La nueva vida del "paciente de Berlín"
El 18 de diciembre de 2010, Tendencias publicó un artículo sobre Timothy Ray Brown, quien hizo noticia al ser el primer humano en vencer al sida. Hoy sigue vivo, realiza charlas y mantiene su estatus de caso único en la medicina.
Timothy Ray Brown siempre fue un ciclista empedernido y sus vecinos solían verlo pedaleando entre su casa y su oficina en Berlín, donde traducía textos del alemán al inglés. Un día de 2006, el estadounidense quiso ir a almorzar y se montó en su bicicleta, pero se sintió tan cansado que se tuvo que bajar y caminar de vuelta al trabajo. Le dijo a Michael, su pareja, que tenía que ver a un doctor y las alarmas se encendieron en ambos, porque en 1995 Brown había sido diagnosticado como VIH positivo y tomaba drogas para mantener la enfermedad a raya.
Pero los tests sanguíneos y biopsias de médula revelaron un nuevo enemigo: Brown tenía leucemia mieloide aguda, un cáncer en el que el organismo fabrica un exceso de glóbulos blancos inmaduros. A los 40 años, este hombre de Seattle se enfrentaba a una segunda enfermedad potencialmente letal. Sin embargo, la suerte estuvo de su parte, porque el doctor que contactó para iniciar su tratamiento era Gero Hütter, un oncólogo de 38 años del Hospital Charité de la U. de Berlín.
Al enterarse que su paciente además era VIH positivo, el médico recordó la época en que las terapias antirretrovirales ni siquiera existían. "Cuando era estudiante de medicina veía cómo el 50% de los pacientes infectados con VIH morían debido al sida", cuenta hoy a Tendencias. Esa realidad no fue lo único que se le vino a la memoria: también recordó haber leído un estudio que describía una resistencia natural al VIH. Cerca del uno por ciento de las personas con ascendencia europea tiene una mutación genética conocida como delta32 que impide que los linfocitos contengan el receptor CCR5, una de las puertas que usa el virus para ingresar a las células y multiplicarse.
Brown necesitaba un trasplante de médula para tratar su leucemia y a Hütter se le ocurrió que si hallaba un donante con la alteración delta32 sus células madre quizás podrían renovar completamente el sistema inmune del estadounidense y erradicar no sólo su cáncer, sino también el VIH: "Sabía que si el procedimiento funcionaba sería un cambio radical y el estudio del sida tendría un nuevo objetivo: hallar una cura", agrega Hütter. Se testearon 61 potenciales donantes hasta que el último probó tener la mutación. En 2007 Brown recibió el trasplante y dejó de tomar sus medicinas antirretrovirales. Tras dos semanas en aislamiento, volvió a su casa. Retomó su actividad deportiva y tres meses después del trasplante ya no había indicios detectables del VIH en su organismo.
Pero pronto Brown experimentó una neumonía, una recaída en la leucemia y tuvo que someterse a un segundo trasplante de médula. A pesar de todo, el VIH no volvió. En 2008, medios como la BBC informaron de un caso que se había curado de sida, pero el llamado "paciente de Berlín" optó por seguir anónimo. Finalmente, en 2010 Brown reveló su identidad en una entrevista con la revista alemana Stern: "Elegí hablar porque no quería que me conocieran sólo como el 'paciente de Berlín' y tampoco deseaba ser la única persona en el mundo que se había curado del VIH. En algún punto los científicos me empezaron a decir que mi historia los había inspirado, mientras que la gente que vivía con VIH y sus amigos me contaban que les daba esperanza. Siento que tomé la decisión correcta. También acepté participar en casi cualquier estudio que se les ocurrió a los investigadores, pero desafortunadamente aún soy la única persona confirmada como curada del VIH", cuenta Brown a Tendencias desde su residencia actual en California.
Tal como señala Brown, luego de diez años de tests, biopsias y análisis a los que se sigue sometiendo para descifrar qué tiene su organismo de especial, su caso todavía es único: de los 70 millones de personas que se han infectado con VIH, sólo él ha logrado derrotarlo. "La razón por la cual es tan difícil curarlo o encontrar una vacuna es que el virus muta muy rápido. Eso dificulta hallar un método que lo contenga y que no le permita cambiar y escapar de las trampas que le tienden. Sin embargo, pienso que algún día el VIH será curable para todos. Si pasó una vez, puede volver a ocurrir y mi caso es la prueba de eso. Nada es imposible en la ciencia médica", afirma Brown.
Al comienzo, presentarse como el "paciente de Berlín" fue complejo, porque tanto él como Hütter se convirtieron en celebridades de la medicina. Pocas horas después de que se divulgara su nombre, decenas de periodistas se agolparon en su edificio. Al día siguiente, Brown tuvo que escabullirse por la puerta trasera para subirse a un bus. Con el tiempo, el ambiente se tranquilizó y empezó a dar charlas en Estados Unidos y Europa para alentar la búsqueda de una cura contra el VIH, labor que a sus 52 años sigue realizando: "Haré esto hasta que sienta que existe el suficiente progreso como para que cualquiera que lo necesite sea curado. También pienso estudiar enfermería porque deseo ayudar a la gente".
Hütter, que hoy tiene 49 años, vivió una experiencia similar a la de su paciente. Incluso recibía emails de enfermos con VIH que le pedían que los sometiera al mismo procedimiento y hasta le ofrecían dinero. "Hubo períodos en que todos los días recibía peticiones y me veía obligado a responderles que la técnica que usamos no era apropiada para todos. La mayoría aceptaba esta realidad, pero a veces discutir se me hacía muy difícil", dice. Hoy sigue involucrado en la investigación del VIH y forma parte del consorcio europeo IciStem, además de ser consejero de la empresa Calimmune, donde se desarrollan terapias génicas contra el VIH: "Hace cinco años estaba muy optimista y pensaba que nuevos avances como las técnicas génicas nos permitirían dar en el clavo. Hoy soy mucho más cauto porque aún quedan enormes dificultades por superar, pero cada día surgen nuevas pistas y todavía quedan esperanzas".
Aunque el paciente del doctor alemán sigue viviendo sin rastros de VIH en su cuerpo, todavía no logra escapar de las secuelas del tratamiento que lo liberó del virus: luego de uno de los trasplantes, Brown sufrió una parálisis temporal y casi quedó ciego. Tuvo que aprender nuevamente a caminar y a hablar, mientras que su vista nunca se recuperó del todo. Además, producto de un asalto que vivió en Berlín en 2009 no puede mover un hombro y es incapaz de manejar. "Al ser una persona con ciertas discapacidades, recibo un poco de dinero de la Seguridad Social de EE.UU. También me pagan por dar charlas y por pasear perros", señala. Su historia también lo acercó a su madre, de quien es su único hijo: "Mis amigos y mis parientes me han dado todo su apoyo. Mi madre me ha respaldado completamente y siempre alienta a sus amigos para que le pongan 'Me gusta' a mis publicaciones en Facebook y para que lean los artículos que hablan de mí. Mi novio actual, que ha sido VIH positivo por 29 años, también me apoya y me protege. Lo llevo a todas las conferencias para así tener un sostén emocional".
Brown admite que muchos doctores e investigadores hoy lo consideran un héroe y lo felicitan por el entusiasmo que muestra por sus estudios. Pero al consultarle si volvería a someterse al tratamiento luego de todo lo que vivió y de las secuelas, el '"paciente de Berlín" se muestra más escéptico: "No estoy seguro de que tendría el altruismo suficiente para hacerlo si no tuviera una garantía sobre el resultado. Sin embargo, estoy muy feliz con cómo terminó todo. Me ha dado una razón para seguir adelante con mi vida".
Para ver el pdf del artículo original pinche aquí; y para leerlo, acá.
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