Ángeles Mastretta: "Quería contar esas cosas que no son una novela, pero lo parecen"
<P>La autora de<I> Arráncame la vida</I> habla sobre su segundo libro de memorias, <I>El viento de las horas</I>.</P>
Había olvidado por completo el episodio del trébol. Era de cuatro hojas, y lo había dejado a resguardo entre dos cristales, pero nunca supo que durante una noche se despertó y lo botó. Hasta que su marido, luego de una búsqueda infructuosa, le recordó lo sucedido. "¿No te acuerdas? Tú lo tiraste", le dijo. El incidente, que luego titularía La trifulca del trébol, es uno de los tantos en la vida de Ángeles Mastretta, la escritora mexicana que saltó a la palestra en 1985 con su novela Arráncame la vida.
Después quitaría el título, pero el episodio del trébol se quedaría. Hoy, es uno más dentro de El viento de las horas, el segundo libro de memorias de la autora y que desde diciembre pasado se encuentra disponible en librerías chilenas bajo el sello Seix Barral. La obra es un recorrido por distintos momentos de su vida: las clases de danza a las que asistía de niña y que dictaba su madre; la tristeza que la invadió cuando a los 22 años dejó la casa de su infancia las comidas en familia con pasta cocinada "como en Italia", son algunas de las escenas que se encuentran entre sus páginas. Y responden, sobre todo, a una necesidad de recuperar los recuerdos.
"Tenía una urgencia de contar esas cosas que no son novela pero parecen", comenta la autora a La Tercera. Desde Ciudad de México, donde actualmente reside, explica al teléfono cómo es escribir sobre la propia vida: "A la larga ha sido más fácil, porque a mí no me cuesta hablar de mí misma. Hay gente, cuando me preguntan, que me dice: 'usted cómo pudo contar eso, cómo cuenta esas emociones, cómo se atreve a decir esto'. Pues no fueron grandes retos contar que me porté como una tonta o contar que me sentí desolada. O contar que fui muy feliz, o contar como me apasiona el mar. Son cosas que no me resultan difíciles."
Si persistes, canta
Con su voz grave, Mastretta, al igual que en los escritos sobre su vida, va conjugando en sus respuestas sobre el libro y su carrera distintos episodios. Habla sobre la foto de su niñez que aparece en la portada de El viento de las horas, en la que aparece sentada en una silla. "Un día Gabo García Márquez se cayó de una", relata. También comenta la impresión que fue para ella el ver llevada a la gran pantalla su primera novela (Arráncame la vida), sobre todo los detalles que mencionaba, como el trabajo del padre de Catalina, la protagonista. Y también explica el título de estas nuevas memorias. "Si sobrevives, si persistes, canta, sueña, emborráchate. Es el tiempo del frío: ama, apresúrate. El viento de las horas barre las calles, barre los caminos", recita.
Son versos que la escritora sabe de memoria y que conoce desde su infancia. Son parte del poema Si sobrevives, del mexicano Jaime Sabines y a quien la autora conoció. "Es un poeta al que yo quise mucho y además ese poema es realmente una lección de vida", afirma. La frase "el viento de las horas" le gustaba mucho, por lo que la puso como título de su obra. Es una alusión al tiempo y al pasado que, a su vez, también revolotean como una constante en su libro, con 68 capítulos que van haciendo interactuar las historias de su pasado con las de su presente.
Historias, que de acuerdo a sus palabras, son un complemento de esas que ya había dado a conocer en La emoción de las cosas (2013), su primer libro autobiográfico. Pero si en aquel hablaba sobre su familia, el duelo por la muerte de su madre o la historia de su padre , en El viento de las horas también hay cabida para otros personajes, como Eugenia, su ahijada, y Ofelia, la peluquera. "Digamos que es la familia extendida, la otra gente que se vuelve tu familia, que no es tu familia de sangre pero sí de elección. Me faltaron personajes, pero vuelven a estar mis hermanos y vuelve a estar otra vez la navidad y el mar, las mismas obsesiones ¿no?", dice.
Entre realidad y ficción
"Yo creo que es un vicio de los 60 años, que espero que se me quite ahora que di la vuelta de los 65 a los 66. Entonces ahora me tocaría volver al vicio de las novelas y de los inventos", comenta la autora sobre la necesidad que en los últimos años ha tenido de escribir sobre su vida. Un ímpetu que la llevó a dejar de lado por un tiempo el género de ficción, con éxitos como Mal de amores (1996). O como su compilación de cuentos Mujeres de ojos grandes (1990), en la que hubo dos historias que nunca llegó a publicar: eran los inicios de la era del computador, y de las 40 historias que había escrito por su cumpleaños número 40 esas dos se borraron y nunca pudo recuperarlas. Recuerda, divertida, lo que se dijo en esa ocasión: "En realidad, como no quiero cumplir 40, pues qué bueno que escribí nada más 38".
Confiesa que aunque se siente tentada de volver a hablar de su pasado, cree que, por ahora, ya cumplió una cuota. Actualmente está trabajando en una nueva historia de ficción, sobre una cantante que ronda los sesenta años y que, mientras elige las canciones de un concierto que va a dar, se va preguntando quién es. Un libro que aún no está muy segura de si finalizará, porque por ahora la historia aún va cambiando: de una mujer del siglo XX mutó a una del XIX, por lo que la autora aún lo ve como un proyecto.
Pero ficción o realidad, lo que más ha sorprendido a Mastretta sobre su obra, es el cómo la ha recibido el público. "Esta es mi hija Emilia Daniela, por Emilia y por Daniel (personajes de Mal de amores), y quiere ser escritora", le dijo en una ocasión una madre anónima. También en una presentación de uno de sus libros se encontró con una mujer que aseguraba que su historia era como la de Catalina Ascencio, la protagonista de Arráncame la vida.
Y ahora, con La emoción de las cosas y El viento de las horas, hay personas que ven sus historias como consejos: "Es que aquí, yo hago esto porque usted dijo esto", le dijeron sus lectores. "Cuando los lectores leen una historia eligen quien son y cuando descifran a los otros personajes descifran cosas de sí mismos, y por eso la gente se acerca como si te conocieran a (...) Hay una cosa que dice usted y yo somos cómplices", dice.
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