Colegios ofrecen desde décimas hasta viajes fuera de la región si los alumnos obtienen buen puntaje en el Simce
<P> Apoderados acusan que los incentivos se ofrecen sólo si los cursos superan los 250 puntos en las pruebas evaluadas.</P>
Eran las 21.30 horas, cuando Isidora (9) le dijo a su madre que estaba nerviosa por la prueba de matemáticas que tenía que rendir. "Mi profesora me dijo que el curso depende de mí. No quiero que me vaya mal", le decía la menor de cuarto básico, ya que esa era su materia más débil. La menor se refería a la prueba Simce que rindieron más de 230 mil alumnos el martes pasado.
Su madre, María José Monsálvez, apoderada del colegio particular subvencionado Alicante, de la comuna de Maipú, explica que en el recinto "entrenan a los niños para rendir el Simce. No me gusta lo que hacen, me parece mal. A Isidora le expliqué que era una prueba sin nota, que no se preocupara porque estaba muy nerviosa. Esa noche se acostó llorando de nervios".
Una de las formas que tiene el recinto, según la apoderada, para alentar buenos puntajes entre sus alumnos es prometiéndoles premios. "Les ofrecieron décimas y puntos para subir las notas y llevarlos al cine o algún otro paseo. Todo condicionado a que si lograban sacar más de 300 puntos en el Simce", explicó.
Como Isidora, hay otros niños que también sufren la presión de rendir el test que se aplica anualmente en los recintos a nivel nacional y que no tiene implicancias en la evaluación de los estudiantes, pero sí para el establecimiento. Esta evaluación está asociada a bonos por buen desempeño.
Este tipo de incentivo se repite a lo largo del país. En Panguipulli, comuna ubicada en la Región de Los Ríos, vive Andrea Ríos, apoderada de su hija Ignacia (10) en la Escuela María Alvarado Garay. El recinto depende de la municipalidad local. "El lunes, antes de la prueba, el director fue a la sala de los niños a prometerles que si sacaban más de 300 puntos irían por dos días a Santiago, a Kidzania y a Fantasilandia, y si sacaban entre 200 y 300 los llevarían a la nieve".
Una promesa que, a juicio de la apoderada, no sólo estresa innecesariamente a los menores, si no que es difícil que se cumpla: "Estamos indignados como padres, ya que muchas veces no tenemos los recursos para cumplir los sueños de nuestros hijos y que les hagan promesas que sabemos que no cumplirán, frustra".
Un incentivo con el que no está de acuerdo la secretaria ejecutiva de la Corporación de Educación de Panguipulli, Ximena Becerra: "Esta no es una política de la corporación, no compartimos esto, eso está mal. Lo que hacemos es darles un desayuno si tienen buen puntaje, nada más".
Ambas apoderadas se unieron al movimiento Alto al Simce, a través de redes sociales, y advierten en no llevar más a sus hijas a rendir la prueba.
A estas prácticas, varios colegios suman mensualmente ensayos Simce para mejorar el nivel de respuestas positivas entre los niños.
Así lo hace, por ejemplo, el colegio particular Francisco Encina de Ñuñoa. "El colegio tiene una orientación al Simce. Continuamente hacen ensayos y tratan de destacarse por los puntajes obtenidos. Pese a que le digo a mi hijo que no le afecta en nada, es un exceso", dice el apoderado del establecimiento, Cristian Correa.
Además, en el colegio Alicante, cuenta María José Monsálvez, los ensayos Simce se realizan en cualquier hora de clases, quitándole espacio a ramos como artes y educación física, por ejemplo. Una realidad que es desmentida por la directora del establecimiento, Cecilia Mir: "Los apoderados podrán decir muchas cosas, pero no lo hacemos". Y agregó que "si algún colegio hiciera este tipo de cosas cuál es el problema. Yo no veo que el querer mejorar la calidad de la educación y motivar a nuestros alumnos sea una complicación. Tenemos una población de 3.700 alumnos".
A estos casos, se suma que varios sostenedores impiden que los alumnos con bajo rendimiento escolar o con necesidades especiales rindan el test para no afectar el resultado final del curso. Según la Superintendencia de Educación, en 2014 se registraron 18 denuncias al respecto. En cuatro casos, los colegios fueron sancionados por la entidad fiscalizadora.
Consecuencias
Un paquete de incentivo que puede traer consecuencias negativas en el proceso de aprendizaje. Según el experto en Psicología y académico de la Facultad de Educación de la U. Católica, Cristián Rojas, cuando hay exigencias extras como las descritas "se genera ansiedad y está muy estudiado cómo ello afecta el aprendizaje. Entonces, todo lo que implica exigir que más allá de lo esperable en este contexto, evidentemente mente se genera un problema a nivel biológico social, etc".
Este escenario es conocido por las actuales autoridades del Ministerio de Educación (Mineduc), quienes desde el año pasado han tratado de reorientar el sistema y ya apuestan a reducir de 15 a 8 las pruebas anuales. La subsecretaria de Educación, Valentina Quiroga, señaló que "en ningún caso el objetivo de estas pruebas es generar presión a los estudiantes, ni hacer competir a los establecimientos. Por esas cosas es que justamente tenemos una mirada crítica".
Quiroga añadió que "nos parece que esas prácticas no van en la dirección correcta y creemos que esto podría generar una presión indebida en los estudiantes y más bien los establecimientos debiesen usar la información de estas evaluaciones de una manera distinta, que ayude a entender cuáles son las fortalezas y debilidad y saber, en definitiva, si los niños aprenden o no".
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