"¡Yo soy Espartaco!": Kirk Douglas y Stanley Kubrick contra la lista negra de Hollywood
Rodada en plena guerra fría, y con los ecos del McCartismo aún resonando en la industria, Kirk Douglas se hizo cargo de la producción de la película más conocida de su carrera. Un filme no exento de dificultades que tuvo a un joven Stanley Kubrick como director, aunque para los especialistas, no es un trabajo que defina su obra. Pero su tono épico en que un débil hace frente a un opresor, sabiendo que lo va a derrotar, marcaron su éxito en la apertura de la convulsa década de los sesentas.
Habían pasado dos semanas muy tensas de rodaje, cuando Kirk Douglas decidió que debía hacer algo. No le gustaba el trabajo que llevaba el director Anthony Mann. En su opinión, encontraba que no tenía el temple para dirigir una superproducción a gran escala como la que estaba trabajando, y además no le agradaba su preferencia por los actores británicos. Como el actor era además el productor, y había gestionado el proyecto, sin más decidió despedirlo en corta y poco emotiva ceremonia.
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Douglas, un hombre de carácter fuerte y de conocida porfía, tuvo de inmediato en mente a quien quería en la dirección de Espartaco, la película que finalmente estrenó en 1960. Decidió llamar a Stanley Kubrick, un cineasta talentoso y en ascenso, que ya le había dirigido en Senderos de Gloria. Sin embargo, aunque el proyecto salió adelante, la personalidad dominante de ambos generó choques, principalmente por la obsesión de Kubrick de querer controlar cada detalle.
"Después hice Espartaco que es la única película que no controlé totalmente y no se benefició, creo, de ello... -recordó años más tarde el hombre tras 2001: Odisea del espacio-. Claro que yo dirigí a los actores, compuse las tomas y monté la película, de modo que dentro de lo flojo que era el argumento hice lo que pude".
"El talento de Kubrick ya estaba presente antes y estará presente después en otra escala -explica a Culto, Cristián Briones, comentarista de cine y dueño de la tienda especializada Fílmico-. Acá es una especie de cineasta por contrato, que se daba mucho en esos años, pero no me atrevería a decir que es una película que lo define en ningún tipo de aspecto. Cualquiera que sigue la filmografía posterior de don Stanley, entiende que no es el mismo cine que termina haciendo. Lo que sí, es que creo que ahí descubrió que el Star System no era lo suyo".
Yo soy Trumbo
No fue el único foco de conflicto. El libreto del filme fue escrito por Dalton Trumbo, un guionista que figuraba en la "lista negra" del senador Joseph McCarthy como sospechoso de simpatizar con ideas de izquierda, en plena Guerra Fría. Como la película se basaba en el libro del mismo nombre de Howard Fast, cuyos derechos fueron adquiridos por la productora de Kirk Douglas (Bryna), se le había encargado al escritor hacerse cargo del guión. Pero, a sus espaldas, Douglas se lo pidió a Trumbo. Cuando se supo la verdad, en Universal, la compañía que iba a distribuir, sonaron los teléfonos pidiendo explicaciones.
"En el Star System, los actores perseguían proyectos, donde eran respaldados por ciertos productores, por ello eran gente tan importante -detalla Briones-. Los riesgos que corre Kirk Douglas en esa película, no son menores: va sacando directores, hasta colocar a uno joven con el que ya había trabajado y con el que pensaba tener otro tipo de relación".
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Todo se enredó más cuando Kubrick entró en escena. El cineasta sugirió que su nombre debía figurar en el guión, debido a la situación de Trumbo y a que él había realizado algunos cambios. Pero ello generó aún más tensión. "Esto ofendió a Douglas, que optó por usar el verdadero nombre de Trumbo como el guionista acreditado, a pesar de la oposición predecible de la Legión Americana -poderosa organización de veteranos de guerra- debido a la negativa de Trumbo a testificar ante el Comité de la Cámara de Actividades No Americanas", detalla Fernando Lillo en su libro Héroes de Grecia y Roma en la pantalla (2010, Ediciones Evohé).
Las acusaciones de dicho comité de la Cámara de Representantes -independientes de las que realizaba McCarthy- alcanzaron a Hollywood. Cuando llevaron a gente de la industria a responder preguntas referidas a supuestas actividades de propaganda e influencia comunista, diez se negaron. Eran principalmente guionistas y escritores, entre ellos, Trumbo. Su decisión les valió pena de cárcel.
Pero un grupo de estrellas y trabajadores de la gran pantalla decidió apoyar a los perseguidos. Entre estos estuvieron, Gene Kelly, Humphrey Bogart, Orson Welles y Kirk Douglas. De allí, a que el actor considerase a Trumbo para la producción de su película.Y pese a la presión, consiguió que el nombre del guionista figurase en los créditos.
Una vez estrenada, la cinta no solo tuvo buena crítica. "La Legión Americana protestó, pero después de que el presidente John F. Kennedy lo viera y dijera que disfrutaba de la función, las listas negras habían terminado -agrega Lillo-. Douglas dijo en 2010 que, en lo que a él respectaba, 'el subproducto más importante de Espartaco es que rompimos la lista negra'".
El camino a la libertad
Basada en la sublevación de esclavos liderada por el tracio Espartaco entre el 73-71 a.C., la tercera y última de una serie de revueltas populares contra el poderío de Roma, la película filmada en España relata una historia clásica en que un personaje marginal hace frente a un opresor. "Es una película con una extensión muy similar a las de su época, con un protagonista muy similar a los de su época, pero deja caer un subtexto: el pararse frente a alguien que lo va a aplastar. Precisamente la película brilló en esos años por eso", explica Briones.
El filme además se inscribe en una sucesión de exitosos filmes de corte épico ambientados en la antigüedad, que hoy son clásicos de Semana Santa, como Quo Vadis y Ben Hur. Por ello, según Lillo, el guión tiene ciertos guiños a la religiosidad.
"Espartaco será presentado en la película de forma sutil como un nuevo Cristo en algunas escenas que resultan evidentes. La escena del discurso del líder ante sus camaradas en Brundisio cuando recibe la mala noticia de que los piratas cilicios se han retirado es muy similar a la del Sermón de la Montaña. Espartaco proclama su declaración de emancipación: 'Roma no nos permitirá escapar de Italia. No nos queda otra solución que marchar sobre Roma misma y que acabe nuestra lucha de la única forma posible: libertando a todos los esclavos de Italia'".
https://www.youtube.com/watch?v=V4GqkAXmzJk
Douglas usará todo su talento interpretativo para dotar de profundidad al personaje, que crece en la historia siguiendo el clásico tópico del viaje del héroe, en este caso desde la esclavitud en las minas y en la escuela de gladiadores, hacia la libertad. "El sufrido minero que ha vivido siempre en la esclavitud va tomando conciencia de su humanidad gracias al amor de Varinia, a la amistad con Crixo y a la lección de valor y coherencia de Draba (...). Este Espartaco encarna los principios de la lucha por la libertad propios del 'sueño americano' y no es casualidad que su protagonista y productor sea un self-made man de padres inmigrantes rusos pobres y analfabetos. Esa puede ser una de las razones por las que se hace que Espartaco sea esclavo de nacimiento".
Este último detalle no es menor en una década en que los derechos civiles de los afroamericanos se instalarán en la agenda del país. "Ese sueño de Espartaco relaciona la película con la abolición de la esclavitud en Estados Unidos y con el progresivo avance en la adquisición de derechos civiles de los negros americanos en los años de estreno del filme -afirma Lillo-. También en esta línea es significativo que se haya elegido que Espartaco sea esclavo de nacimiento, en contra de las fuentes históricas, acercando así su personaje a los esclavos negros de las plantaciones sureñas que no han conocido otra vida que la de servidumbre".
El antagonista es Craso (interpretado por Sir Laurence Olivier), un patricio romano, millonario y poderoso, que ve la oportunidad de hacerse un nombre al combatir la revuelta. Esta se volvió peligrosa para los romanos por el avance victorioso del ejército de esclavos por el sur de Italia. Por ello, el Senado le entrega el mando de ocho legiones.
Al igual que Espartaco, Marco Licinio Craso fue un personaje real, de hecho es quien sofoca la rebelión. Su triunfo militar le permitió hacerse de poder político, prestigio y un ejército de apoyo que le permitió ser uno de los hombres más poderosos de la república. Años después se repartirá el mando de Roma, junto a Pompeyo y Julio César, en el Primer Triunvirato.
"Laurence Olivier da vida a un magistral Craso, que tiene mucho de personaje trágico dominado por su ambición e incapaz de comprender los nobles motivos de su adversario -explica Lillo-. El Craso de la película está lejos del histórico, que, aunque también era el hombre más rico de Roma, en la época de Espartaco no era más que pretor y solo obtuvo el consulado tras la revuelta. Craso desea sanear Roma y establecer una dictadura personal y por eso su figura tiene mucho del tirano y se correspondería con el intransigente McCarthy y con todos los políticos americanos que coarten la libertad del pueblo".
Posiblemente la escena más recordada se da hacia el clímax. Derrotado por Craso en la batalla de Río Silario, un abatido Espartaco está sentado, doliente y herido, junto al resto de los esclavos prisioneros. Saben que su osadía les costará la sentencia de muerte. En ese momento, el vencedor ofrece un trato: todos se salvan de la cruz, si entregan al líder. Espartaco se levanta para darse a conocer y salvar a sus compañeros, pero estos, en un emotivo gesto de solidaridad se levantan y exclaman: "Yo soy Espartaco". Un gesto de agradecimiento de quienes respiraron libertad por un breve tiempo, para quien los lideró.
https://www.youtube.com/watch?v=FKCmyiljKo0
¿Cuán influyente resultó Espartaco en la historia de Hollywood?, para Cristián Briones, no es tanto la película en sí, como su época. "Fue el último estertor de una era que influenció mucho a cineastas a posterior, pero estos no tenían los recursos para hacer una película como esa. Ahora, el trabajo de Douglas, de Kubrick y de todos, hizo que la gente creyera que sí se podía contar una historia más grande, con una película así de grande. Era algo común en el cine de esos años. Ben Hur no era solo sobre la carrera de carros, había mucho más que decir, que representar. Pero no me atrevería a decir que es una cinta que haya definido a cineastas posteriores, como La noche del cazador".
Con tres premios Oscar a su haber (Mejor actor de reparto, Mejor fotografía y Mejor diseño de vestuario), la película elige relatar a los esclavos como mártires (con su mesías crucificado en la Vía Apia) lejos de cualquier juicio sobre sus actos, y omitiendo las disensiones en su seno, como las señalaron los historiadores romanos que escribieron sobre la revuelta. De alguna manera, su relato debía ser un mensaje poderoso y unívoco de libertad en tiempos en que las tensiones políticas conmovieron al Olimpo del entretenimiento. "El cine épico de hoy rara vez dice algo -afirma Briones-, el cine épico de esos años, siempre tenía algo que decir".
https://www.youtube.com/watch?v=HcIMY1Ah3aw
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