Keane: los clásicos modernos
Keane repite este lunes su show en el Caupolicán, la cita que dado el éxito de ventas abrió la posibilidad de este show. De seguro la asistencia se irá con la misma sensación triunfal del público esta noche. Keane representa a un neoclásico del soft rock en cuyo futuro sólo cabe engrandecerse aún más.
Es parte del manual que un artista extranjero se declare feliz por volver y que halague al público. Pero esta noche de domingo en el teatro Caupolicán las palabras de Tom Chaplin, el vocalista de los británicos Keane, no parecen parte de un guión de buenos modales. Chaplin, que a los 40 años luce mucho mejor que en 2003 cuando devoraron al mundo con el single "Everybody's changing", elogió varias veces la actitud del público en una semana particularmente intensa en la histórica sala de San Diego, que el lunes tuvo el debut de Patti Smith y el jueves el regreso de Interpol, en citas marcadas por la efervescencia de la audiencia que en cada noche se dio maña para gritar consignas alusivas al estallido social.
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Keane tuvo la inteligencia de parar por un lustro tras una década de enorme éxito mundial que los transformó en una de las bandas más vendedoras del nuevo milenio en Gran Bretaña, además de encarnar a los únicos rivales serios de Coldplay en el oficio de la canción épica y melancólica bajo las enseñanzas de U2. Se reunieron este año y lanzaron Cause and effect en septiembre, el quinto álbum de su discografía, repasado en media decena de temas. Para sorpresa de Chaplin el público conocía varias de las canciones nuevas.
Ensamblados como cuarteto con Tim Rice-Oxley en teclados y coros, Richard Hughes en batería y coros, y Jesse Quin en bajo, guitarra, teclados y coros, Keane es prácticamente perfecto en vivo. Suena idéntico a los discos y la voz de Tom Chaplin es espectacular. Su afinación y facilidad para la melodía resulta extraordinaria. Mantiene intacta la energía para recorrer el escenario con carisma y gestos apasionados para ensalzar aún más el talante litúrgico de su registro. Locuaz en las pausas, transmite emoción y cercanía en todo momento.
La audiencia de Keane reaccionó de inmediato cuando iniciaron puntuales el show a las 20:00 horas. Abrieron con "Disconnected" de Strangeland (2012), el último título antes de la separación temporal y la gente simplemente estalló en gritos, saltos y coros, la postal más recurrente de la noche, seguida de "Bend and break" de Hopes and fears (2004), aquel disco debut de arrasador éxito tras nueve años de carrera y la pérdida del fundador y guitarrista Dominic Scott, que obligó a Keane a reformular el sonido concentrándose en los teclados de Rice-Oxley.
El aporte del bajista y multi instrumentista Jesse Quin, miembro oficial desde 2011, es enorme no solo por la solidez musical sino porque se sale del esquema del bajista arrinconado y taciturno que toca mirándose los zapatos. Se pasea por el escenario con movimientos histriónicos que contribuyen a la energía del cuarteto. Hasta el discreto Hughes ha mejorado desde aquella visita al festival Vive Latino en 2007. Es un metrónomo.
Cuando llegó el mega éxito "Everybody's changing" la reacción de la gente que cantó con todo dibujó una sonrisa aún mayor en el rostro de Chaplin, repetida en cada uno de los hits como "This is the last time" y "Somewhere only we know". Keane repite este lunes su show en el Caupolicán, la cita que dado el éxito de ventas abrió la posibilidad de este show. De seguro la asistencia se irá con la misma sensación triunfal del público esta noche. Keane representa a un neoclásico del soft rock en cuyo futuro sólo cabe engrandecerse aún más.
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