Casa para Presidente se busca

<P>Desde que los presidentes de Chile dejaron de residir en La Moneda, la vivienda presidencial ha sido un problema de difícil resolución para cada mandatario. Factores como el presupuesto, la seguridad o la conveniencia de que el Fisco financie una casa oficial han estado en la discusión. </P>




Los vecinos que Michelle Bachelet tuvo durante su mandato anterior, en la calle Burgos de la comuna de Las Condes, tienen el anhelo de que la presidenta electa vuelva a residir en la zona.

La ex mandataria, quien en 2006 debió abandonar su residencia de avenida Manquehue Norte por motivos de seguridad, escogió una propiedad en esa calle, casi en la intersección con Presidente Errázuriz, por la cercanía con el entonces colegio de su hija Sofía: La Girouette.

Coincidentemente con su regreso a la presidencia hoy, la casa que Bachelet ocupó en Burgos está de mudanza, llena de cajas y con funcionarios guardando y embalando las pertenencias del embajador de la India, actual residente de la propiedad.

Contrario a los anhelos de los vecinos del sector, quienes disfrutaron y hoy añoran la protección policial recibida hasta hace cuatro años -período en el que, según comentan, algunos incluso lograron vivir sin rejas en sus casas y con pocos resguardos de seguridad-, los movimientos en la ex residencia presidencial no se deben a un futuro traslado de Bachelet, sino a un reemplazo diplomático de la India.

En efecto, la mandataria electa, quien ya cuenta con escolta y equipo de seguridad -similares a los del Presidente en ejercicio-, deberá evaluar si se mantendrá en su casa actual, ubicada en La Reina, o deberá buscar una nueva residencia, decisión que Bachelet no tomará hasta que regrese de sus vacaciones en Caburgua. De momento, las evaluaciones preliminares realizadas por la seguridad de la presidenta electa indican que la recomendación será que busque un nuevo hogar.

Desde la presidencia de Juan Esteban Montero (1931-1932), último mandatario en utilizar La Moneda como residencia -aunque durante los gobiernos radicales se conservó el sector que servía como vivienda presidencial, lo que permitió que otros gobernantes, como Carlos Ibáñez del Campo, también utilizaran dichas dependencias-, que la residencia de los mandatarios ha sido un tema de discusión con cada cambio de mando.

El Congreso ha recibido varios proyectos de ley destinados a debatir sobre la necesidad de adquirir una residencia para el Jefe de Estado. Uno de los primeros se presentó en los 50, durante la presidencia de Juan Antonio Ríos, y apuntaba a la habilitación del Palacio Cousiño. El entonces mandatario se opuso, apuntando a que los presidentes tenían una reconocida tradición de austeridad.

El último en enfrentar la disyuntiva fue el Presidente Sebastián Piñera, quien optó por mantenerse en su residencia de calle La Viña, en el sector de San Damián. La vivienda, sin embargo, fue inspeccionada durante la candidatura por Carabineros, y cuando Piñera se convirtió en presidente electo, recibió incluso la visita del entonces general director de Carabineros, Eduardo Gordon, con el objetivo de revisar las condiciones de seguridad de la actual residencia presidencial. Las recomendaciones sólo apuntaron a un sitio eriazo, colindante con la propiedad, el que fue tapiado.

Planes de vivienda

En el caso de los arriendos de viviendas para los presidentes, los dineros para tal acción provienen de los gastos reservados de la Presidencia. En el último, el de Bachelet en 2006, el arriendo mensual bordeó los dos millones de pesos, cifra que, proyectada por cuatro años de mandato, se acerca a los $ 100 millones.

A ese costo, además, hay que sumar los costos del acondicionamiento de la vivienda para que pueda cumplir tales fines, como, por ejemplo, la instalación de redes de comunicaciones o la creación de una especie de "cuartel" para la escolta presidencial, que debe permanecer "24x7" junto al mandatario.

Tales argumentos, junto con otros que apuntan a la necesidad de un lugar oficial para eventos, reuniones y citas privadas del presidente, han dado pie, en diversas oportunidades, a la discusión de si es necesaria o no la construcción de una residencia presidencial.

Una de las últimas tratativas serias se dio en el gobierno de Ricardo Lagos, que contemplaba la creación de un hogar para los presidentes en la inconclusa ciudadela denominada Portal Bicentenario, que estaba proyectada en los terrenos del ex aeródromo Los Cerrillos. La idea, sin embargo, fue excluida del proyecto final.

En efecto, el entonces encargado de ese proyecto, el ex ministro de Vivienda Jaime Ravinet, aún defiende la idea de contar con una residencia especial para los presidentes, como sucede en Francia con el Palacio del Elíseo, en EE.UU. con la Casa Blanca -ambas también sede del gobierno- o en el Reino Unido con la residencia del primer ministro ubicada en Downing Street 10. "Se requiere una casa que cumpla con las necesidades, donde pueda aterrizar un helicóptero si es necesario. Los últimos presidentes en Chile, excepto Piñera, han tenido que arrendar", sostiene Ravinet.

La misma idea tiene Mariana Aylwin, cuyo padre, el ex Presidente Patricio Aylwin, optó por mantenerse en su residencia de Ñuñoa al momento de asumir el cargo: "Quizás sería conveniente tener una casa, no algo fastuoso como pretendió ser Lo Curro, sino con un presupuesto acotado, aprobado por el Congreso".

Actualmente, también se ha reconocido la necesidad de que el Presidente y el gobierno cuenten con un sitio especial para recepciones y eventos oficiales, y por tal motivo se incluyó como parte del Legado Bicentenario la recuperación del Palacio Ariztía, como un lugar para alojar a visitas ilustres del gobierno y para sostener eventos y encuentros presidenciales.

Han sido precisamente Lagos y Bachelet los únicos presidentes que, desde el retorno a la democracia, han resignado vivir en su propia casa y arrendado viviendas durante su mandato.

El caso de Lagos fue particular, pues imposibilitado, por motivos de seguridad, de continuar residiendo en su departamento de Vera y Pintado en Providencia, fue a través de Juan Gabriel Valdés, su entonces canciller, que llegó a la residencia de Luis Amundsen que utilizó en sus años de gobierno.

La casa era propiedad del padre de Juan Gabriel Valdés, el ex senador y canciller DC Gabriel Valdés, quien en 2000 tenía planes de vender la vivienda. Lagos y Gabriel Valdés acordaron un arriendo que, según recoge la prensa de entonces, estipulaba un acuerdo especial: los Lagos Durán debían cuidar el caqui del jardín y podían acceder a la mitad de sus frutos.

En dicha casa, cuya calle no fue cerrada durante la administración de Lagos, pero que sí contaba con una caseta de Carabineros en la esquina, el ex presidente sostuvo reuniones políticas periódicas y también fue escenario de varios momentos íntimos, como, por ejemplo, el matrimonio de su hija Francisca, en 2001.

También en dicha residencia, Lagos recibió a varios personeros y mandatarios extranjeros. Uno de los episodios más representativos del debate que genera la idea de si los presidentes en Chile deben o no contar con una residencia fija se produjo precisamente en una de esas ocasiones: en el 2000, y cuando aún era presidente electo, el ex mandatario mexicano Vicente Fox concurrió hasta la residencia de Amundsen para reunirse con Ricardo Lagos. A Fox no sólo le extrañó el tamaño de la casa, sino también la simplicidad en el trato, y lo comentó con un asesor, perturbado por el "tipo" de casa a la que lo había invitado el presidente.

Según lo ha relatado el propio ex Presidente Lagos, Vicente Fox pensó que estaba recibiendo un trato inferior, debido a que en ese momento sólo era presidente electo. El hecho fue uno de los detonantes para que Lagos fuera uno de los únicos presidentes desde el retorno a la democracia en plantear la idea de la creación de una casa para los mandatarios.

Finalizada su administración, Ricardo Lagos abandonó la casa, la que fue vendida con posterioridad por Gabriel Valdés. En 2011, ya en propiedad de la constructora Sigro, la casona fue demolida y transformada en un edificio.

La casa propia

El otro mandatario que antes de Lagos tuvo la noción de una residencia presidencial fue Patricio Aylwin, quien debió resolver la situación de la casa de Lo Curro (actual Club Militar).

Su construcción comenzó a comienzos de los 80, pero el gobierno de Pinochet no debió dar explicaciones hasta 1984, cuando el levantamiento de la mansión fue portada de una revista de la época. Pinochet argumentó que la fastuosa casa, de seis mil metros cuadrados, estaba planeada como una residencia para los presidentes. Recién instalado en el gobierno y a sólo un año de finalizada la construcción (1989), Aylwin intentó recuperar el inmueble para el Fisco, pero debió entrar en un largo proceso de negociación con el Ejército, en el que finalmente se resolvió el traspaso de la mansión de Lo Curro al Ministerio de Bienes Nacionales, pero que sería utilizada por el Ejército.

Aylwin se mantuvo en su residencia de calle Arturo Medina, en Ñuñoa, pero para instalar sus oficinas debió arrendar dos propiedades más: la casa contigua y una ubicada en la parte posterior, por calle Amapolas, las que quedaron comunicadas a través de sus jardines.

De la época, sólo se mantienen los carabineros de punto fijo que resguardan la seguridad de la residencia. Al igual que en las casas de Lagos y Bachelet, los vecinos valoran la seguridad policial. Los propios policías lo confirman. "Parecemos los guardias de seguridad", dice uno de los carabineros de turno.

Similar fue el caso del ex presidente y actual senador DC Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien también mantuvo su residencia habitual tras ser electo como mandatario. El caso de Frei, sin embargo, difiere del de Aylwin, ya que el senador adquirió, meses antes de la elección presidencial de 1993, la casa contigua a su vivienda de calle Baztán, en la comuna de Las Condes, y las comunicó a través del jardín y la cocina,tras desechar la compra de la casona que ocupa la embajada de Inglaterra, en la intersección de Gertrudis Echeñique y Apoquindo.

Baztán, donde Frei recibió a diversos personeros, como los reyes Juan Carlos y Sofía de España o al ex Presidente de EE.UU. Bill Clinton, fue cerrada durante el mandato del hoy senador. Actualmente, conserva las medidas de seguridad: carabineros de punto fijo.

Viviendas históricas

Exceptuando a los habitantes de La Moneda, cuya ocupación presidencial comenzó con el general Manuel Bulnes en 1845, el único mandatario que ha habitado en una residencia presidencial concebida como tal fue Salvador Allende, durante su paso por la casona de Tomás Moro 200, entre 1970 y 1973.

Allende, quien hasta antes de trasladarse a la residencia habitaba un departamento ubicado en la calle Guardia Vieja, encargó a su secretaria, Miria Contreras, la búsqueda de una propiedad más espaciosa. La recomendación vino de parte del general René Schneider, quien consideró apropiada para tales fines la vivienda de cinco mil metros cuadrados que entonces pertenecía al contratista Dante Yaconi. El Ejército, en efecto, había fijado la mira en la residencia para instalar las dependencias de la Academia de Guerra.

Por US$ 30 mil de la época, el Fisco adquirió la propiedad con la intención de que los mandatarios posteriores a Allende también la ocuparan. La casa fue bombardeada en 1973 y en 1978 se transformó en propiedad de la Fach, institución que la transformó en una casa de acogida para ancianas, dependiente del Consejo Nacional de Protección a la Ancianidad (Conapran), cuyo directorio encabeza la esposa del comandante en jefe.

De la época de Allende queda poco: el escudo al ingreso, que había sido pintado a fines de los 80 y rescatado a comienzos de 2000, tras un acuerdo entre la hija del ex presidente y senadora PS, Isabel Allende, y el entonces comandante en jefe de la Fach, Osvaldo Sarabia; el sendero del ingreso que fue remodelado y el garaje que actualmente oficia de capilla.

La casa no está abierta al público, aunque como desde fines de 2006 es considerada Monumento Nacional, una vez al año, para el Día del Patrimonio Nacional, debe estar accesible para los visitantes.

Distinto es el caso del departamento del cuarto piso de Phillips 16, residencia del ex Presidente Jorge Alessandri. Un estante es la única pertenencia del ex mandatario que aún se mantiene allí.

El inmueble es actualmente ocupado por una consultora y sus propietarios tienen oficinas en el departamento inmediatamente superior. Su dueña, María Mercedes Bulnes, la cuarta luego de que la vivienda dejó de pertenecer a Alessandri, es tataranieta del ex Presidente Manuel Bulnes y adquirió la vivienda por 60 millones de pesos, en un remate.

El departamento, desde el cual Alessandri partía a pie a La Moneda, tiene 223 metros cuadrados y fiscalmente está avaluado en $ 74 millones, aunque sus propietarios dicen que su valor comercial es de entre $ 150 millones y $ 180 millones.

Sobre un eventual rescate por parte del Fisco o de la familia del ex mandatario, su propietaria dice estar abierta a vender el departamento, pues afirma reconocer su valor histórico. Sólo en una oportunidad, explica, el concejal por Santiago Felipe Alessandri tuvo un acercamiento con la intención de comprar el inmueble, pero no hubo acuerdo económico.

A los 27 años y en 147 mil pesos de 1938, Eduardo Frei Montalva adquirió la residencia de la calle Hindenburg, en Providencia, la misma que mantuvo mientras fue presidente entre 1964 y 1970, y en la que recibió, entre otras personalidades, a la reina Isabel II de Inglaterra y al astronauta Neil Armstrong.

Según una crónica de la época, en dicha residencia, en la que hoy funciona la Fundación Eduardo Frei Montalva, era normal que, una vez superada la presencia policial, los visitantes del ex presidente tocaran el timbre y que fuera el propio Frei Montalva quien esperara a sus visitas en el vestíbulo.

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