La noche rockera de Incubus y The Cult que parecía tranquila pero que terminó entre las pifias y el bochorno
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La noche del jueves 28 de febrero tuvo la presencia de Incubus. Con los jurados disfrutando (aunque hubo pifias a Rodrigo Sepúlveda) y hasta con la presencia del alcalde Sebastián Sichel y la ministra Antonia Orellana, el grupo deslumbró a la Quinta. El cierre tuvo a The Cult, que debieron tocar con poco público y vivieron una rara entrega de Gaviota tras ser despedidos en el escenario y volver a la rápida tras las pifias del "monstruo".
En la previa, aparecía como una noche de un interesante cartel. La cuarta noche del Festival de Viña contaba con la inesperada incorporación de los californianos Incubus y de los británicos The Cult, es decir, una jornada completa al rock anglo.
Por lo mismo, era una apuesta que, aunque contundente en lo artístico, se alejaba del repertorio más asociado a la historia del Festival. Además, la participación de Incubus llegó a casi un mes de sus dos fechas en Movistar Arena (de la que solo quedan entradas para la del 5 de abril), por lo que era esperable que la venta de entradas estuviera condicionada.
Y aunque se agotaron la totalidad de las localidades de galería y las plateas golden y general, hasta muy cerca de la hora de inicio había localidades disponibles en palco y platea preferencial. Aunque llegó gente ya sobre el arranque de las transmisiones, no hubo un lleno total como en jornadas anteriores.
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Un momento curioso ocurrió cuando, tal como sucede todas las noches, se presentó al jurado de las competencias. Como siempre, muy aplaudida la flamante Reina del Festival, Emilia Dides, y luego vino el periodista y rostro de Mega Rodrigo Sepúlveda. Cuando fue mencionado, el “monstruo” bramó y a “Sepu” se le recibió con una estruendosa mezcla entre aplausos y sonoras pifias.
La situación tuvo un inesperado rebote. A Sepúlveda le correspondía ocupar el rol de coanimador en las competencias Internacional y Folclórica del Festival de Viña 2025, misma función que en los primeros días calzaron José Antonio Neme, Paola Volpato y Francisco Melo.
Sin embargo, grande fue la sorpresa cuando “Sepu” no apareció en la competencia folclórica tras el show de Incubus. Ahí estuvo Araneda. Todo ello generó la suspicacia de la gente en redes sociales, que repetían la idea de que tras la pifia al periodista se habría decidido no exponerlo en la competencia.
Desde Mega dijeron a Culto que el orden de los coanimadores cambió con las modificaciones obligadas por el apagón del pasado martes 25. Ahora, la conductora Tita Ureta (quien ha estado en el enlace de backstage) se cambió para el viernes 28, mientras que “Sepu” lo hará el día final, el sábado 1, pese a que en esa jornada no habría competencias ni se contaba con coanimación según el cronograma original.
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En los shows musicales, una variedad de figuras disfrutaron el show de Incubus. Además de los integrantes del jurado (los actores Nicolás Oyarzún y Jorge López estaban muy entusiasmados), se pudo ver a personalidades del mundo político como el alcalde de Ñuñoa, Sebastián Sichel, muy animado con la banda de Brandon Boyd, además de la ministra Antonia Orellana sentada muy cerca de la alcaldesa Macarena Ripamonti.
La presencia de la secretaria de Estado también estaba relacionada con la presencia desde el inicio del Festival del Punto Morado en la Quinta Vergara. Este difunde la campaña #Nolahagasviral en pos de la prevención y atención de violencia hacia las mujeres.
La presentación de Incubus dejó una muy buena sensación, al tocar un repertorio variado que recorrió lo mejor de su material, al que incorporaron la versión de Come Together de The Beatles, que vienen tocando desde 2023. Aunque la entrega de la Gaviota de Plata dejó otro momento curioso: los californianos no entendían bien la dinámica de los premios, y se miraron extrañados cuando les pasaron el reconocimiento. Se lo dieron a la bajista Nicole Row.
El rugido de la Quinta bastó para añadir la Gaviota de Oro, llevada por Rafael Araneda y esta vez entregada al carismático guitarrista Mike Eizinger. Luego la tomó el cantante Brandon Boyd. “I love seagulls, thank you (me encantan las gaviotas, gracias)”, dijo Boyd.
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El de Incubus ha sido de los mejores shows en el Festival hasta ahora, por eso, una vez que bajaron definitivamente del escenario, el “monstruo” comenzó a exigir a pifias su regreso. Pero los animadores Rafael Araneda y Karen Doggenweiler lucieron aplomados y siguieron con el programa ya establecido. Además, la tensión no escaló mucho más; la transmisión se fue al backstage y las pifias comenzaron a bajar.
Tras el muy buen show de Incubus, que claramente era el favorito del “monstruo” cuando fue anunciado, vino la presentación del comediante Juan Pablo López. La gente en su gran mayoría se quedó a verlo y pudo disfrutar de su particular rutina, en que destacó por sus historias breves la mención al presidente Boric (que sacó pifias, pero luego aplausos de quienes lo apoyan) y hasta bromas a la actriz Paola Volpato por su acontecida participación como coanimadora de las competencias.
Y una vez que terminó la presentación de López, cerca de las 00:30 de la madrugada, fue notorio el flujo de gente que dejó la Quinta Vergara. Desde galería a palco, muchos prefirieron salir y no quedarse al número final, la banda The Cult. La noche, por lo demás, se sentía muy fría en la temperatura ambiente, por lo que muchos no quisieron aguantar.
Con un público reducido en la Quinta Vergara, muchos aprovecharon de pasar a las plateas preferenciales y palcos, para ver de cerca la presentación del grupo que tiene como eje al cantante Ian Astbury y al guitarrista Billy Duffy.
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Lo suyo es una propuesta de rock de altos decibeles, cargado a los riffs pesados y las guitarras deudoras del manual de AC/DC, Led Zeppelin y los Rolling Stones, es decir, un rock duro, más de nicho que para público transversal, que es el habitual interés de Viña.
Y aunque Astbury se había mostrado desafiante en la rueda de prensa, el rol de rock star lo llevó al escenario de la Quinta Vergara. De entrada se apoyó sobre un monitor y se plantó desafiante. Levantó una pandereta del suelo con el pie, como si dominara un balón de fútbol. Incluso mencionó que era “de Colo Colo”. Pura actitud.
A eso de las 2.10 de la mañana, los animadores entraron raudos al escenario para despedir al grupo, en corta y poco emotiva ceremonia, sin premios, sin Gaviotas, sin nada. Sorprendido, Astbury, apenas levantó la mano para saludar al público y con los suyos salieron rápido del lugar.
La situación generó la reacción del público que todavía estaba en la Quinta. Comenzaron a pifiar ruidosamente para pedir el regreso de la banda, o al menos para darles la Gaviota. Muchos hacían el gesto de las manos simbolizando el premio. Mientras, la transmisión se había ido al backstage. Todo el embrollo finalmente se salvó cuando, de apuro, se llamó al guitarrista Billy Duffy.
Sin entender mucho, con los brazos cruzados sobre el pecho, Duffy la recibió. Con flema inglesa, señaló directo, como un riff saturado de distorsión: “¿Esto es de plata? Creo que hay algo mejor”. Un final extraño y apresurado para una noche que en lo artístico fue un buen contraste con las anteriores, cargadas a la música latina.
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