastante más pequeños que un M 9.2. Eso, en el caso de Chile, significa la aparición de terremotos de magnitud parecida a 8. Y, como un M 9 es 32 veces más grande que un M 8, entonces estos últimos son en realidad pitufos al lado del gran monstruo llamado megaterremoto, que ocurre cuando siente que es necesario hacerlo no más. De hecho, si contamos la energía liberada, pasa algo como lo de la figura de acá abajo, donde los terremotos de magnitud 8 no tienen por donde evitar uno de magnitud 9. Eso es Chile: tenemos megaterremotos.

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Un detalle más: si bien el terremoto del Maule del 2010 liberó una buena cantidad de la tensión desde San Antonio hacia el sur, los terremotos de 1822, 1906, y 1985, que han ocurrido frente a la costa de la V Región, no han liberado toda la tensión frente a Valparaíso. Ni de cerca.

Entonces, ¿qué hacer? ¿esconder la cabeza debajo del suelo y esperar que el siguiente megaterremoto no ocurra? ¡Definitivamente no! Debemos estudiar más los potenciales escenarios que enfrentamos, y preguntarnos qué es lo que estamos haciendo para enfrentar de la mejor forma posible a este evento. En ese sentido, el trabajo de Marcos Moreno y sus colegas (también del Núcleo Milenio Cyclo) ha sido fundamental para ir comprendiendo de mejor forma el estado actual del bloqueo de placas frente a Valparaíso. A fines del año pasado, los resultados que presentó en el XV Congreso Geológico Chileno hicieron noticia, ya que ayudaban a caracterizar de mucho mejor manera. Lo que ellos encontraron es que las zonas más bloqueadas frente al puerto son dos, y en la zona más superficial de la subducción. Esto es un problema, porque si es que se liberan, y la placa Sudamericana se monta encima de la Placa de Nazca, se va a mover el suelo marino sí o sí, generando un tsunami que podría llegar a ser muy grande. Eso, en una de las zonas más pobladas del país. Así, el peor escenario que enfrenta hoy la zona central de Chile es un terremoto de magnitud mayor a 8, que genere un tsunami importante. Mismo tsunami que no fue importante en los terremotos de 1906 y 1985, ya que ocurrieron en las partes más profundas de la subducción, y no movieron tanto el fondo marino.

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¿Y cómo están Viña del Mar, Valparaíso, y alrededores, para enfrentar un tsunami? No muy bien, la verdad. Asumiendo que hay alrededor de unos 20 minutos entre el terremoto y la llegada de las primeras olas, las personas deben evacuar rápidamente. A pie, obviamente. Y hay zonas de Viña en las cuales eso simplemente no se puede hacer. En particular, en la zona cercana al Casino. Así, es muy importante que ahora comencemos a hablar de medidas de autocuidado, donde cada uno tenga planes establecidos de qué hacer. Por supuesto, en estos planes es muy relevante la comunicación entre autoridades, expertos, y población general, para que así podamos saber exactamente qué hacer. Una de las recomendaciones que han dado los expertos que han trabajado en terreno es la evacuación vertical de las personas que están en zonas muy complejas: esto es, subir lo más alto que se pueda en un edificio. Pero para eso también debe existir una cooperación entre los dueños de los edificios y las autoridades, para que las personas puedan, en efecto, subir. Porque en una emergencia, cada minuto es oro, como bien lo sabemos. Todo esto debe ir acompañado de información de calidad, y eso lo tenemos. Hoy, hay cierta claridad sobre el peor escenario que enfrenta Valparaíso y la zona central de Chile en cuanto al fenómeno físico. Para ver las zonas de inundación, lo mejor es ir al Visor Chile Preparado de la Onemi, donde están establecidas, de forma interactiva, los niveles de inundación que se esperan para un tsunami como el que podemos enfrentar hoy. La zona de inundación para Viña del Mar la podemos ver acá:

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Pero además también se ha hecho un estudio exhaustivo de los suelos sobre los cuales hemos construído en las últimas décadas. El detalle de ellos está de forma interactiva en un visor del Sernageomin. Allí, podrán ver la calidad del suelo para enfrentar un sismo. Los de mejor calidad son A, y los de peor son E. En el caso de los D y los E, las construcciones la pueden pasar bastante mal por el movimiento generado por un terremoto grande, y urge tener conciencia de que hay zonas en las que a veces no vale mucho la pena construir. Una mala zona está cerca del Casino de Viña, y otra en el Plan de Valparaíso. Eso no quiere decir que los edificios se vayan a caer, sino que hay que poner atención acerca de si fueron construidos como corresponde, para asegurarnos de que están en buenas condiciones para soportar el terremoto que, inevitablemente, van a sufrir.

Y es que finalmente acá nos encontramos frente a algo muy importante. Nuestra vida en Chile incluye terremotos. Los hemos estudiado, y hay que hacerlo en mayor medida todavía, con más recursos. Pero ya sabemos bastante. Entonces, ¿qué vamos a hacer con ese conocimiento? ¿Lo vamos a usar para poder salvar vidas, o vamos a "esperar que (el terremoto) no pase", y meter nuestra cabeza debajo del suelo? ¿Vamos a preocuparnos y hacernos cargo del desafío que tenemos al frente, o vamos simplemente a esperar que no pase mucho y ver como nos recuperamos después? Para mí, la respuesta es obvia: hay que prepararse. Hay que bajar el conocimiento científico al público más amplio que se tenga. Y esa voz técnica debe llegar a los tomadores de decisiones. Para que así pensemos dos veces las malas decisiones que estamos tomando, y podamos corregir. Además, a las personas hay que acompañarlas: es natural tenerle miedo a los terremotos, y no hay nada malo en ello. Pero debemos encontrar las mejores formas de enfrentar ese miedo, y aprender a vivir sabiendo que tendremos uno en algún momento, sabiendo además qué hacer frente a él. La vida de todos es lo más importante acá.

Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.

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