Calderón, la obra del desencanto de Pasolini se estrena en el GAM

<P>Cristián Marambio dirige el montaje que debuta el 13 de octubre.</P>




La desorientación. Estar o despertar sin saber ni cuándo ni dónde. Ese es el principio compartido de los manuales de tortura y de Calderón, la obra de Pier Paolo Pasolini sobre la violencia del poder que se montará por primera vez de forma profesional en Chile, desde el 13 de octubre, en el GAM.

Calderón fue la única obra que Pasolini alcanzó a publicar en vida, antes de morir asesinado en 1975. Pero el cineasta y escritor italiano nunca la vio en escena, porque su estreno mundial recién ocurrió en 1978, casi 10 años después que empezara a escribirla.

Célebre y controvertido cineasta de vanguardia (El Evangelio según San Mateo, Teorema), Pasolini vivió de cerca las turbulencias históricas de parte del siglo XX. Peleó en la Segunda Guerra Mundial, fue capturado por los alemanes y logró escapar. Perteneció al Partido Comunista y fue expulsado por ser homosexual. Criticó tanto al fascismo como a los movimientos sociales, que excluían al pueblo.

El clímax de su desencanto político está expuesto en Calderón, que escribió entre 1967 y 1973. Inspirado en La vida es sueño de Calderón de la Barca, el texto se construye con distintos sueños (delirios o realidades) de Rosaura. Cada uno de ellos la muestra en una vida y sitio diferentes, como prostituta o aristócrata, encerrada en un hospital o un convento, pero a pesar de las variables, el final siempre es el mismo: condena y marginación.

"Intuición", así define el director Cristián Marambio el motivo que lo llevó a montar Calderón. Y esa intuición nació tras Orgía, también de Pasolini, con la que consiguió buenas críticas y ya lleva tres temporadas, a un año de su estreno. Sucede que mientras montaba Orgía, Marambio sintió que "ahora resuena otra cosa de Pasolini. En los 90 fue abordado desde su transgresión cultural, homosexualidad y muerte, pero hoy tiene sentido su lucidez política. En Calderón, él no diferencia entre izquierda y derecha, entre conservadores y revolucionarios, los pone bajo el mismo saco, el del poder, y muestra que hay marginados entre los marginados".

El choclo

Este Calderón es distinto a Calderón: se aleja de los referentes europeos del original. Pasolini escribió una obra con citas a Las Meninas de Velázquez, Auschwitz y la España franquista, pero en el montaje de Marambio la historia que late es más cercana y el elemento que lo grafica está en casi todas las cocinas: el choclo.

Toneladas de maíz ocupan el escenario. Llueve maíz, una piscina está llena de él, la idea es que el espectador sienta "como que una ola de maíz se le viene encima". ¿Por qué? Porque en el choclo resuena nuestra cultura latinoamericana, del cultivo a la explotación, de la fecundidad a las torturas con cuerpos rellenos de maíz o sepultados en él. Es nuestra historia, nuestro dictador y nuestros muertos los que Marambio quiere que hagan eco en este montaje. Y nuestro presente el que lo motivó a darle un giro más esperanzador al final: "El momento histórico del desen- canto de Pasolini no es el nuestro. Lo último que querría es ponerle una lápida al movimiento social actual. Por eso prefiero dejarlo abierto".

Tras el estreno, el 17 y 27 de octubre se harán charlas sobre Pasolini y se mostrará el filme Las cenizas de Pasolini (2009), de Alfredo Jaar.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.