Amor virtual y bailarines anónimos en Santiago a Mil

Partió como Dj a los 12 años. Sus padres lo apodaban Koala y luego sus amigos comenzaron a bromear con eso. Kid Koala, le decían, hasta que con los años, el apodo se devoró a su verdadero nombre. Incluso hoy, a sus 42 años, cuando el canadiense Eric San es una autoridad de la electrónica.

Ha colaborado con grupos como Gorillaz, Radiohead, Beastie Boys y Arcade Fire, pero pocos saben que además es un talentoso autor de novelas gráficas. En 2003 lanzó Nufonia must fall (Nufonia al caer), un relato hilvanado casi sin palabras y que narra la historia de un robot enamorado que intenta escribir una canción de amor para flechar a una compañera de trabajo. "Me inspiré en el trabajo de Charles Chaplin, pues crecí viendo sus películas. Algunas escenas parecían sacadas de una película muda", cuenta.

En 2014 se junta con el diseñador de producción nominado al Oscar KK Barrett (Perdidos en Tokio). Ese año, en Toronto, debutó la versión en vivo de la novela: "Es una de esas grandes obras de teatro con un romance genuino", consignó The New York Time. Mientras m The Guardian anotó: "La película, pequeña y tierna, podría ser fuerte por sí sola, pero el corazón de la producción radica en la observación en vivo".

El mismo espectáculo, anunciado entre la programación de la 24° versión del Festival Santiago a Mil -que irá del 3 al 22 de enero-, aterrizará el 10, 11 y 12 de enero en el Centro de las Artes 660. El montaje exhibe una filmación en tiempo real de sus protagonistas -un par de marionetas hechas de resina-, mientras el Cuarteto Afiara resuena de fondo con las cuerdas, el piano y, desde luego, el tocadiscos. "Es un montaje que hay que ver con ambos ojos bien abiertos para apreciar cada detalle", advierte el creador.

Bailar bien, bailar mal

Nada. Nada sobre el escenario más que ganas de bailar. Bien o mal, como sea, pero bailar. La invitación que hace el coreógrafo francés Jérôme Bel (1964) es a "bailar y bailar sin miedo a equivocarse". Así es Gala, el montaje que estará el próximo 10 de enero en el Teatro Municipal de Santiago.

"No selecciono gente, la invito", dice Bel, quien en 2012 reunió a personas con distintas capacidades físicas en escena. Ahora vuelve a darle la espalda a los preceptos de la danza, reclutando a 20 personas sin estudios. "Los llamo bailarines, porque todos pueden bailar", dice, "como un niño que se mueve al oír música, y salta o aprende a saltar y su movimiento se convierte en danza. En ese sentido, este es un espectáculo de danza con todas sus letras".