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Crédito: Alfredo Cáceres

Órganos perdidos: ocho historias de trasplantes fallidos

El 20 de julio, en Temuco, la madre de Joaquín Bustos quiso que el corazón, los pulmones, el hígado y los riñones de su hijo dieran vida a otros. Pero el avión que debía trasladarlos no llegó. Ella exigió explicaciones y decenas de personas le escribieron diciendo que a ellos les había pasado lo mismo: órganos de seres queridos que se habían perdido porque el sistema de donaciones les fallaba. Aquí, un puñado de esas historias.


Quería que el presidente Sebastián Piñera y el ministro de Salud, Jaime Mañalich, tomaran cartas en el asunto. Les escribió por Twitter. Les decía que los órganos de su hijo Joaquín Bustos -sanos y compatibles con al menos seis de las cerca de 2.000 personas que están en lista de espera por un órgano en Chile- se perderían, ya que el avión de la FACH que traería al equipo médico desde Santiago no llegaría a la clínica Alemana de Temuco por falta de disponibilidad. Miles de personas le contestaron y expandieron su mensaje.

Eran las 22:46 horas del 20 de julio cuando Marcela Palma comunicó a través de las redes sociales que las seis horas que llevaba esperando al equipo de cirujanos habían sido en vano. Si la idea de no ver nunca más a Joaquín debido al aneurisma cerebral que le quitó la vida repentinamente a los 27 años ya era una noticia difícil de digerir, cuando se enteró de que sus pulmones, su hígado y sobre todo su corazón tampoco podrían salvarse, quedó devastada.

-No era rabia. Era indignación. Impotencia-dice.

Ya había despedido a Joaquín dos veces. En el cubículo número 8 de la UCI donde lo mantuvieron vivo artificialmente para conservar los órganos, lo acarició a las 14:45 cuando los médicos declararon su muerte encefálica. Luego a las 22 horas, cuando se suponía que entraría a pabellón para convertirse en donante.

"No era rabia. Era indignación. Impotencia".

Marcela Palma, madre de Joaquín Bustos.

Descolocados igual que Marcela, el doctor y la enfermera de la Alemana le dijeron que como el equipo de Santiago no iba a llegar, sólo podrían cumplir con la voluntad de Joaquín de donar sus riñones. Marcela aceptó. Y a la una de la madrugada del 21 de julio entró nuevamente a despedirse de su hijo. "Fue vivir su muerte tres veces", dice.

-Lo que más se pide en Chile es que la gente done... y el sistema se lo farreaba-agrega.

Entonces Marcela Palma y su familia empezaron a llenarse de mensajes. Decenas de personas les contaban que habían vivido una situación similar. Por eso, se ha ido convenciendo de que las donaciones fallidas podrían ser mucho más frecuentes de lo que se imagina. Más incluso que el 7% al que ha hecho alusión el ministro Mañalich.

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El proceso debe ser veloz porque los órganos deben ser extraídos del paciente mientras sigue conectado a un respirador artificial. Y porque una vez que los órganos son extraídos tienen tiempo propio: el corazón, por ejemplo, debe ser trasplantado en cuatro horas.

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Si el donante está en regiones, la Coordinadora Nacional de Trasplantes -dependiente del Minsal- debe agilizar la operación. A través de una ambulancia o un avión, envía a los llamados equipos de procuramiento para que rescaten esos órganos y puedan llegar a tiempo donde los esperan quienes necesitan de un trasplante para seguir viviendo. Como Jenny Manzo, hospitalizada en estado crítico en la Clínica Dávila por una insuficiencia hepática.

Está en la lista de espera nacional. Dice su marido, William Sembler: "No sé si el hígado de Joaquín le habría servido a mi esposa, pero saber que se perdió necesitando nosotros uno, me duele. Son vidas humanas las que dependen de los trasplantes, no cosas materiales. La donación de órganos es algo serio".

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En 2006, tampoco funcionó el sistema. Mientras paseaba por el pueblito Diego de Almagro, en Copiapó, María Jesús Gacitúa sufrió un derrame cerebral. Tenía 22 años. Y tras agonizar tres días, los médicos le diagnosticaron muerte encefálica. Su padre, José Gacitúa, pidió varias veces a los doctores del hospital de Copiapó que donaran los órganos de su hija. No se hizo.

-Todavía tengo una hoja guardada del diario La Época, con un gran titular: "Donarán órganos de joven que agoniza. Familia está resignada y espera que su muerte regale vida a otros". Ése era el gran objetivo- dice José Gacitúa.

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María Jesús Gacitúa (22) falleció hace 13 años de un aneurisma en Copiapó. Pese a su voluntad de ser donante, eso no pudo concretarse.[/caption]

Los médicos le dijeron que se habían comunicado con Santiago para cumplir con su deseo, pero no volvieron a darle noticias. José asumió que no había sido posible. Pensó que se debía a la lejanía y guardó silencio. Pero ahora, al ver que lo que pasó con Joaquín Bustos, revivió ese dolor.

"Se me vinieron todos los fantasmas. Yo entiendo que a lo mejor la ley, o los recursos, o las comunicaciones no eran tan eficientes como ahora. Pero 13 años después, ¡que vuelva a pasar algo así, y considerando todas las campañas que quieren motivar a los ciudadanos para que sean donantes, es impresentable! El caso de Joaquín me abrió una herida. Hoy pienso que si no hacemos bulla, esto va a seguir ocurriendo. Si quieres donar órganos debes necesariamente venir a morir a Santiago, no te puedes morir en cualquier lugar del país".

Lo mismo debió sentir en 2009 Gloria Gutiérrez Castilla cuando dejó por escrito su molestia en reclamos.cl. Denunció que su cuñada Angélica Alonzo Granadino, de 30 años, había sufrido tres paros cardiorrespiratorios que le causaron la muerte cerebral en Puerto Montt; y que a pesar de pasar todo el jueves 10 de septiembre tratando de cumplir su voluntad de ser donante, y a la espera del personal encargado del procedemiento, pasaron 12 horas y éste no llegó desde Santiago.

"Razón argumentada: No van a regiones tan 'apartadas'. Lo que pretendemos es dar el grito de alarma, ya que esto es inconcebible, no debe pasar. Un donante con el 90% de órganos a disposición de otros seres humanos son desechados por un tema logístico. ¡Cómo es posible que un Chile ad portas del Bicentenario se dé el lujo de rechazar donantes por ser de regiones. Yo era donante. Ya no lo soy y mi familia tampoco", se lee en su reclamo.

El patrón se repetiría dos años después en Punta Arenas. El 4 de abril de 2011, María Oritia Huentén le dijo a su marido que iría a comprar las cosas para el cumpleaños de su hija de seis años, pero no regresó. En la puerta de la tienda se desplomó. Llamaron a la ambulancia y cuando llegó al hospital no había nada que hacer. Se le inundó de sangre el cerebro.

Había tenido un aneurisma cerebral. "Fue de un momento a otro y fue fatal. Murió a los 44 años. Son cosas que uno no entiende y fue terrible para todos: ella era el pilar de la familia", se lamenta su esposo, Abraham Ayancán, ocho años después.

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María Oritia Huentén, un año antes de morir de un aneurisma, con su marido Abraham Ayancán, en Punta Arenas.[/caption]

La donación de órganos era un tema habitual en este matrimonio. María, dueña de casa, solía decirles a su marido y a sus hijos lo importante que era ponerse en el lugar de los otros. Para ella negarse a donar era egoísmo. "Yo quiero que respeten mi voluntad", solía plantearles.

Cuando a María le declararon la muerte cerebral en el Hospital Clínico de Punta Arenas, los médicos se acercaron para ver la posibilidad de que algunos de sus órganos fueran donados porque estaban en perfectas condiciones. Abraham dijo que ése siempre fue el deseo de su esposa, y firmó las autorizaciones. Durante tres días la mantuvieron conectada artificialmente a la espera del equipo procurador. Pero éste no llegaba. Abraham fue a preguntar. Entonces le dijeron que había un problema para venir a buscar los órganos desde Santiago.

-Me dijeron lo mismo que a la mamá de Joaquín: que no estaba el avión disponible. Y cuando pregunté por qué, me dijeron que se debía a que el presidente Piñera estaba promoviendo el canal de Chacao. Quedé desconcertado. Sólo nos ofrecieron donar sus córneas y todo el resto se perdió-dice.

Abraham se comunicó con la parlamentaria magallánica Carolina Goic para manifestar su molestia. "Le dije a ella que planteara este problema en el Senado, para que estas cosas no volvieran a pasar. Pero hizo un comentario que no tuvo eco. Y ahora la cosa se repite y a mí me volvió la impotencia. ¿Cómo se pueden permitir derrochar una oportunidad tan importante? ¿Cómo se dan el lujo de perder órganos de gente de buen corazón que, a pesar del dolor de sus familiares por la pérdida, quieren ayudar? En el caso de María tuvieron tiempo de sobra. No es un problema de que no pudieran venir, sino que de voluntad".

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Han pasado siete años desde que Ítalo Jara fue atropellado a tres cuadras de su casa en Rancagua, pero su madre, Cristina Melo, no se resigna. Cada vez que mira sus fotos, llora. Asegura que el cáncer que le dio a su marido y que terminó por matarlo, fue de pura pena.

Ítalo estaba de cumpleaños cuando el SAMU lo llevó a la UCI donde estuvo 10 días. Era 5 de febrero de 2012. Ese día cumplía los 21 años, pero terminó con muerte cerebral.

"Nosotros quisimos prolongarle la vida. Porque eso es donar los órganos de un hijo. Pero cuando fuimos a decírselo a los médicos, nos encontramos con que desde el 2011 que no había equipo procurador allí. Nadie se hizo cargo. Ítalo siempre decía: 'Qué mejor que ayudar a otros si uno ya está muerto'. Pero de qué vale si en el momento de los quiubos no se hace", dice Cristina.

"Nosotros quisimos prolongarle la vida. Porque eso es donar los órganos de un hijo. Pero cuando fuimos a decírselo a los médicos, nos encontramos con que desde el 2011 que no había equipo procurador allí".

Cristina Melo, madre de Ítalo Jara.

La explicación del hospital fue que se habían desestimado sus órganos porque no eran compatibles con las tres prioridades nacionales. Pero la familia de Ítalo dice que eso es falso y lo hicieron público en su momento en los diarios regionales.

La intención de Ítalo fue la misma que quiso respetar Katherine Valdebenito los primeros días de agosto de 2013, cuando su padre, Morgez -mecánico de submarinos en Talcahuano-, se desmayó en la orilla del mar, a los 53 años. Fue trasladado al hospital Higueras, y luego al Regional de Concepción. Tuvo un derrame cerebral del que no se pudo recuperar.

Katherine cuenta que inmediatamente los médicos les dijeron que Morgez estaba técnicamente muerto, que respiraba gracias a una máquina, y si estaban dispuestos como familia a donar sus órganos.

-Encontré muy fuerte que nos preguntaran enseguida, pero cuando me explicaron que tenía que ser todo muy rápido, entendí. Nos acordamos que mi papá tenía un carnet donde decía que era donante. Así que dijimos 'démosle' -recuerda.

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Morgez Valdebenito, mecánico de submarinos en Talcahuano, murió de un aneurisma en 2013. Tenía 53 años.[/caption]

El avión tenía que viajar desde Santiago con el equipo médico. Cuando ocho horas después aún no llegaba, Katherine comenzó a impacientarse. Al principio les dijeron que el avión no podía llegar porque en Concepción estaba lloviendo. Pero luego la verdad fue otra: el avión no iba a llegar porque nunca había salido de Santiago.

-Con mi mamá no podíamos creerlo -cuenta Katherine.

Les ofrecieron esperar un avión hasta el día siguiente. Pero ellas ya no estaban dispuestas a donar. "Estábamos agotadas mentalmente. La gente estaba esperándonos en la casa, la iglesia estaba pedida, ya había pasado demasiado tiempo", dice.

La alternativa que quedó fue sacarle sólo las córneas y los riñones a su padre. Recién a las cuatro de la mañana, después de la cirugía, Katherine pudo volver con él a casa.

Cuando les entregaron el cuerpo de Morge, les pasaron también una boleta: les cobraron los gastos médicos de la donación. "Al final, donar fue un problema. Fue tan caótico, tan mala experiencia, que con mi mamá decidimos que si nos tocara a nosotros, no entregaríamos nuestros órganos", explica.

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El 2014, una fuerte jaqueca atacó a Gonzalo Fuentealba por la noche. Berta Retamal, su mujer, tuvo que llevarlo al hospital de Chillán, donde se confirmó que había tenido un aneurisma, a los 37 años.

La intención de Berta fue donar todos sus órganos porque Gonzalo era un hombre sano. Pero los médicos sólo pudieron extraer los riñones, ya que el equipo que debía realizar las otras extracciones no pudo viajar desde Santiago. La familia de Gonzalo denunció esta donación fallida a través de la televisión.

Pero según el entonces coordinador nacional de Trasplantes del Minsal, José Luis Rojas, si bien tenían todo dispuesto, el avión ya estando en loza presentó un desperfecto y se vieron impedidos de despegar. Lo que para ellos fue un imprevisto, para Berta es "una excusa barata". Cuando les propusieron enviar un nuevo avión el día siguiente, ella ya no estaba dispuesta a esperarlo. Se perdieron un corazón, dos pulmones y un hígado.

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Berta Retamal, con su marido Gonzalo Fuentealba. Un aneurisma le arrebató la vida a los 37 años, en 2014.[/caption]

Pero las fallas del sistema no sólo se dan durante los traslados desde regiones. También a veces ocurren en Santiago. Ese mismo 2014 y estando también Mañalich a la cabeza del Ministerio de Salud -en el primer gobierno de Piñera- un corazón y dos pulmones llegaron desde Iquique al Hospital del Tórax, pero sólo el primero fue trasplantado.

El caso salió en la prensa y el ministro se mostró molesto. "Es una vergüenza", dijo. Aunque en un comienzo responsabilizó de la pérdida de los pulmones a la falta de anestesistas, luego de que el gremio saliera a desmentirlo fueron las propias autoridades del hospital las que aclararon lo ocurrido: faltaron pabellones para hacer ambos trasplantes simultáneamente. Entonces debieron elegir uno de los órganos y los pulmones terminaron en la basura.

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En noviembre de 2016, Victoria Anticoy vio con extrañeza cómo la donación de órganos de su padre se truncaba, aún cuando ellos ya habían firmado las autorizaciones.

Julio Enrique Anticoy (57) hacía una ampliación cuando se cayó de un segundo piso. Se golpeó en la cabeza. Derivado por el hospital San Juan de Dios, llegó al Instituto de Neurocirugía de Santiago, donde le practicaron un escáner.

-Su cabeza ya estaba llena de sangre. Nos dijeron que iba a quedar vegetal. Que con un respirador mecánico podía sobrevivir, pero iba a estar muerto -cuenta Victoria.

De regreso en el hospital San Juan de Dios, ya decretada la muerte encefálica y cuando iban a desconectarlo, la madre de Victoria dijo que Julio era donante. Firmaron la entrega de ocho órganos. La familia se despidió de Julio para que la cirugía se iniciara. Pero un carabinero de una comisaría cercana al hospital les dijo que la fiscalía no autorizaba la donación. Según el Ministerio Público, debían llevarlo al Servicio Médico Legal para esclarecer la causa de muerte. Desde el propio hospital no lo entendieron, porque la razón de su muerte estaba clara y lo único que faltaba era el certificado de defunción. Pero igual el cuerpo partió al SML.

-Lo extraño es que se demoraron dos días en entregarnos a mi papá. Y cuando quisimos vestirlo, no nos permitieron pasar. Dijeron que ya no se usaba. Cuando salió, venía un ataúd cerrado. A mí siempre me quedó la duda de si sus órganos estaban ahí o no. Esto de la donación está lleno de irregularidades -dice Victoria.

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Victoria Anticoy, junto a su padre, Julio. A los 57 años, tras una caída, a él le declararon muerte cerebral.[/caption]

Ese mismo 2016, la mamá de Valentina Sotomayor -una señora deportista, 55 años- se cayó en el baño y perdió la conciencia. Un aneurisma la tuvo dos semanas en el Hospital Regional de Concepción, y aunque la familia firmó los papeles para donar sus órganos, las cosas se complicaron. Valentina dice que les dijeron que el avión desde Santiago se tardaría 48 horas o incluso más en llegar, y entonces la opinión de los familiares cambió. Resultado: no se hizo la donación y los órganos de Irma Alarcón también se perdieron.

"Era la voluntad de mi mamá. Ella nos inculcó que donar órganos era sumamente importante porque muchos morían esperando, y que uno nunca sabía las vueltas de la vida. Pero pensar que teníamos que estar dos o más días esperando en la UCI, era algo que mentalmente ya no podíamos soportar", dice Valentina. "Las donaciones de órganos no pueden depender de los aviones de Santiago. Deberían existir más equipos a lo largo del país para que todo sea más rápido. La espera es tortuosa".

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Cuando Héctor Barría escuchó a Marcela Palma, madre de Joaquín Bustos, hablando sobre la donación fallida de sus órganos, le dolió por dos.

-Como ella, golpeé varias puertas y ninguna se abrió -dice recordando lo que vivió con su esposa en octubre de 2017 en Chiloé.

Víctima de un accidente cerebrovascular cuando volvía de su trabajo, la profesora Marcela Maldonado sintió las piernas flaquear. Una colega la llevó al hospital de Ancud: le dijeron que ya que tenía 48 años, era posible que sus molestas fueran efecto de la menopausia. Le inyectaron ibuprofeno y la enviaron a la casa. Cuando Héctor -que hoy espera por un trasplante de riñones- la vio, la encontró muy blanca. Marcela además caminaba con dificultad.

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Héctor Barría, junto a su mujer Marcela Maldonado, en Chiloé. En octubre de 2017, ella tuvo un accidente cerebrovascular que le costó la vida. Tenía 48 años.[/caption]

-La llevé a una clínica privada en Ancud y mientras esperábamos, Marcela se desmayó. Salió una enfermera y un paramédico. Un scanner arrojó lo que pasaba: tenía un coágulo alojado en el cerebro- recuerda Héctor.

A Marcela la estabilizaron, pero ella se quejaba que todavía le ardía la cabeza. "Pásame un paño húmedo para ponerme en la frente", le pidió a Héctor. Fue lo último que le dijo antes de entrar en coma. Así llegó al hospital de Castro, donde finalmente murió.

-Yo no tenía consuelo. Hasta que de repente mis cuñados me dicen: 'Mira ese cartel, aquí dice: Done sus órganos, donar órganos es donar vida'. Fue como tomar aliento. Marcela siempre manifestó ser donante, estaba en su carnet de conducir, así que entonces hablamos con un médico para que nos explicara bien el tema. Nuestra intención era cumplir con el deseo de ella. Pensamos que él activaría rápidamente los protocolos y haría a la gente correr. Pero el doctor ni se inmutó y nos dijo: "Muchísimas gracias por su buena voluntad, pero nosotros estamos a tanta distancia de un centro de procuramiento, que es imposible hacer estos procedimientos desde Castro".

Héctor quedó en shock. Tres días después de enterrar a su esposa, cuando vio a una doctora en Ancud, su rabia creció. La profesional le dijo: "Imagino que ustedes donaron sus órganos". Y cuando Héctor le contestó que habían recibido un no rotundo, ella se tomó la cabeza con las dos manos. "Pero ¡cómo! Si en Castro hay una enfermera encargada de hacer el llamado cuando aparece un donante", le dijo.

"Pensamos que él activaría rápidamente los protocolos y haría a la gente correr. Pero el doctor ni se inmutó".

Héctor Barría, esposo de Marcela Maldonado.

-Aunque el equipo venga de Santiago, sólo se demora dos horas de vuelo a Puerto Montt y otra media hora más hasta acá. No estuvo la voluntad o hay muchos médicos que no saben cómo funciona el sistema -reflexiona hoy Héctor.

Fue a pedirle explicaciones al director del hospital de Castro. Y cuando éste le dijo que no había tenido conocimiento del tema, fue hasta el diario local a contar su historia y envió una carta de reclamo a la ministra de Salud de la época, Carmen Castillo, quien nunca le contestó.

Dice Héctor: "La solución fue destituir de su cargo al director del hospital de Castro. Y ahí quedó todo, porque las cosas pasan y se olvidan. Pero cuando apareció Joaquín, mi herida volvió a sangrar. Como la de tantos otros que nunca levantaron la voz; hasta ahora".

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Valentina Sotomayor (centro) no podía creer cuando su mamá, Irma Alarcón (izquierda), murió de un aneurisma en 2016. Tenía 55 años.[/caption]

¿En base a qué datos se calculó el 7% de órganos que se pierden?

El doctor Eduardo Sánchez, coordinador nacional de Procuramiento y Trasplante (Minsal), lo explica: "El 7% que mencionó el ministro viene de la suma de dos condiciones particulares. La primera es que cuando se extraen órganos hay un porcentaje que no se implanta por razones técnicas: eso corresponde más, menos al 5%.

De 1.127 órganos extraídos entre 2017 y 2019, 64 no se implantaron porque no tuvimos todos los medios que permitieran asegurar que ese implante iba a estar en buenas condiciones. La segunda es la condición que han denominado logística: de los 517 procuramientos desde el 2017 hasta la fecha, en 7 oportunidades hemos tenido problemas relacionados con la aeronavegación y esto corresponde al 2% (con lo cual se alcanza el 7%). De estos 7 casos, cinco responden a problemas con el clima, en que hay restricciones para hacer servicio aéreo y no permiten aterrizar en el lugar correspondiente.

Y en otras dos oportunidades, efectivamente tuvimos problemas de logística por la disponibilidad de aviones. Ahora, la disponibilidad de aviones está vinculada con los tiempos que requieren los órganos, pero también con el proceso de acompañamiento, de procuramiento y de las familias. Y si existe cualquier problema que impide que este órgano llegue vital y en los tiempos requeridos al receptor, nosotros por supuesto que no vamos a procurar un órgano que no será utilizado".

El Congreso y Contraloría

Dijo el ministro Mañalich: "Tenemos un 7% de pérdidas de órganos por términos logísticos; ese número se compara relativamente bien con las cifras internacionales".

En el Congreso, la cifra encendió alarmas. "No tiene argumento o justificación clara dentro del sistema", señala el diputado Juan Luis Castro. "Es evidente que lo ocurrido en Temuco está sucediendo en muchos lugares del país y no sólo por distancia o geografía", explica. Y agrega que Juan Eduardo Sánchez, coordinador nacional de Procuramiento y Trasplante (dependiente del Minsal), tendrá que asistir este lunes a la Comisión de Salud para explicar el tema, y que el ministro Mañalich debería hacerlo las próximas semanas.

La discusión sobre donaciones de órganos se dio fuerte en los 90, cuando se empieza a legislar sobre ello. Desde entonces, la manera de hacer efectivo un trasplante y los recursos necesarios para efectuarlos han sido, según el senador Guido Girardi, "un ensayo y error de todos los gobiernos".

"La noche en que todo ocurrió, la mamá de Joaquín me llamó para pedirme ayuda. Llamé al jefe de trasplante nacional, el doctor Sánchez, y él me confirmó que no había podido conseguirse un avión, pese a que deben estar siempre disponibles para un traslado de órganos. Me parece gravísimo", opina el senador Felipe Kast, integrante de la Comisión de Salud. Agrega: "En el caso de Joaquín también hay un problema del Minsal que no solicitó (un avión) a la FACH hasta muy tarde. Lo hicieron al final de la noche, cuando le había ido mal con la empresa (dueña de un avión privado) y con Carabineros".

Para esclarecer el caso de Joaquín Bustos, la Contraloría General de la República informó esta semana que abrió una investigación para indagar sobre el procedimiento en el fallido traslado de órganos donados desde Temuco.

Traslado aéreo

Acreditar la muerte encefálica del potencial donante por dos médicos cirujanos distintos a los que realizarán el trasplante de órganos es sólo el inicio del procedimiento. Según Ana María Arriagada, ex presidenta de la Corporación de Trasplantes, es un proceso muy largo, con avances minuto a minuto. A veces, sencillamente es imposible: "Si un paciente neurocrítico llega a una posta rural, no tienes las condiciones para poder diagnosticar la muerte cerebral", grafica. Para ese diagnóstico se requiere que el paciente esté conectado y sea dependiente de un ventilador mecánico, además de observación y un examen neurológico. Se debe chequear también el estado de salud de los órganos. Luego, la familia del paciente debe estar de acuerdo con la voluntad del paciente de ser donante; y decidir qué órganos donar.

Desde la muerte cerebral, el Ministerio de Salud ya está alertado del posible donante. Tras el consentimiento familiar, se procede a gestionar la extracción y traslado de órganos. En este punto se complicó el caso de Joaquín Bustos. "Estar en región es complejo", asegura la doctora Arriagada. Según el senador Guido Girardi, de la Comisión de Salud, la prioridad de traslado de órganos en regiones las tienen aerolíneas comerciales, después Carabineros y luego la FACH.

El director de la Sociedad Chilena de Trasplantes, José Manuel Palacios, cuenta que ha ocurrido que no hay avión disponible y que ese motivo, por el tiempo que duran los órganos fuera del cuerpo, significa pérdida de un órgano en condiciones de ser donado.

"Por horarios puede que falle el avión de aeronáutica civil, y ahí el ministerio tiene que activar las otras opciones. Y sobre eso hay otra dificultad: puede que tengas condiciones meteorológicas que te impidan despegar o aterrizar", dice la doctora Arriagada.

Opinan los médicos

Consultado por el 7% de órganos que se pierden -al que hizo referencia el ministro Mañalich-, José Manuel Palacios, presidente de la Sociedad Chilena de Trasplantes, indica que hay que fijarse caso a caso cuando se habla de órganos perdidos, ya que según cifras de esta entidad "hay entre un 5 y 10% de órganos que se pierden porque son descartados en el lugar de procuramiento. Los que se pierden una vez sacados, son muy pocos. Hay que diferenciar entre órganos descartados donde se hace el procuramiento; órganos que son ya extraídos y que finalmente se desechan; y órganos que se pierden porque no fueron trasladados". En referencia a la cifra entregada por el ministro, asegura no saber "de dónde la pudo haber sacado".

El doctor Javier Chapochnick, cirujano jefe de los programas de trasplante de órganos abdominales de la Clínica Santa María y quien iba a recibir algunos de los órganos de Joaquín Bustos, es aún más crítico. Dice que en lugar de mirar el modelo de trasplantes español que tiene la tasa de donantes más alta del mundo, lo que Chile debería hacer es mirar el modelo de Estados Unidos y Canadá. Lo conoce bien: más de seis años encabezó un programa de trasplantes en el Montefiore Medical Center Nueva York. "Acá en Chile siempre se habla de que faltan donantes y se responsabiliza a la sociedad, diciéndole que no es suficientemente solidaria. Pero aumentar la tasa de donación requiere una culturización que nos puede tomar décadas, cuando el foco de atención -en mi opinión- debería estar puesto en una solución mucho más tangible: maximizar la utilización de los órganos de los donantes que sí tenemos".

Y agrega: "El caso de Joaquín Bustos que salió en la prensa como una tremenda sorpresa y algo muy esporádico, no es así. Esto de que algunos de los órganos de los donantes no sean utilizados pasa con mucha frecuencia. Y con las excusas que se te ocurran: que la familia no lo donó, que no hay avión. El discurso actual del Minsal es que el porcentaje de donantes multiorgánicos es muy bueno, porque usó más de un órgano por donante. Pero eso no considera que ese donante, por poner un ejemplo, además de corazón y riñones, tiene pulmones, páncreas e intestinos que también pueden ser utilizados. Y la maximización, es decir que todos los órganos de ese donante sean utilizados, en Chile es francamente deficiente. Y ése no es necesariamente un problema de la sociedad, sino del gran problema que tiene el sistema de trasplantes en Chile: que la institucionalidad de la oficina coordinadora no funciona. Esa oficina necesita ser potenciada, profesionalizada, tecnologizada, debe tener presupuesto propio y métricas de desempeño evaluables y transparentes como en todas partes del mundo".

Por su parte, la ex presidenta de la Corporación de Trasplantes, Ana María Arriagada, afirma que "los puntos más débiles del sistema en Chile son la detección de donantes y la falta de camas críticas en Chile, que es donde se diagnostica a un paciente neurocrítico que podría donar uno de sus órganos".

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