Adiós al cantante griego de voz y estilo inconfundible

<P><I>Demis Roussos, el intérprete que saltó del rock progresivo a la balada, y famoso por su vestimenta, su look extravagante y sus problemas de sobrepeso, falleció el domingo en Atenas. El músico visitó el país durante los 80 y los 90, pero jamás logró su anhelo de ser parte del Festival de Viña del Mar.</I></P>




"De divo, nada". Así recuerda el conductor del desaparecido Martes 13, Javier Miranda, a Demis Roussos, el recién fallecido cantante griego que fue popular en los 70 y los 80, y que pasó por el estelar de Canal 13 en 1992, oportunidad en la que también grabó un especial de Navidad.

De paso, Miranda borra de un plumazo la leyenda de extravagancia que siempre merodeó al intérprete, amplificada por su deceso, sucedido la mañana del domingo mientras estaba hospitalizado en Atenas: una figura siempre ataviada en llamativas túnicas, acompañadas de zapatos de taco alto, una barba frondosa y hasta una cama de visón que exigía para sus giras, todo en sincronía con su vida en una mansión con accesorios de oro en los baños. Eso sí, tenía los medios como para ostentar esos arrojos: jamás negó que había ganado mucho dinero con sus conciertos -a principios de los 80 cobraba US$ 17 mil por presentación- y vendió 60 millones de discos. Algo en lo que tampoco escatimaba era en comida y bebida, inclinación que lo persiguió toda su vida y que formó el gran telón de fondo de su carrera: tuvo problemas de sobrepeso, escribió un par de libros acerca de sus dietas y se autoproclamaba como especialista en vinos.

El músico de 68 años nació el 15 de junio de 1946 en Alejandría, Egipto, bajo el nombre de Artemios Ventouris Roussos. Durante la crisis del canal de Suez debió escapar a Grecia junto a su familia, dejando atrás una vida de comodidades. Fue ese giro financiero lo que lo hizo dejar de mirar la música sólo como algo que había seguido desde pequeño, por lo que se propuso usar su tono agudo para mejorar la economía familiar.

El factor Vangelis

Pero, más allá de su aspecto y sus mitos personales, su huella artística se fundamenta en una de las carreras más particulares de la música popular (ver columna). A los 17 años, el músico se unió al grupo rock The Idols, donde conoció al reputado tecladista y compositor Vangelis, con quien luego integraría Aphrodite's Child, banda de rock progresivo donde ofició de cantante y bajista. En esas filas, grabó tres discos y disfrutó de éxito en Europa, particularmente en Francia, con temas como It's five o'clock o Rain and tears, suites llenas de arreglos cristalinos y afianzadas en los teclados de Vangelis, en la línea de contemporáneos como Procol Harum, The Moody Blues o los primeros años de Deep Purple. Ya en 1971, el músico asumió que el estilo que seguía su banda no era de su agrado -al contrario de lo que pensaba su compañero- y la abandonó para dedicarse a la música romántica.

No se equivocó, pues terminó vendiendo millones de álbumes en inglés, francés, castellano, alemán y hasta japonés. Siguió el destino de gran parte de los baladistas europeos crecidos en esos días: empezó a cantar en español para iniciar la conquista de México y luego el resto de la región,

De todos modos, no dejó del todo su conexión con Vangelis, quien lo invitó a ser parte de la banda sonora de Blade Runner, además de hacer una adaptación vocal del tema de la cinta Carros de fuego.

A Chile vino por primera vez en 1980, temporada en que dio un par de conciertos en el Casino de Viña y aprovechó de grabar un programa especial para Canal 13. Pero no volvería al país hasta 12 años más tarde. Nada de extrañar, tomando en cuenta que tomó un receso entre 1981 y 1986, lapso que enfrió su relación con el público local.

Ya en 1992 estuvo en el mencionado Martes 13. Sobre la visita al set, Miranda recuerda que Roussos era muy profesional y repitió su trabajo sin problemas durante los ensayos: "Lo hacía con mucho agrado, era un hombre muy sencillo y agradable". Aprovechó la ocasión para comentar durante una conferencia que quería participar del Festival de Viña e incluso comentó que estaba en contacto con la comisión organizadora, pero la idea no prosperó.

En el país, también habló de su sobrepeso. "El tema fue la música y las dietas", recuerda Antonio Vodanovic, el conductor de Sal y pimienta, de Mega, por donde pasó el griego en 1994, su última vez en Chile. El animador agrega: "Fue distendido el programa, entretenido. Era un tipo asertivo y con una voz espectacular, impresionante".

Con un ritmo más lento en sus publicaciones -desde 1993 editó seis discos de estudio y dos en vivo -, Roussos no lanzaba un título desde Demis (2009) y una de sus últimas apariciones fue cuando en 2013 se le entregó la Medalla de la Legión francesa por su trabajo. Fue el lento adiós de una voz y una figura inolvidable.

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