“Los piratas mataron a mi hermano”: la pelea para sobrevivir en los ríos y mares de Ecuador
Una ola de violencia tanto en tierra como en el agua golpea a Ecuador. Esta es la historia de unos hermanos pescadores que fueron asaltados por piratas y que uno, por enfrentarse a ellos, no sobrevivió para contarlo.
Asaltos, armas, robos e incluso asesinatos. Esos son los peligros a los que los pescadores que trabajan en los ríos y mares de Ecuador se enfrentan a diario, como Andrés Villao, un pescador que el 31 de diciembre salió a trabajar y nunca volvió a casa.
En conversación con la BBC, su hermano Evaristo contó que ese día era el cumpleaños de Andrés y que ambos salieron temprano y de buen humor a pescar cangrejos. Era el legado que les habían dejado sus padres y que probablemente ellos le dejarán a sus hijos en la aldea donde viven, San Lorenzo, en el Golfo de Guayaquil.
Empeñados en sus labores, no esperaban que un grupo de piratas armados con pistolas y rifles les cortara el paso. En medio del agua, les ordenaron que dejaran todo y se lanzaran al agua. Evaristo obedeció en silencio, pero Andrés no quiso perderlo todo y decidió no bajarse de la canoa.
Tampoco llegó a casa a celebrar sus 40 años con su esposa y cuatro hijos.
La muerte de Andrés: un pequeño vistazo a la ola de violencia en Ecuador
Los piratas mataron a Andrés de varios disparos. Su canoa yace abandonada, sin remos ni motor en las aguas marrones de la región. “Así dejaron la canoa de Evaristo y Andrés”, relató un pescador local que pilotó una lancha con un periodista de la BBC para mostrarle el lugar del crimen.
Ya poniendo sus pies sobre el lodo que recibe a los navegantes en el puerto de San Lorenzo, hogar de muchos cangrejeros, está Evaristo, cabizbajo: “Los piratas mataron a mi hermano”.
Los delincuentes les habían gritado que no se movieran y que se tiraran al agua. Eran seis contra dos. “Mi hermano no se quiso dejar robar y ahí en la popa de la canoa, le pegaron un tiro. Lo tiraron al agua y quedó fondeado”, relató.
Se trató de un “típico asalto”, al que los cangrejeros ya están casi acostumbrados, pero todavía aterrorizados: es usual que entre 5 y 10 hombres encapuchados y con armas de fuego se acerquen en una lancha rápida (que supera la velocidad de sus canoas), amenacen a la tripulación y les roben todo, desde la pesca del día hasta sus celulares y sin dejar ni siquiera el motor de la embarcación.
Los dejan sin nada, en medio de la nada.
Los diarios locales aseguran que las autoridades tardaron dos días en recoger el cuerpo de Andrés y llevarlo a la morgue.
Los piratas en Ecuador: el crimen de la tierra al agua
Tan solo en 2023, se registraron 1.400 homicidios en los primeros tres meses. Esto quiere decir que son más de 17 por día y un 66% más que el mismo período del año anterior, según data la policía ecuatoriana.
Pero una de cada tres muertes violentas se produce en Guayaquil, incluidos sus ríos, costas y manglares.
El perfil de un pirata ecuatoriano es el mismo que un delincuente promedio, según las autoridades: jóvenes entre 16 y 25 años que suelen provenir de barrios marginales y que en muchos casos están afiliados a grupos mafiosos locales.
Ecuador se habría consolidado en los últimos cinco años como un puente del tráfico internacional de cocaína, abriéndole la puerta a los jóvenes de barrios pobres al “dinero fácil” que envuelve drogas y violencias, según le explicó Pablo Caicedo, director nacional de Espacios Acuáticos (Dirnea) a la BBC.
“Empezaron a extorsionar a comerciantes, a servidores públicos y trabajadores, hasta vendedores ambulantes, y luego pasaron a asaltar a los pescadores y cangrejeros en el golfo de Guayaquil”, relató.
En el sector Churute, 45 kilómetros al sureste de Guayaquil, está Víctor Vergara, un camaronero y pequeño empresario que aseguró que todos sus colegas están atemorizados en la zona. “Me llamó la policía de madrugada, yo estaba fuera. Se habían metido a mi granja. Dejaron al guardia malherido y se llevaron todo”.
Pero no les basta con eso. Después, contó el hombre, “te envían mensajes por medio de otras personas diciéndote que, si demandas o avisas a la policía, te van a matar”.
“Ya la gente tiene temor de trabajar en camaroneras, porque el índice delictivo es tal que los asaltan hasta por robarles un celular”, afirmó José Antonio Camposano, presidente de la CNA, que representa a los productores de camarón, sobre la ola de delincuencia que les afecta.
Confianza ni en la camisa: la legalización de armas
La convivencia en las aguas de Ecuador ya no es la misma que antes. Corre el lema de que “nadie se fía de nadie”. Tanto así, que hay algunos camaroneros más extremistas que, por ejemplo, no permiten que nadie se acerque a su hogar, por más que no sea un delincuente, y que disparan al azar “sin pensar que pueden herir o matar a alguien”.
El 1 de abril, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, autorizó la tenencia y porte de armas de uso civil para la defensa personal, todo esto con el objetivo de poder combatir el crimen que golpea al país.
“Qué más podemos hacer, coger cada cual su arma para andar armado. ¿Qué más queda?”, dijo Evaristo, recordando con dolor el asesinato de su hermano, pero también preocupado porque cree que conseguir el permiso de armas y una pistola podría ser un “proceso largo y costoso”, fuera del alcance de su bolsillo.
Evaristo gana 700 dólares mensuales (560.000 pesos chilenos aproximadamente), y los tiene que repartir entre él, su esposa, sus cinco hijos y, desde que falleció Andrés, sus cuatro sobrinos huérfanos.
Sin embargo, afirmó estar decidido a hacer lo necesario para defender su trabajo y no terminar como su hermano, asesinado por piratas y con una canoa destrozada en las aguas del Golfo de Guayaquil.
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