Encumbrada desde un cerro

Segunda noche Festival de Viña del Mar 2020

Su público transversal dominado por abuelas, madres e hijas disfrutó de una especie de hija pródiga apasionada y combativa —no es un decir: la chilena triunfó tras un cáncer y un último álbum antes de volver a Chile—, convertida en una estrella internacional encumbrada desde una populosa zona viñamarina.


La Quinta Vergara no está llena esta segunda noche pero el escenario luce colmado de cantoras. Sus voces se escuchan sobrecogedoras mientras Mon Laferte y Francisca Valenzuela bailan y sonríen felices en medio de esa marea femenina que interpreta un par de cuecas reivindicativas y contingentes. Viene de hablar largo y tendido antes de interpretar La Trenza, una canción autobiográfica sobre los deseos de su abuela cuando la cantante viñamarina criada en la popular población Gómez Carreño era una niña y la mujer advertía que era distinta, proyectando en ella anhelos y sueños truncados. Lo ideal, lo aconsejable, es que en el mundo de los espectáculos los discursos no se improvisen, pero este festival no es uno más y lo sabemos. Las condiciones son otras, lo incierto es regla. A pesar de lo que diga la organización -el festival es un evento exclusivamente artístico-, Mon Laferte utilizó Viña políticamente pero no en el sentido ideológico, partidista, menos panfletario, sino que contó con toda sinceridad el conflicto que atravesó por presentarse bajo estas circunstancias donde la policía uniformada anuncia querella en su contra y que declare por lo que dijo en noviembre en Univisión sobre los atentados en el metro de Santiago. Mon Laferte sintió miedo y para exorcizar esa sensación cantó esa pieza que presagia su carrera extraordinaria digna de una producción de Netflix, con toda la épica de quien se abre paso en un mercado exigente como el mexicano. Por cierto, más de una vez un helicóptero policial surcó la quinta en medio de su número. Sería una gran escena en una futura serie.

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Cuando presentó su excelente último álbum Norma (2018) en septiembre del año pasado en el Movistar Arena, asomaron algunas grietas marcadas por cierta autocondescendencia que ralentizaron el espectáculo. Esta vez no hubo tiempo para relajos. La artista chilena más relevante en lo que va del siglo abrazó primero con su material más sufrido -"Tormento", "Mi buen amor", "Amor completo", "Si tú me quisieras" (con cita a "Caray" de Juan Gabriel)-, varias deudoras de su pasión por La Nueva Ola y en particular la influencia de Cecilia, hasta llegar a ese segmento acústico donde saltó junto al público en protesta contra Carabineros.

Tras las cuecas y el remezón de las voces de sus invitadas, Mon Laferte interpretó "Por qué me fui a enamorar de ti", un bolero que se aligera hasta coger ritmo caribeño, seguida de "El mambo" (una de las mejores sino la mejor del último disco), el hit "Amárrame" y el single post 18-O "Plata ta tá".

A esas alturas Mon Laferte se había paseado junto a su aceitada banda -también en mejor forma respecto del show en septiembre- por una buena paleta de ritmos latinoamericanos desde México hasta el altiplano, más un ligero desvío al ska. Su público transversal dominado por abuelas, madres e hijas disfrutó de una especie de hija pródiga apasionada y combativa -no es un decir: la chilena triunfó tras un cáncer y un último álbum antes de volver a Chile-, convertida en una estrella internacional encumbrada desde una populosa zona viñamarina. Los méritos no siempre dan frutos en este país y Mon Laferte venció los designios. Impuso calidad y pasión como sello de su música y arte, y eso fue lo que vivimos anoche junto a la sinceridad de quien observa, participa y opina del estallido en condición de ídola.

https://culto.latercera.com/2020/02/24/mon-laferte-mujer-mas-fuerte-que-el-miedo/

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