Chile se anima
<P>Los cortometrajes y los programas de televisión nacionales creados gracias a técnicas digitales y 3D cautivan a una nueva generación de profesionales, cuyas obras cosechan elogios e interés comercial en mercados extranjeros. Sin embargo, sus autores acusan falta de vitrina a nivel local y financiamiento limitado.</P>
Ruka es un niño que vive inmerso en una era dominada por la tecnología y cuyo contacto con el mundo exterior es casi nulo, hasta que conoce a una caracola mágica que lo transporta a un rico y diverso mundo submarino. Esa es la premisa de Las aventuras de Ruka y los tesoros del mar, una serie animada nacional presentada en septiembre y cuya alta calidad interesó al canal público de la televisión peruana, el cual la difundirá en su franja infantil. La buena recepción de este programa, concebido por la Fundación Ciencia & Vida, Imago Producciones y el Programa Explora Conicyt, se suma así otro reciente éxito de la animación chilena: en agosto el cortometraje 3D Historia de un oso, de la productora PunkRobot, obtuvo el galardón a la Mejor Dirección de Arte en el Festival Anima Mundi Brasil 2014 y fue seleccionado en el Festival de Annecy en Francia, el evento más importante de animación en el mundo.
Los logros de ambas creaciones muestran que el 2014 ha sido un año bueno para la industria de animación chilena y que los creadores nacionales están demostrando que pueden competir con sus pares extranjeros. Tras esto hay un sector que, en los últimos años, ha madurado rápidamente y cuyo contenido y calidad están empezando a ser reconocidos a nivel internacional. Uno de los ejemplos iniciales de este despegue se dio en 2010 con Solos, cortometraje digital animado creado por Álvaro Letelier y que se llevó el premio del jurado en el prestigioso Festival Eibunren Short de Tokio.
Luego, en 2013, el estudio nacional Zumbástico, que durante la última década ha elaborado más de 200 animaciones para publicidad, videoclips, documentales y otras obras, obtuvo el galardón Disney en Annecy con su serie animada Cagemates ("Enjaulados"). La obra ganó como mejor "pitch", es decir, presentación concisa de un proyecto en busca de financiamiento, y obtuvo cinco mil dólares de premio. Para promover e impulsar estos esfuerzos locales, un grupo de profesionales y productoras crearon en 2010 la Asociación Chilena de Animación (ANIMACHI). Fernanda Frick, ilustradora y animadora 2D/3D y miembro de la agrupación, explica que esta nueva generación tiene características definidas: "Hay una producción de contenido con calidad competitiva, elaborada en muchos casos por titulados de carreras formales de esta disciplina, cosa que hace pocos años no existía. Eso permite que las producciones sean abordadas de manera más eficiente y que la calidad suba."
Esta nueva concepción no sólo ha redundado en una mayor pulcritud y en estándares de calidad más elevados, sino que también en el surgimiento de iniciativas anexas que buscan consolidar la industria. Es el caso del lanzamiento en octubre de Solomonos Magazine (http://solomonos.cl), publicación digital especializada que a través de reportajes y material multimedia busca difundir la cultura de la animación. Actualmente, la revista ya tiene editados dos números, con contenido multimedia y enlaces a extracto de entrevistas y tráileres de diversas producciones, material que ofrece a través de su propio canal de YouTube.
La oferta educativa ligada a la animación ha experimentado un aumento en los últimos años, lo que también ayuda a explicar este boom. Según datos obtenidos del portal Mifuturo.cl, a la fecha hay ocho instituciones de educación superior que imparten en Chile programas de pregrado tanto en el ámbito técnico como profesional. Entre las instituciones que ofrecen esta carrera figuran la Universidad Mayor, el DUOC y la Universidad Santo Tomás, cuyos cursos duran entre cinco a nueve semestres y sus aranceles fluctúan entre 990.000 pesos y 3.600.000 pesos. Además, existe una serie de diplomados y cursos online a nivel mundial que permiten acceder a una instrucción formal sobre diversas técnicas necesarias para desenvolverse en la industria.
Uno de los pioneros en la enseñanza hispanoparlante de esta actividad es Animationgym.com, fundada en 2007 por Víctor Escardó, quien estudió junto a animadores de grandes estudios como Pixar (Toy Story, Monsters Inc.) y cuyos cursos están pensados tanto para recién iniciados como para expertos. Las clases, que se reiniciarán en marzo de 2015 e incluyen tutorías, videos y conferencias en línea, constan de tres módulos cuyo costo individual es de 685 dólares.
"Estas generaciones son educadas por animadores que entienden la industria desde adentro y que se han ido perfeccionando, a diferencia de lo que había en el mercado hace menos de diez años, cuando simplemente bastaba mover elementos pero no había una base que diera estructura a la obra e intención a los personajes", dice Francisco Cortés, docente del ramo de animación en varias universidades chilenas.
Las productoras tienen una opinión similar y ven con buenos ojos la mayor seriedad y complejidad con que se abordan la formación. "Es fundamental aprender las técnicas de la animación para hacer un trabajo de calidad. Antes era más difícil para quienes tenían la inquietud por crear dibujos animados, ya que debían hacerlo de forma autodidacta y luego enseñarles a sus equipos de trabajo, lo que retrasaba los procesos. Creo que es una de las razones por las cuales existía tan escasa producción", agrega Marcia Núñez, productora ejecutiva de Productora Houston, ganadora del premio CNTV 2014 por su serie de animación 2D Los próceres más posers.
A todo esto se suma el crecimiento de eventos como el festival internacional de animación Chilemonos (http://festivalchilemonos.com), que partió hace cinco años y cuya competencia 2014 reunió más de 364 cortometrajes, casi cuatro veces más que el año pasado. Además, el Mercado Animación Industria MAI!, evento organizado por la Fundación Chilemonos y que busca difundir la animación latinoamericana, recibió para su versión de fines de noviembre más de cien proyectos de 10 países latinoamericanos y ocho regiones del país.
Pese a que ha habido algunos logros afuera, a nivel local el panorama no es tan auspicioso, ya que a la televisión local cuesta entusiasmarla. Las Aventuras de Ruka, por ejemplo, obra de 10 capítulos financiada en parte con fondos públicos de Explora Conicyt, no consiguió llegar a los canales locales. Algo parecido dicen que les pasa en la productora Punkrobot: sus series como Las aventuras de Muelin y Perlita logran buena recepción en Brasil e incluso consiguen distribución para toda Latinoamérica vía Netflix, pero en Chile aún no han podido entrar a los canales de televisión abierta.
Para Marcia Núñez, la falta de ventana a nivel nacional crea una imagen negativa para el público local, que ve una falta de movimiento en la industria. "La televisión chilena no se interesa en producir ni transmitir series de animación para niños. Hace un par de años los principales canales del país cerraron sus áreas infantiles, lo que hizo que las productoras chilenas probaran suerte en canales extranjeros. La mayoría se exporta, ya sea porque se realizan en coproducción con canales internacionales o simplemente porque en nuestro país no existe pantalla para estas producciones", señala.
Por eso los animadores han empezado a explorar otros campos laborales para demostrar sus capacidades. Glenn Lazo, titulado de animación y miembro de Iguana Bee -primer estudio latinoamericano de videojuegos cuyas obras son publicadas por Sony WorldWide Studios-, explica que esa industria necesita "buena animación para que el producto se vea y sienta especial. Con más animadores en este mercado, tendremos mejores productos, y con esto, más y mejores oportunidades de trabajo. Así ambas industrias crecen juntas".
Pese a que el capital humano está, hay temor a crear nuevas empresas. "Falta que las nuevas generaciones se atrevan a crear sus propias historias y emprendimientos. Hoy las escuelas de animación están entregando algo a nivel técnico y teórico, pero a la hora de salir al campo laboral en vez de contemplar todas sus alternativas optan por entrar a una empresa consolidada en vez de formar sus propias productoras", comenta Francisco Cortés.
Para los involucrados, el desafío inmediato es lograr que la industria se mantenga sola y no dependa tanto de fondos concursables públicos y privados que hoy son su principal sustento. "Están surgiendo excelentes profesionales, pero si mañana existiera presupuesto para hacer una película al nivel de Pixar, dudo que tuviéramos suficientes profesionales nacionales para satisfacer esa demanda. Se necesita demasiada gente muy capacitada para lograr algo de ese nivel. Argentina, con su película Metegol, comenzó a lograr esa especialización en su industria local; quizás eso es algo a lo que tenemos que apuntar", concluye Frick.
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