Luca Guadagnino: “Sigo pensando que soy un pequeño fraude que finge ser algo que no es”

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Luca Guadagnino: “Sigo pensando que soy un pequeño fraude que finge ser algo que no es”

Tras trabajar con Zendaya en Desafiantes, el cineasta italiano estrena este jueves Queer, su adaptación de la novela homónima de William S. Burroughs. “Cada película es diferente. Cada historia reclama su propia forma de lenguaje”, dice en esta entrevista con Culto, junto con hablar sobre la soledad del ser humano y su profunda inmersión en la obra del autor.


Cada película es un mundo aparte. Un lienzo sobre el que probar diferentes técnicas, pinceles y colores. Un espacio en el que crear olvidando la injerencia de los trabajos previos y los futuros. Eso es lo que persigue Luca Guadagnino con cada nuevo proyecto que se propone filmar, ya sea un concepto original, una adaptación literaria o un acercamiento diferente a una historia ya llevada a la pantalla grande anteriormente.

Nacido en Palermo hace 53 años, el cineasta italiano se ha consolidado como uno de los nombres más solicitados de Hollywood. Los actores lo aman, prácticamente no hay productor que no quiera trabajar con él y cada año aparece vinculado a por lo menos un par de proyectos de alto perfil. A día de hoy, cuesta encontrar muchos directores cuyos siguientes pasos generen tal nivel de expectación.

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Foto: © Yannis Drakoulidis

Desde que presentó Llámame por tu nombre (2017), su elogiada cinta basada en el libro de André Aciman, ha estrenado cuatro nuevos largometrajes (además de una miniserie) y ya se habla sobre la película que lanzará en 2025 (After the hunt, un thriller protagonizado por Julia Roberts, Ayo Edebiri y Andrew Garfield) y sobre la versión que prepara de American psycho, de Bret Easton Ellis.

El ritmo de su carrera es vertiginoso, en particular en estos días. Tras el debut de Desafiantes –en abril pasado–, llega este jueves 12 a los cines chilenos con Queer, la adaptación de la novela corta de William S. Burroughs. La historia gira en torno a Lee –alter ego del autor–, un expatriado que vive un afiebrado viaje que comienza en Ciudad de México en los años 50 y termina en Sudamérica. Mientras deambula por lugares sórdidos y va en busca de la ayahuasca, forja una intensa relación con Allerton, un joven del que se enamora perdidamente.

De todos los libros que ha transformado en filmes este es probablemente el que lo convoca en un plano más personal. Escrito en 1952, antes de la aparición de El almuerzo desnudo, no fue publicado hasta 1985, justo en la época en que Guadagnino era una adolescente solitario con un gran interés por el arte. El director lo leyó un par de años después, cuando tenía 17 años y la idea de convertirlo en largometraje lo acechó por décadas. Hasta que las circunstancias jugaron a su favor y su plan se materializó.

Para el rol principal reclutó a Daniel Craig, a quien admiraba desde que lo vio en Love is the Devil (1998), donde encarnó al amante del pintor Francis Bacon. Aunque no estaba seguro sobre si le interesaría, la estrella inglesa –en busca de refrescar su carrera después de dar vida a James Bond en cinco superproducciones– se sintió atraído a la propuesta de protagonizar una cinta que opera al mismo tiempo como un sueño febril y como una aproximación triste al amor y a la soledad de los seres humanos.

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El director en septiembre de este año. Foto: Aurore Marechal / ABACAPRESS.COM via Reuters

Desde su estreno mundial en el Festival de Venecia, donde compitió por el León de Oro, se ha hablado mucho sobre la actuación de Craig y sobre las explícitas escenas que comparte con Drew Starkey (Allerton). Guadagnino está más interesado en hablar sobre la falta de sincronía entre los dos hombres al centro de la trama y en la tensión que implica llevar a la pantalla el imaginario de Burroughs.

Desde el Festival de Londres, donde el filme se proyectó en octubre pasado, el director de Suspiria (2018) conversa con Culto sobre su último trabajo y explica por qué, a pesar de los reconocimientos y múltiples proyectos a su alrededor, se considera un “fraude”.

-Queer es una película sudorosa y atmosférica. ¿Siente que sus habilidades como cineasta se pusieron a prueba durante cada día del rodaje?

No sé si tengo habilidades como cineasta, honestamente. Sigo pensando que soy un pequeño fraude que finge ser algo que no es, que estoy engañando a la gente para que me den dinero para hacer las cosas como quiero. Y yo me salgo con la mía, porque todavía no me han pateado el trasero. ¡Pero no lo sé! ¡No lo sé! No se trata de habilidades, ni de poner a prueba mis habilidades. Cada película es diferente para mí. Cada historia reclama su propia forma de lenguaje. Cada asociación es un descubrimiento. Asociación con los materiales narrativos. Asociación con tu guionista. Asociación con tu productor. Lo más importante, diría yo, es la asociación con tus actores.

“Honestamente, aprendí bastante pronto que cuando haces una película debes liberarte de la tentación de ver la película como un todo, y básicamente comenzar pacientemente desde la parte más minúscula, tratando de tener una idea general, pero aún así trabajar a partir de las partes”.

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Foto: © Yannis Drakoulidis

-El protagonista, Lee, es adicto a los opioides y al alcohol, y parece estar en un espiral de autodestrucción. Pero también es un amante del arte y alguien con una gran curiosidad. ¿Qué fue lo más estimulante de explorar sus contradicciones?

No creo que inyectarse heroína en el brazo sea necesariamente un acto autodestructivo. El consumo de drogas y alcohol que practica de alguna manera es una de las formas con las que él lidia con la necesidad de entretenimiento que siente dentro de sí mismo, hasta el punto de que casi lo está quemando o sobreexcitando. Entonces, tiene que dominar estos sentimientos extremos que tiene en su interior. Sin embargo, no creo que él sea autodestructivo. Creo que es experiencial. Yo desearía tener la apertura para experimentar lo que alguien como Lee experimenta. He sido bastante modesto y castigador en ese sentido. Nunca he probado las drogas, por ejemplo. Pero tengo muchos amigos que lo hicieron, incluso frente a mí.

“Nunca se trató de eso. No creo que él esté dominado por un sentimiento de autodestrucción. Se trata de cómo puede experimentar algo al mismo tiempo que esa experiencia puede ayudarlo a superar la ultrasensibilidad que tiene dentro de sí mismo. Pero también se trata de esa sensación insuperable de soledad que, creo, él comprende sinceramente que lo habita. Porque creo que todos estamos solos, morimos solos, y sin importar cuánto nos consolemos fingiendo que no lo estamos, estamos solos. El ser humano es un animal solitario. Lee lidia con eso de esa manera, mientras que Allerton lo hace de otra manera. Entonces, se trata de cómo se encuentran estas dos soledades, y dónde, cuándo y durante cuánto tiempo. Eso, en cierto modo, es lo que me impulsa profundamente en esta película”.

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Foto: © Yannis Drakoulidis

Su último descubrimiento

Luca Guadagnino tiene un gran olfato para elegir a actores jóvenes y poco o nada conocidos para roles importantes en sus proyectos. Timothée Chalamet en Llámame por tu nombre, Jordan Kristine Seamón en la miniserie de HBO We are who we are (2020) y Taylor Russell en Hasta los huesos (2022) son parte de un listado al que ahora se une el estadounidense Drew Starkey.

Responsable de interpretar a un villano en la serie de Netflix Outer Banks (que acaba de estrenar su cuarta y penúltima temporada), apareció en el radar del director hace un par de años. Se encontraba en Londres presentando Hasta los huesos cuando vio una prueba de cámara de él, para un filme del que no recuerda el nombre.

De inmediato quedé atrapado por esa increíble cara y este ser humano en esa pequeña escena que estaba viendo. Honestamente sentí algo por él en ese momento y nunca me despegué de ese sentimiento”, cuenta mientras tiene a su lado a Starkey.

Unas semanas después se juntaron a tomar desayuno en Los Angeles y el cineasta pudo confirmar su percepción inicial: él era el actor correcto para ponerse en la piel de Eugene Allerton, el exsoldado de la Marina estadounidense del que el protagonista se enamora. Con el fin de darle continuidad al proceso que había iniciado con los productores, Guadagnino analizó otras posibilidades. Tras considerar a cerca de 300 postulantes, seguía seguro sobre su elección. Daniel Craig, quien ya estaba confirmado como protagonista de Queer, estuvo de acuerdo con él.

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Foto: © Yannis Drakoulidis

“Tienes que demostrarles que lo intentas de todas las formas posibles. Pero, desde ese momento, nunca cambié de opinión”, subraya el realizador, aunque advierte: “Puedo decirte que si la reunión (en Los Angeles) hubiera sido decepcionante, habría sido un no. Drew es genial. Drew es un artista muy sofisticado”.

Aunque su fichaje no estaba oficializado, Starkey leyó la novela de Burroughs después de su primer encuentro con Guadagnino. Y siguió estudiándola durante el período en que su incorporación se daba por hecha, pero no estaba totalmente cerrada. Una vez que llegó el set de la película –en Cinecittà, el icónico estudio ubicado en Roma– ya había hecho la tarea de rigor para sumergirse en el mundo del autor.

“Fue increíblemente emotivo. Fue una experiencia emotiva trabajar en esto. Creo que todo comenzó en un lugar de absoluto miedo y ansiedad al respecto. Y de realmente querer hacerle justicia y trabajar con artistas a los que admiro”, señala el actor mientras elige con cuidado sus palabras.

Reconoce que al final de las filmaciones se sentía muy débil. “Fue demasiado para mí”, asegura. “Trabajar con Daniel y Luca tan estrechamente por supuesto que fue transformador. Siento que soy una persona diferente. Siento que soy un actor diferente tras esto. Sí, fue hermoso”.

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Foto: © Yannis Drakoulidis

A ese grupo creativo se unió el guionista Justin Kuritzkes, con quien Guadagnino ya había colaborado en Desafiantes, la cinta sobre un triángulo amoroso ambientado en el mundo del tenis. Esta vez, por la naturaleza del proyecto, también se hizo asesorar por una voz autorizada: el británico Oliver Harris, probablemente el experto más prominente en la obra de Burroughs.

-¿Qué fue lo más importante que le comentó Oliver Harris sobre Burroughs?

Él viene esta noche a ver la película al Festival de Cine de Londres; estoy completamente aterrorizado. (Me dijo) que Burroughs era un hombre de colores, no un hombre de un solo tono. La imaginación de Burroughs era vívida en colores. Vívida con una paleta emocionante de cosas. Por lo tanto, reducir a Burroughs a su persona habría sido un error. Y coincidimos en que aquí había una historia de amor. No una historia sobre un amor no correspondido.

“¿Sentiste que creciste con esta película? ¿Como que aprendiste cosas?”, le pregunta Drew Starkey en un momento de la entrevista. La respuesta del director es sobria y elocuente: “Aprendí. Aprendí, seguro que sí”.

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